Los unipersonales, ¿tienen perfume de mujer?

Desde hace tiempo, el teatro porteño ve con beneplácito la aparición de una gran cantidad de unipersonales hechos por actrices de gran valía. ECDL notó este acontecimiento y se adentró en la búsqueda de su origen.


Una mujer sale a escena. Abre su corazón, su alma. Los aplausos coronan la función. En los últimos años, las actrices han tomado el centro del escenario con propuestas de gran calidad y temáticas variadas.

Leonor Manso en «4.48 Psicosis»

La reconocida Leonor Manso afirma que “un unipersonal lleva a una introspección. Quizás esa es una tendencia mayor en lo femenino. Hoy en día hay mucho unipersonal femenino. En los 80, había hecho uno sobre Alfonsina Storni y en los últimos años, hice ‘4.48 Psicosis’, de Sarah Kane”. Eugenia Guerty es una de las caras de ese fenómeno arrollador llamado “Toc Toc” pero cuenta con vasta experiencia en unipersonales como el excelente “Llorando me dormí”. Al respecto, saca pecho ante la situación y afirma que las mujeres “tenemos más aguante y nos la bancamos más. Somos corajudas. Sé que suena feo y feminista pero creo que las mujeres no tenemos tanto miedo al ridículo. Nosotras nos reímos de nuestras torpezas, nuestras desgracias y que somos bastante aparatas. Reimos y lloramos, con esa ciclotimia que tenemos”.


ECDL consultó a dos actores de renombre con respecto a los unipersonales femeninos. Carlos Belloso, quien tiene cuatro unipersonales en su haber, bucea en la historia del teatro para hablar de este fenómeno. “Nini Marshall fue muy inspiradora. No solamente hacía trabajos desde la radio sino que hizo ‘Se nos fue redepente’, uno de los primeros unipersonales de mujeres. También recuerdo a Edda Díaz y Cipe Lincovsky que hacían trabajos de café concert, que ahora se pueden llamar unipersonales porque es una obra de teatro con un actor solo. También lo relacionaría con cantantes de tango como Sofía la Negra Bozán, que era bastante actriz y tenía cosas de capocómica. Tampoco nos olvidemos de Gabriela Acher. Hay una historia de actrices fuertes, de ir al frente y bancársela con el unipersonal”.

Por su parte, Marcelo Savignone, otro gran actor que ha realizado varios unipersonales, sostiene que el cambio de los tiempos ha sido fundamental para el florecer de estos espectáculos. “Tiene que ver con un momento de cambio de la sociedad, donde la mujer ha adquirido un lugar de igualdad. El teatro no deja de hablar de lo que nos pasa socialmente y constantemente. Hay algo de eso dando vueltas. La mujer es más escuchada, con un marco de igualdad, lo cual me parece muy bueno. Esto alimenta al arte y vale la pena que este sucediendo esto”.

Del lado femenino, Paula Ransenberg, realizadora de “Para mi, sos hermosa”, sostiene que “hay una necesidad de contar cosas personales y femeninas. Hablar de lo que nos pasa. A mi me llegó a los 35 el decir y ver que tiene valor lo que quiero contar. Yo empecé a hacer teatro a los 12 años pero mi primer unipersonal se dio estando lejos y diciendo ‘Bueno, andá y largate. Escribí lo que tengas ganas’. Tiene que ver con contar cosas que se dan en la madurez, a los treinta y pico. No agarra a los veintipico o cuando una empieza a hacer teatro”.


Paula Ransenberg creó «Para mi, sos hermosa»

La capacidad para lanzarse a la aventura de manera solitaria, esbozada por Guerty, parece ser una característica de las actrices. Ransenberg afirma que “es mucho trabajo. Se tiene que atravesar muchas dificultades, tanto de dramaturgia, actuación y producción. Uno es su propio productor. Cuando hice mi primer unipersonal –Solo lo frágil-, con Luciana Dulitzky, se lo mostré con una vergüenza terrible. La pregunta era ‘¿Esto es una mierda o no?’. Después empezó a venir gente y ¡estuvimos cuatro años en cartel! Una dice “me mando”. ¿Qué pasa si sale mal? Sale mal y ya está. Listo.”.


Iride Mockert presentó su primer unipersonal, la muy elogiada “La Fiera”, tras una vasta carrera en teatros como el San Martín o el Centro Cultural de la Cooperación. “Es muy difícil preparar un unipersonal. Estás sola y hay que luchar contra una monotonía. Como hacer para que se reactualice el discurso, el ritmo y no perder al espectador. Hay una exposición mayor y de riesgo. La cosa, depende de uno”. Con respecto a la funcionalidad del unipersonal, Mockert afirma que “conozco a muchas actrices que generan su propio unipersonal. Lo hacen porque le es funcional a un proyecto, respecto de la autogestión y la posibilidad laboral para viajar. No es lo mismo viajar con un unipersonal que con veinte personas”.


