Desde hace un tiempo, la Compañía de Funciones Patrióticas ha establecido una especie de “teatro de culto” por hacer obras una sola vez, en fechas patrias. Antes de presentar “37º Congreso de Revisionismo Histórico Nacional”, el cráneo de la Compañía, el actor, dramaturgo y director, Martín Seijó le cuenta a EDCL como es este proyecto y de como es mezclar humor, sátira y teatro político, sin morir en el intento.
– La idea surgió a fines de 2007, luego de leer El Gigante Amapolas, de Juan Bautista Alberdi. Así que podría decirse que, en mi caso, además de “las bases” para lo que fue la primera Constitución Nacional, a ese prócer le debo las bases de lo que es la Compañía. No solo lo digo porque ese texto fue nuestro primer montaje sino también por las características singulares de su escritura. El estilo sarcástico que subyace desde el título mismo de la obra fue clave en la búsqueda de los actores. Los necesitaba algo escépticos respecto de la función sociopolítica del teatro, con un amplio sentido del humor, alejados de todo tipo de solemnidad, dispuestos a dejar de lado su egocentrismo, sus ideas políticas, sus militancias, de tenerlas, para sumarse a una propuesta que es al mismo tiempo efímera y estable y que, como el dramaturgo Alberdi bien hizo con unitarios y federales, se ríe de propios y ajenos, de aquellos a quienes se considera adversarios, pero también de los que ubicamos como aliados o amigos, que es un modo de reírse de sí mismo. Por suerte, creo que encontré a las personas indicadas: las actrices Claudia Mac Auliffe, Paula Banfi, Natalia Olabe, Natalia Fernández Acquier; los actores Ernesto Fontes, Paolo Baseggio, Guillermo Valdez, Daniel Miranda, Leandro Ibarra; la productora Julieta Gibelli; el fotógrafo Jorge Marino; la iluminadora Fernanda Balcells; los músicos Sebastián Pandolfelli, Alejandro Millán Pastori y Ezequiel Espinoza. Son todos muy generosos en permitirme escribir y dirigir para ellos. Yo no lo haría.
-¿Cómo es la elección de los textos y posterior escritura de la Dramaturgia y/o Adaptación de los mismos?
– Soy el máximo culpable. Pero los actores y el resto del grupo también aportan lo suyo durante los ensayos. Cuando adaptamos no siempre trabajamos con obras de teatro. También hay espacio para materiales provenientes de la literatura, el periodismo, la filosofía o la ciencia dura. Y en cuanto a mis textos, están plagados de citas, son muy hipertextuales adrede. Algo que nos ocurre seguido y me gusta mucho que pase, es que alguien externo al grupo nos sugiera materiales. Eso sí, el texto debe responder a ciertas constantes que atraviesan todas nuestras puestas: vestuario uniforme, programa de mano-suvenir, merienda, himno, lenguaje audiovisual.
– Ahora están presentando el “37º Congreso de Revisionismo Histórico Nacional”. Contame un poco de la obra.
– Se trata de un homenaje en el futuro a Manuel Belgrano con anclaje en un debate muy actual: la construcción del relato histórico. El año pasado se creó por decreto el Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego, y de inmediato se escucharon voces a favor y en contra. Unos acusaron al gobierno de querer reescribir la historia a su antojo. Otros señalaron como un error mantener separados a la academia del pueblo. En la obra mostramos este debate, lo trabajamos desde el humor pero también desde un costado periodístico, siempre presente en nuestras puestas. Al comienzo de la función, el público puede observar una serie de testimonios de historiadores, políticos, escritores, científicos e intelectuales, a quienes les pedimos que nos cuenten cómo imaginan el futuro de la Patria dentro de cuarenta años, que es el tiempo en el que transcurre la obra (participaron Horacio González, Jorge Coscia, Aníbal Fernández, Alberto Kornblihtt, Luis Alberto Romero, Ana Jaramillo, Felipe Pigna, Hernán Brienza, Federico Andahazi, entre otros). Nosotros no tomamos partido por un bando u otro en nuestro trabajo. Solo hacemos resonar y friccionar estas voces en el escenario y que el público sea el que se arme su propia historia mezclando lo que ya sabía o ignoraba con lo que ve, escucha y siente durante el evento.
