El gran Roberto Sánchez, más conocido como Sandro, solía cantar que «Tengo un mundo de sensaciones». Algo de eso hay en «Behind her eyes», respecto a la tensión que se mantiene a lo largo de los seis capítulos de una serie en la que nada es lo que parece ser -o si-, llevándola por confines por demás extraños y atrapantes.
Aquello que comienza con un simple coqueteo entre David y Louise en un bar, abre un juego inesperado y sorprendente. Ninguno sabe que, al día siguiente, será una relación profesional siendo la segunda la secretaria del primero, un afamado psiquiatra recién llegado a la ciudad. Pero, ¿es tan simple la cuestión? Obviamente que no. Más aún cuando, por esas casualidades que nunca faltan –ni fallan-,Louise termina conociendo a Adele, la esposa de su jefe, entablando una sincera amistad.
Antes de continuar, no se me enoje estimado/a lector/a, no estoy espoileando nada. Es más,si ha leído “Behind Her Eyes”, la novela escrita por Sarah Pinborough en el 2017, sabrá como viene la mano y deseará saber cómo se llevó a la pantalla semejante thriller. En caso contrario, se podrá apreciar un “tour de forcé” intrigante que va y viene a través del tiempo para delinear varias historias que convergen en un embudo por demás sorpresivo.
El diseño del trío protagonista es heterogéneo y empático por lo que es en ese espacio donde se juega la atención de los espectadores. Inclusive, apelará a ese morbo en el que cada uno podrá linkear su propia experiencia de “trampas” y deseos ocultos. Más aún cuando empieza a surgir ese dicho que sostiene que “la realidad supera la ficción”.
La presencia de Rob, en neta referencia con el pasado, es la que brinda otro horizonte de expectativas. Con una presencia actoral que lo podría ubicar perfectamente como un miembro de la pandilla de amigos de “Trainsppoting” con su combo de drogas y marginalidad a cuestas, será parte fundamental en la historia de una Adele que tiene más secretos ocultos que la CIA y el FBI juntos.El dinamismo que tiene la serie es armónico y cautivante. Si bien no es vertiginoso, es veloz en tanto la cantidad de situaciones que se van sucediendo en el marco de seis capítulos. Pero, a no confundirse. Entra todo lo que se quiere decir, de manera integral, sin que queda nada fuera y sin “explicación”. Será por este motivo que el final sea uno de los puntos más candentes y “divisorio de aguas” entre los espectadores. Los cambios que transita la serie la llevan a un puerto inexplicable para muchos aunque las pistas están ahí. Estos giros son por demás llamativos y, probablemente, pone tanto en la pantalla que, para algunos será poco en relación a lo prometido, mientras que a otros les colmó las expectativas al 1000%
En el rubro actuaciones, Simona Brown es una Louise querible de principio a fín, con un deseo ferviente de poder vivir una vida plena como mujer y madre. Otro tanto puede decirse esa Adele que tan bien encarna Eve Hewson en sus diversos vaivenes sentimentales y espirituales. Al respecto, digamos que Eve no solo es la hija de Bono, voz líder de U2 –su verdadero nombre es Paul David Hewson-, sino cuenta con un parecido apreciable a Rachel Weisz.
El atormentado doctor David es llevado adelante por Tom Bateman que dota a su criatura de esa tensión de quien no se sabe si va a explotar –¿o será una implosión?-, si es que la cruz que carga, le permite dicho alivio.