Un tema que divide las aguas es que habría una cantidad superior de actrices que de actores. La agente de prensa y productora, Andrea Feiguin coincide con esta visión. “Hay más actrices que actores. En todos los talleres y grupos de teatro a los que he ido y participado siempre hay más actrices que actores. Me parece que es directamente proporcional a la cantidad de mujeres que se dedican al teatro”. Ransenberg coincide con Feiguin y redobla la apuesta. “La mujer siente que hay algo que falta y que se llena como se puede. Fijate que hay más actrices que actores pero hay más personajes masculinos que femeninos”.


El clown, en un punto, es un mundo aparte. Leticia Vetrano era María Peligro en “¡Fuera!”, su unipersonal de clown. Vetrano divide su residencia entre Buenos Aires y Bruselas y afirma que “en Bélgica, también hay una tendencia al unipersonal. Trabajar en grupo es difícil y está la realidad de que rinde más, económicamente, trabajar solo. Trabajé mucho por mi independencia, para no depender de nadie y moverme con libertad. Hay muchos factores que ayudan a decir “si lo puedo hacer solo, ¿por qué me voy a complicar a ajustar agendas con otra persona?”. Igual, creo que el trabajo colectivo es lo que mejor que puede pasar”. Otros unipersonales femeninos destacados, dentro del clown, fueron “Povnia”, “Querida Marta”, “Y.O” y “La última vez que me tiré de un precipicio”.

Mercedes Funes –protagonista del unipersonal “Te voy a matar, mamá”-, coincide con Vetrano sobre el trabajo en grupo. “Cuando estás en un elenco, sos parte de un equipo. Me gusta y me siento más cómoda trabajando en equipo. De hecho, es lo que más me está costando aprender. Igual lo hago bien, no lo padezco sino que lo disfruto pero la primera vez que hice la obra, en un momento determinado, cuando levanto el arma, mientras decía el texto pensé “¡Estas sola! ¡Que miedo!” y a su vez, tenía que seguir hablando, porque no tenía un compañero al cual hacerle un guiño, que me tenga la pelota y “bancame”.


Leticia Vetrano y el universo del clown

Saliendo del universo clown, en la mencionada “4.48 Psicosis”, Manso recuerda como fue el estar sentada en una especie de silla de dentista, sola en el medio del escenario del Teatro Beckett. “La obra nos llevó cuarenta y tres ensayos. Nada mas. Algunos duraban media hora porque era tal la convulsión que me pasaba por hacer el texto, que cortábamos. Le dije a Luciano Cáceres, el director, que quería que fuera una experiencia. ‘Dejemosla hablar a ella a través mio’. Entonces memorizaba y memorizaba. Me sentaba en una silla y trataba de decirlo pero me pasaban cosas. Un dia le dije a Luciano que me gustaría no tocar el piso. Pusimos varias sillas arriba y eso me ayudaba. Después empezó a aparecer la inmovilidad que no fue algo deliberado. Me di cuenta que tenía como una parálisis y que eso me potenciaba”.

En “No he dicho”, el unipersonal creado por María Marta Guitart sobre Alfonsina Storni, la protagonista jugará con cartas que representarían algunos poemas de Storni, los cuales leerá al público de manera literal o intercalados con la dramaturgia propia de la puesta. Lo que son las cartas en “No he dicho”, lo será el maniquí con el que interactúa María Merlino en “Nada del amor me produce envidia” (Teatro Tadrón). Allí, una modista, cuya idolatría por Libertad Lamarque, hace que cante tal cual la «Novia de América», recibe la visita de ésta por un vestido. Al poco tiempo, es visitada por Eva Perón que le pide el mismo vestido.


En algunos casos, las propias actrices dan rienda suelta a su faceta musical. Los instrumentos musicales conforman parte fundamental de las puestas pero sin llegar a transformarla en un musical. El piano interpretado por María Marta Guitart en “Federico tuvo un sueño” (Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco) jugaba un papel fundamental en la puesta. Lo mismo ocurría con “Melancolía erótica” (Teatro Liberarte), de y por Josefina Lamarre, quien realiza un repertorio ecléctico que resulta fundamental en la puesta en si. El mismo está conformado por canciones que van desde Los Redonditos de Ricota hasta Eurythmics.


La multimedia le permite a las actrices abrir el horizonte de sentido a varios lugares. En algunos casos, conforma parte de la escenografía en la cual van a interactuar las actrices. En el caso de “Rosa Brillando” (Teatro Querida Elena), la utilización de un retrovisor junto con tintas de variados colores conformará el escenario ensoñado en forma de caleidoscopio luminoso mientras ella hace brotar poesía en estado puro desde todo su cuerpo. Vanesa Maja, protagonista del unipersonal, recuerda que “el retroproyector es una idea de Juan Parodi, el director. Empezamos a probarlo y nos dimos cuenta que era fantástico. Se crea un mundo increíble y permite una significación poética manual y mecánica (por como se lo usa). Probamos muchas cosas y a veces vamos intercambiando elementos. Si encontramos un elemento que nos parece mejor, lo usamos. Las ramitas aparecieron en una función determinada. En el Festival de Rafaela, pasó que, cuando puse las ramitas, había un bichito caminando. No lo había visto y me iba caminando por todos lados y fue alucinante. El retratar esa forma viva es genial”.

