En este contexto, se desarrolla “Manipulaciones III, el banquete”, una aproximación teatral a “El matadero” de Esteban Echeverría. No obstante, la riqueza de la puesta trasciende el conocer (o no) el texto aludido. Porque aquí, la proximidad e identificación es palpable. Un grupo de amigos que se reúne a celebrar el aniversario de la Patria y empiezan a hablar al respecto, poniendo de manifiesto sus ideas sobre el tema. Pero estos amigos son “ilustrados”. Pertenecen a un grupo que pudo viajar y acceder a las mieles del progreso y la educación aunque estas virtudes son inversamente proporcionales a su codicia, salvajismo y desprecio a todo aquél que no sea como ellos. “Gente como uno” se decía en su momento y que tenía en “Civilización y barbarie”, su biblia no leída pero que certificaba (y también perdonaba) este tipo de pensamientos asi como algunos excesos al respecto. Los amigos pueden ser patricios o de clase media. Podrán juntarse a festejar una fecha patria, ver a la Selección Argentina, o simplemente, pasar un rato de alcohol y demás placeres, algunos non sanctos. La cena transcurre y se aprecia la riqueza de un texto que va y viene a través del tiempo, atravesando ideologías y “conciencias de clase”. Las palabras inquieren, molestan, despiertan bronca y vergüenza en aquellos que son interpelados tanto por su identificación personal o quienes conocen el paño y lo aborrecen, al ubicarse en la “otra vereda”. Hay un “nosotros” y “ellos”, que son otros que no son como uno. Un mayordomo en el cual se descarga el sadismo interno o una visitante que incomoda con sus preguntas. Porque en este tipo de reuniones (extensibles a una sociedad entera), no se admiten interrogantes que pongan en duda lo establecido. No hay disenso. No hay política, no hay debate.
Las actuaciones son de gran calidad. Viscerales y exactas, en su totalidad. Al igual que en la anterior, “Manipulaciones II”, el desarrollo de la puesta se basa en la manipulación de los cuerpos que sirven para la actuación. De esta forma, se aprecia la combinación de diversos lenguajes, marionetas humanas, con danza y un toque de clown. Esta idea brinda frescura a una puesta fuerte que aborda temáticas como el racismo, la violencia, el machismo, las relaciones de poder, entre tantas otras que no han pasado de moda.
Diego Starosta creó, a partir del excelente texto de Gastón Mazieres, una puesta soberbia y actual.