Esa austeridad hace que se concentre la acción en los personajes y en sus composiciones. Ahí radica la honestidad de este proyecto y también su irregularidad. Héctor Bidonde y Ana Yovino tienen personajes fuertes mientras que Patricia Palmer mantiene una “corrección” que la tiene atada en toda la obra. Federico Olivera busca desarrollar “su” Hamlet y así transita la puesta, con honestidad y búsqueda, alejándose de roles por los cuales se hizo más conocido. Mientras Luciano Suardi se excede en su composición, Emiliano Dionisi y Pablo Razuk brindan momentos de “aire” con esos personajes secundarios pero que tienen tanto peso dramatúrgico en las obras de Shakespeare.
El desarrollo combinará momentos de tensión y otros apagados pero no aburre sino que busca la atención para la escena siguiente y seguir con curiosidad el desarrollo de un texto conocido. La iluminación tiene su mérito para construir los climas requeridos en una escenografía que mantiene la austeridad mencionada anteriormente.
Esta versión de “Hamlet” dividirá aguas en su concepción pero no se le puede quitar el mérito del intento de ser una puesta honesta, minimalista y personal.