– Antes hacían una sola función por fiesta patria. ¿A qué se debió el cambio por una temporada con “¿Qué, cómo?”?
– La propuesta de presentarnos en el Teatro Regina nos llegó al mismo tiempo que puertas adentro nos empezamos a preguntar si el formato de realizar funciones solo en fechas patrias no nos estaba transformando en un grupo de culto para nuestro propio entorno. Ultraendogámico y parroquial. Por otra parte, con este sistema de exhibición no íbamos a ninguna parte, en el sentido de poder visitar otras ciudades y provincias, algo que es imperdonable para una Compañía que se autodefine como patriótica. Es decir, sentíamos que no estábamos haciendo Patria, que no estábamos a la altura de nuestro nombre. Esas fueron básicamente las motivaciones que nos llevaron a romper nuestra tradición efímera con determinados trabajos que se prestaran a ello. Luego nos encontramos con otras dificultades. Somos dieciséis. Y el criterio hegemónico para las giras y festivales es resolver primero el transporte antes que pensar en la calidad de lo que se va a programar. Si son muchos, es decir, más de cinco, mejor que no vengan. Es un criterio que atenta contra la estabilidad económica y emocional de cualquier grupo. Por suerte, existen excepciones a este sistema. El próximo 19 de agosto estaremos participando en la ciudad de Corrientes de la Feria del libro. ¡Y viajamos más de cinco!
– El hacer una sola función (o dos) de una obra, ¿tiene relación con lo efímero del hecho teatral, de un “aquí y ahora”?
– Sí, se trata de un aquí y ahora que se mete con el pasado o con el futuro para ajustar cuentas aunque más no sea en ese instante efímero que habilita todo hecho teatral. Esta modalidad es un camino que queremos seguir transitando porque la energía puesta en un evento de estas características es muy especial tanto para nosotros como para el público. Pero la idea es que las temporadas, como hicimos en el Regina con ¿Qué, cómo?, tengan también sus particularidades en cada función (por ejemplo, implementamos el sorteo de un libro sobre anarquismo entre los espectadores). Otra opción que probamos cuando estuvimos en el Rojas, donde nos presentamos por cuatro noches con Educación y Distancia, consistió en mostrar dos finales distintos. En uno moría el “malo” y en el otro sufrían los “buenos”.
– ¿Hay alguna posibilidad que vuelvan a hacer algunas de las obras que ya hicieron?
– Me encantaría organizar una Semana de Mayo en la que pudiéramos mostrar una obra por día. Pero no es fácil volver a materiales de los cuales apenas hicimos una o dos funciones. En este caso, sería como arrancar siempre de cero porque la memoria corporal del actor se alimenta de algo que la Compañía no practicó mucho: la repetición. Tenemos un falso repertorio compuesto por ocho obras. Sin embargo, esta falencia pienso que se puede compensar con el oficio ganado por el grupo en todos estos años. Así que, señores productores y/o funcionarios, se escuchan ofertas para la Semana de Mayo. Ojalá podamos hacer algo así en el futuro. Y en todo el país. ¡Teatro para todos!
– ¿Es difícil mantener el mismo grupo de actores a través del tiempo?
– Acabamos de tener una reunión en la que nos sacamos los ojos. Así que ahora estamos todos como Edipo. Es muy difícil, pero vale la pena mantenerse unidos en el tiempo. Nos entendemos cada vez más, aunque las discusiones y decisiones se vayan complejizando. Y cada integrante empieza a aportar desde otro/s saber/es. Por ejemplo para 37 Congreso… el actor Guillermo Valdez aplicó sus conocimientos en bioingeniería a la escenografía y al vestuario de la obra.
