Mito y realidad
Dramaturgia y dirección: Jorge Gómez. Con Rubén Parisi, Eduardo Peralta, Norberto Trujillo y Cecilia Ursi. Voz en Off: Diego Capusotto y Alejandro Dolina. Vestuario: Maite Corona. Diseño y realización de escenografía: Norberto Laino. Diseño de luces: Leandra Rodríguez. Edición de sonido: Martin Gallo. Ilustrador: Daniel Santoro. Asistencia de escenografía: Maite Corona. Asistencia de iluminación: Susana Zilbervarg. Asistencia de dirección: Romina Soler. Productor asociado: Nicolás Sabatini. Producción: Jorge Gómez y Romina Soler.
El Camarín de las Musas. Mario Bravo 960. Viernes, 23 hs.
El peronismo siempre fue motivo de estudio en claustros universitarios no solo con respecto a su origen sino a su influencia en sus distintas manifestaciones, ya sea de derecha, izquierda, por más que sea un “movimiento” más que un partido político.
En “Limbo Ezeiza” se parte de la metáfora del movimiento como una familia, la cual –como todas-, tiene problema entre sus integrantes. Dos hijos de distintas edades esperan el arribo de ese padre al que no ven desde hace mucho tiempo. Cada uno de sus hijos tiene sus propias particularidades. José es hombre, de rígidos pensamientos en tanto a su padre y con ideas lineales en torno a su figura. En cambio, Victoria es una joven de sangre caliente, que tiene sus propias visiones del mundo, al cual desea cambiar. Todo esto ocurre en un contexto de lucha en la cual ambos hermanos se reprochan por lo sucedido.
De más está decir que ambos hijos representan tanto a la izquierda y a la derecha peronista pero la forma en que se compone a esos hijos, a partir de una relación de hermanos en armas, es muy rica. Hermanos nacidos de un mismo embrión pero opuestos en todo lo que piensan y sienten.
El “Padre” aparece junto a una especie de secretario llamado Daniel, el cual se encarga de manejar prácticamente todos los asuntos del patriarca, opacándolo incluso con respecto a la toma de decisiones. Mientras el Padre busca mostrar su predisposición para escuchar a “los chicos”, no verá con buenos ojos la efervescencia de Victoria al tiempo que José se queda mirando, a la expectativa de los acontecimientos
La construcción de los personajes es interesante al tiempo que polémica ya que la sátira y la ironía meten la cola. Un Padre dicharachero pero en una silla de ruedas que lo manejan de un lado para otro y un secretario serio y oscuro reflejan sarcásticamente la relación de Juan Domingo Perón con José López Rega. El desarrollo de las relaciones entre los protagonistas será completado por la aproximación y conocimiento del espectador con respecto al hecho histórico en si. Es el dibujo de los personajes lo que llama a la reflexión tanto a los que vivieron ese momento histórico así como a quienes son ávidos lectores de la historia reciente. Incluso también golpeará a ese espectador que solo va a “ver teatro” a partir de una historia muy bien construida.
La construcción del espacio es de muy buen gusto, tanto en su escenografía como en los objetos, que permiten jugar con la construcción de sentido. No en vano, desde una especie de ventana que tiene el cuadro de Eva Perón, aparecen tanto José como Victoria, tratando de “adueñarse” de la imagen de una Madre no recordada por el hijo pero si por la hija, a pesar de su menor edad.
Por otra parte, este tipo de puestas también permite no solo analizar al hecho teatral en si sino a quienes van a presenciarla y sus respectivas reacciones. La brecha generacional es importante al respecto. Lo que para unos será digno de estudio –más allá de la “gracia” que pueda despertar-, para otros será de dolor e incluso de insulto hacia su propia persona.
El debate, la discusión y también, porque no decirlo, una ponzoñosa polémica circunda la obra. Es menester aclarar que la polémica no es por la implicancia de la polémica en si misma sino con el fín de replantear ideas asi como de debatir conceptos.
“Limbo Ezeiza” molesta, irrita, se ríe e interpela. Por estos motivos es, casi una obligación, ir a verla.