María Merlino, sensibilidad en el unipersonal

Al igual que en “Rosa Brillando”, “No he dicho” cuenta tanto con música en vivo –el piano de Carolina Ison- asi como la utilización de imágenes que participa en la conformación del contexto en el cual desarrollará su personaje Guitart, desde la sutileza de sus pocas y exactas intervenciones, sin abusar de dicho recurso. En “Lengua viva” (El Portón de Sánchez), de María José Gabin, la multimedia vuelve a decir presente pero también con un toque sutil, que no incide o sobrepasa a la puesta en si. En cambio, en “No trates de ser Eva” (Teatro de la Fábula), la utilización de la multimedia busca conformar sentido a través de la repetición de imágenes aunque no termina logrando su objetivo.


En las mencionadas “La última vez que me tiré de un precipicio” (Teatro El Piccolino) y “Y.O” (Teatro Tadrón), la utilización de las proyecciones conforman parte de la escenografía pero con una marcada diferencia entre ambas. Mientras que en “La última vez…..”, la proyección conforma prácticamente el lugar en el cual la clown va a desarrollar sus acciones, en “Y.O”, se cuenta con una escenografía donde las proyecciones conforman parte y no la totalidad de aquella. Leticia Torres, creadora de Yoko Onda, afirma que “la multimedia es un proyector de diapositivas pero nos encanta decir que es multimedia. Ojo, también esto es una propuesta porque ahora todo el mundo pone multimedia para todo. Es como reirme de eso, no burlándome pero diciendo ‘esta es la multimedia que te puedo hacer yo’.”.

En otras ocasiones, la utilización de la multimedia es para establecer un contexto en el cual se desarrollará la puesta. En ocasiones, el carácter didáctico del mismo se contrapone con una escenografía austera aunque ésta, en ocasiones se corresponde con la proyección previamente vista y en otras, no. En “Mi primer Hiroshima” (Elefante Teatro), las proyecciones se interrelacionan con el texto de manera constante. Aquí, Lorena afirma que voló sobre Hiroshima cuando ocurrió la catástrofe. El Enola Gay y su nefasto legado serán parte del relato de la aviadora al tiempo que las imágenes se irán sucediendo detrás suyo, creando sentido a través de que se ve y lo que (no) se escucha. La ausencia de sonido potencia ese horror mudo del cual uno es testigo. De esta manera, conmueve desde un lugar diferente pero sin apelar nunca al golpe bajo ni a la cuestión didáctica o de moraleja.


Las actrices han tomado las riendas y producen sus propios espectáculos sin esperar llamados de nadie para hacer sus obras. Al respecto, Guerty recuerda una amarga experiencia. “Entendí la profesión desde la autogestión, como la base de mi actividad. Genial que me convoquen  pero también soy en función de mi propia producción y necesidad de actuar y expresarme. Tuve un problema con un productor en Mar del Plata que dejó de producir mi espectáculo. Seguí haciéndolo porque él no me daba el trabajo sino que me lo daba yo misma. Eso fue muy importante en tanto autogestión. Esto es algo que nuestra generación lo incorporó y las más jóvenes aún más. Personas de otras generaciones se quedaban esperando a que las convoquen y muchas veces, esto no pasaba, llegando incluso a depresiones”.
 

Mercedes Funes y «Te voy a matar, mamá».

El mundo interno femenino también forma parte de lo que sería la construcción de los unipersonales. Manso sostiene que “El mundo interno femenino es distinto al masculino” mientras que Guerty, retomando lo dicho por Ransenberg, afirma que “Tenemos la necesidad de decir y de oir cosas. Nos gustan las historias, las fantasías. No nos olvidemos que el público de teatro es, básicamente, femenino. Muchos hombres son llevados por sus mujeres, sean novias, esposas, tías, o lo que sea. Un grupo de amigas se junta y se va al teatro, lo cual no pasa con el hombre. Hay una necesidad de las mujeres de expresarnos, tanto como actrices como espectadoras, de querer meterse y ahondar el mundo femenino aunque no sean femeninos. Igual, muchos de estos unipersonales de las chicas no tienen nada que ver con la temática femenina”. Al respecto, Savignone se explayó con sensibilidad y acierto. “La mujer tiene algo maravilloso que es la posibilidad de dar a luz, que puede ser madre. Allí hay una profundidad muy grande. Un buen artista debe combinar ambos universos, el masculino y el femenino. Pero, creo que la mujer tiene un lugar diferente teniendo en cuenta que puede generar vida”.  

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