«After life»: Vivir solo cuesta vida


Los viajes internos y personales que desarrolla quien es protagonista de una serie o película es el nudo sobre el que se desarrolla la misma. Igualmente, el tono y la manera en que se llevan a cabo serán fundamentales para su propia identidad así como el vínculo que se establezca con los televidentes.
En el caso de “After life”, generalmente viene con una recomendación previa que hace hincapié en que “no te vas a reir” a pesar de que su creador y protagonista sea Ricky Gervais, que suele combinar el humor con la acidez de su verba/escritura.
¿Hace falta la aclaración? Si y no, porque si bien la advertencia se basa en el famoso axioma “el que avisa, no traiciona”, también abre otro camino a la sorpresa frente a lo que se ve y la reflexión al respecto.
Pero es cierto.
No te vas a reír de primera mano. A lo sumo, surgirá esa sonrisa que es una mueca de ironía y sarcasmo frente a los acontecimientos se desarrollan en pantalla.

Desde el momento en que la historia gira sobre un tema que no suele ser explorado de esta manera tan mordaz -la viudez de un hombre que debe afrontar la muerte de su pareja a causa de un cáncer de mama-, planta bandera respecto a la empatía y cercanía de un hombre que enfrenta al mundo tras el mayor dolor que le ha tocado vivir. Es la forma en que Tony Johnson -periodista del diario The Tambury Gazette- debe sobrellevar la pérdida de Lisa, el amor que lo hacía vivir y brillar en su cotidianeidad. Ella, como el faro de su vida y, en un punto, como la persona que le brindaba un freno a toda su personalísima visión del mundo. Ese pueblo ficticio de Tambury se convierte en una geografía precisa para el Vía Crucis de Tony que descarga su furia justiciera (?) contra todo aquél que se acerque a su radio de acción. Sea quien sea, más allá de sus intenciones. 

Uno de los puntos más destacables de la serie es que, a partir de un tema por demás serio como la depresión de un hombre tras la muerte de su compañera, empieza a dar su punto de vista acerca de diversos aspectos de la vida. Tal es el caso de las relaciones humanas y sus vínculos así como la forma en que se conforman los mismos Tony inicia un raid de declaraciones y posturas para nada “correctas”, que van a contramano de cualquier relación entre dos personas. La pregunta es ¿Cuánto de lo que dice Tony es “falso” o, al menos, no se “coincide”? El problema se produce cuando quien lo ve dice “Tiene razón”. Entonces, ¿vivimos en una sociedad falsa, egoísta e hipócrita en la que solamente podemos decir lo que pensamos cuando vivimos una situación por demás dolorosa”? Tony dice “Si” y quiere vivir su propio dolor, bajo sus propias reglas. Es un “Estoy vencido porque el mundo me hizo así/No puedo cambiar/Soy el remedio sin receta y tu amor/Mi enfermedad”. El dolor que debe ser manifestado como expulsado del propio ser en un intento de sobrellevarlo. Ese “Me entrego al vino por que el mundo me hizo así/No puedo cambiar” catártico que quien ha vivido un dolor extremo sabe a qué se refiere. 

La forma en que Tony recuerda a Lisa es conmovedora pero para nada empalagosa ni cae en el golpe bajo. De ahí es que cada televidente se verá interpelado de manera directa. En ese sentido, no es raro que la emoción pugne por su descarga a través de una lágrima que lucha por salir. Es el punto exacto para la resignificación personal y el diálogo interno ante situaciones acontecidas o que resulten probables. La explosión pertinente al hablar de algo que nadie quiere hablar. Es poner los miedos delante de una pantalla e ir más allá de un nihilismo urbano 2020.
Hay tristeza, melancolía y bronca pero sin derrapar en ningún momento. El flashback constante con el pasado cercano –notebook mediante- lleva parte del hilo conductor de la serie. Esa Lisa que vive su propio paso a la inmortalidad de Tony y lo sigue guiando a través de los días.   

Más allá del omnipresente Tony, los personajes secundarios tienen un mix de mágico realismo y absurda crueldad. La soledad que atraviesa la mayoría de los mismos en el marco de una sociedad que se vanagloria de estar hipercomunicada, es elocuente. La forma en que viven y sobreviven. Los miedos y las fobias sociales así como los intentos de paliarlas. La búsqueda de pareja, construir una familia o, al menos, esa compañía con la que transitar el paso por este mundo. Desde un psicólogo que combate los incendios personales de sus pacientes con nafta, hasta una entrañable “trabajadora sexual” que combina cariño y dureza en porciones iguales, cada quien termina diciendo una frase tan precisa como contundente en un contexto acorde. Párrafo aparte a las participaciones de Brandy, fundamental en el acompañamiento de Tony.


La duración de los capítulos es de poco más de media hora por lo cual el bombardeo de diálogos e imágenes es constante pero con un desarrollo por demás armónico y certero.
La satirización que se realiza sería muy difícil si el corrosivo humor inglés no estuviese a la orden del día, con una pluma excelsa en la descripción de cada una de las situaciones, algunas absolutamente disparatadas pero 100% creíbles.
En lo que respecta a las actuaciones, el elenco es 100% destacable. Cada quien tiene su momento para destacarse con sapiencia e historias ricas que podrían desarrollarse como algún spin off que sería digno de ver. Sería el caso de Matt (-Tom Basden-, cuñado de Tony y editor del Tambury Gazette), Lenny (-Tony Way-, fotógrafo del Tambury Gazette), Kath (-Diane Morgan-, encargada de publicidad del diario), Roxy (-Roisin Conaty-, la trabajadora sexual amiga de Tony), Sandy (-Mandeep Dhillon-, la joven  pasante contratada por el periódico) y Emma (-Ashley Jensen- la enfermera que cuida a Ray, el papá de Tony que está en un geriátrico). Tanto Kerry Godliman como Ray Bradley brindan las tonalidades exactas a Lisa y Ray Johnson (esposa y padre de Tony), personajes que podrían ser llevados a un extremo de caricaturización o sensibilidad.

Con dos temporadas estrenadas en 2019 y 2020, dicen que se viene una tercera temporada de After Life. Las dos primeras tienen matices propios que harán que se prefiera una por encima de la otra, pero la calidad está absolutamente garantizada. Veremos que pasa. Mientras tanto, recomendar “After life” es una casi una obligación personal y profesional en tanto y en cuanto su propuesta va más allá de ver una comedia negra, de texto y actuaciones excelentes. Ricky Gervais lo hizo de nuevo. Su pluma y su forma de ver el mundo se manifiestan en una serie que va más allá de la catarsis extrema para llegar a una resignificación total de cómo nos paramos frente a la vida, la muerte y también, más allá de ambas.  

Ficha técnica.

Idea, texto y dirección: Ricky Gervais. Con Ricky Gervais, Diane Morgan, Tom Basden, Tony Way, Mandeep Dhillon, Ashley Jensen, David Bradley, Kerry Godliman, Penelope Wilton, David Earl, Joe Wilkinson, Jo Hartley, Roisin Conaty y Paul Kaye. Temporadas: 2. Distribución: Netflix. Año: 2019-2020

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