En plena pandemia, las plataformas brindaron compañía frente al confinamiento conproductos de diversa calidad. Los temas que se trataban diferían en cantidad y calidad. Con el paso del tiempo y las restricciones aflojando, el retorno de variadas actividades permitió salir del “agujero interior” en que nos habíamos ubicado para prevenir el covid. El fútbol no podía estar ausente. Volvieron los campeonatos tanto de clubes como de selecciones, como es el caso de la Copa América en Brasil y la Eurocopa con diversas sedes.
Justamente, Netflix cuenta al día de hoy, con dos películas ficcionales que se refieren al continente europeo en relación con dicho deporte. Tal es el caso de “Verano del 92” que retrata el camino de la selección de Dinamarca a la obtención de su único logro continental y “Roberto Baggio. El Divino”, sobre la vida del enorme jugador italiano.
Los antagonismos varían en el camino del DT Richard Møller Nielsen en tanto su deseo de trascender con sus armas en la selección danesa. Desde la desconfianza de los propios dirigentes de la federación respecto a que un connacional la dirija hasta el recelo de sus propios jugadores. Más allá que la diosa fortuna jugó de su lado, es notoria la forma en que Nielsen muta a través del tiempo para llegar a su objetivo. Sobre todo si en el camino se encontraba con Suecia (su clásico rival), Inglaterra, Francia, Holanda y Alemania, en ese entonces, campeona del mundo.
Ulrich Thomsen le pone cuerpo y alma a un Richard Nielsen tan duro como, en el fondo, querible aunque no se comparta su visión en torno a cómo encarar un partido.
Por su parte, “El Divino” se enfoca más en la vida personal y espiritual del último gran jugador
leyenda de la “squadra azzurra” más que en sus logros deportivos. La conversión al budismo tiene un espacio primordial en el relato siendo el factor por el cual logra la estabilidad emocional que tanto requería el deporte de alta competición.
Aquí, el “héroe” debe hacer frente a los escollos que le plantea el propio padre hasta el reconocido DT Arrigo Sacchi dentro del seleccionado en el cual es la estrella. La figura paterna encarnada en aquello que sería la autoridad que impone el “deber ser” más allá de los deseos personales. La rigidez por encima de cualquier tipo de deseo de ser feliz. La vida como una cruz que se carga en los hombros y obediencia a las leyes. Si hay mentira de por medio, no importa en tanto el deber supremo.
Es ahí en donde ingresa el budismo como una válvula de escape frente a tanta presión monoteísta de culpa y sufrimiento. Otra forma de espiritualidad que le permite vivir con mayor felicidad la vida. El sobreponerse a los diversos escollos y siempre, con la conciencia tranquila de haber hecho lo mejor posible. Al fín y al cabo, en ocasiones, las decisiones dependen de un “otro” que no está a la altura de las circunstancias por ignorancia o ego (teléfono para Sacchi y Trappatoni).
relato. Tal como la dramática eliminación de Italia en el Mundial 90 a manos de la Argentina de Diego Maradona. Quizás, por este motivo, aquél espectador que esperaba un biopic puramente futbolera se pueda sentir decepcionado y establecer la analogía con el penal de Roberto contra Brasil en el Mundial 94. Si trata de escarbar un poco más, es probable que le quite –un poco- la venda de los prejuicios a lo referido al budismo.
Al respecto, la actuación de Andrea Arcangeli en el rol protagónico es convincente, más allá del logrado aspecto físico.
“Verano del 92” y “Roberto Baggio. El Divino”, dos propuestas diferentes e interesantes que permiten acercarse a dos momentos únicos del fútbol en tanto una selección Cenicienta de talento y perseverancia y uno de los más importantes artistas del balón de los últimos 40 años.