– ¿Considerás que la Compañía de Funciones Patrióticas es uno de los pocos que hace teatro político?
– Al menos en esta ciudad, grupos estables dedicados a teatro político se deben contar con los dedos de una mano. Es verdad que de un tiempo a esta parte (algunos especialistas señalan este cambio a partir de la crisis de 2001), la cartelera se empezó a poblar de propuestas que trabajan más explícitamente lo político, luego de una década que fue infame en muchos aspectos. Pero no son grupos estables sino accidentales, creados para una obra específica, con un/a director/a que seguirá quizá trabajando lo político o la historia por motu propio, aliándose circunstancialmente con otros artistas. En nuestro caso, la particularidad creo que radica también en que no respondemos a ningún partido, ideología o manual estético-político. Somos una auténtica bolsa de gatos. Cada felino tiene siete vidas, se dice. Dieciséis por siete. Ciento doce. Según este cálculo optimista, tenemos vida para rato.
– Ustedes utilizan el humor y la ironía para las obras… ¿El teatro político no cuenta con un halo de “seriedad” y “moraleja final”?
– El teatro político tiene mala prensa. Lo acusan de pretencioso, estafador, solemne. Aunque suene pretencioso, creo que el teatro que propone la Compañía no es para nada solemne. Es estafador respecto del modo didáctico de abordar cuestiones políticas o históricas, ya que difícilmente el público encuentre una moraleja al final de nuestras obras, o un respeto absoluto a la figura de tal o cual prócer. Así como en una ficción existe el antagonista o el antihéroe, también debería existir como categoría la antimoraleja. A Belgrano lo homenajeamos tergiversando la mayoría de sus logros. Esto puede enfadar a cierta tipo de espectador que no quiere ver los hilos del discurso histórico.
– ¿Al teatro le interesa el teatro político o prefiere “abstraerse” de la política? Esto, ya sea comercial, oficial o independiente…
– A nadie le interesa la política si no la puede relacionar con algo que lo perjudique o beneficie concretamente. Es una marca de la época. Es mi impresión, por supuesto, puedo estar equivocado. Lo mismo creo que pasa con el teatro. No hay espectadores altruistas (salvo los familiares y amigos más cercanos que vienen siempre). El público no compra la entrada si no obtiene algo a cambio: una emoción, una idea, una carcajada, incluso un consejo, dependiendo de cómo se lo intente dar. Pero una orden, nunca. Eso no va a venir a buscarlo nadie al teatro. La bajada de línea ya fue. Es un objetivo que desde el escenario solo puede parodiarse. Precisamente eso es parte de lo que hace la Compañía. Y, desde ya, nos preocupamos por el público, por hacerlo sentir a gusto, agasajarlo, que se sienta protagonista de un hecho escénico único o pocas veces visto. Por eso la merienda, los programas de mano suvenir, el gasto improductivo y no amortizable.
– ¿Cómo está ESCENA?
– Por un lado, ESCENA ya está preparando la tercera edición de su Festival, a realizarse a mediados de octubre. Por el otro, aguardamos la aprobación en la Legislatura de un proyecto de ley que beneficiará a las salas de teatro con capacidad máxima de 50 espectadores que no sean preexistentes al 20 de diciembre de 2006. En resumidas cuentas, lo que se está por lograr, gracias al acuerdo conjunto del Ejecutivo porteño y los distintos bloques partidarios, es la eliminación de algunos requisitos de funcionamiento que resultan exagerados para este tipo de espacios de experimentación, con poca o nula veta comercial.
Sábado 18 y domingo 19 de agosto. Feria Provincial “Libro sin fronteras”. Colegio Pío XI, (sobre Avda Costanera General San Martín), en la ciudad de Corrientes.