Revisionismo con altura
Un escenario partido en tres situaciones en las que dos evocan el pasado y la tercera, el presente. El pasado en forma de dos militantes refugiados en un hotel de alojamiento y la relación de una prisionera en lo que sería la ESMA, con sus dos carceleros –uno de los cuales, la ama- mientras que el presente se dibuja como una entrevista de un joven periodista con padre desaparecido a una escritora sobreviviente de aquellos años.
El diseño del espacio está armado de tal manera que las historias se entrelazan, yendo y viniendo a través del tiempo, aunque los personajes no tengan una conexión directa.
Las preguntas que se muestran son duras y necesarias con el replanteo a las situaciones presentadas para que la autocrítica sea el puntapié inicial a un revisionismo que sirva como enseñanza para el futuro. La construcción de los personajes es exacta en tanto los principios y valores que sostienen desde su credibilidad actoral y argumentación sólida. Sin medias tintas, poniendo el ojo sobre donde hay que ubicarlo, la puesta muestra y apela a que su contenido sea completado por el espectador atento. Con actuaciones de buen nivel y diálogos atrapantes, la obra te tira “in your face” frases y situaciones que al día de hoy, lamentablemente, siguen vigentes como hace casi treinta y cinco años.