Llegó el día que debería ser una fiesta y no lo es. Hoy 30 de noviembre de 2020 se celebra el Día del Teatro Independiente pero no hay mucho por festejar. Más aún cuando fue ninguneado por la pomposa campaña de “Volvió el teatro” con un protocolo que le es imposible cumplir a la gran mayoría de las salas del independiente. Liliana Weimer (ARTEI-Abasto Social Club), Alfredo Martín (APDEA-Andamio 90), Anabella Valencia (ARTEI-Teatro El Popular), Macarena Trigo (Espacio 33), Emilia Bonifetti (Oeste Usina Cultural) y el director de teatro Rubén Szuchmacher visibilizan las problemas de un sector para sortear la pandemia, la falta de políticas culturales como de apoyo a la actividad teatral.
-¿Al día de hoy, cómo está la situación del teatro independiente? También les pregunto por las salas que manejan.-Liliana Weimer: La situación en general es de angustia y preocupación por las limitaciones económicas y la falta de un horizonte claro con respecto a la reanudación y la reactivación de nuestro trabajo. Muy pocas salas están haciendo funciones presenciales con las normas que fija el protocolo. Son las que tienen alguna posibilidad económica y saben que trabajan a pérdida pero lo hacen más por el valor simbólico que por cualquier otro motivo. Tienen espacios al aire libre y pueden dictar clases o realizar alguna función. La mayoría estamos a espera de que la situación general se vaya modificando mientras evaluamos cuánto tiempo podemos resistir o si debemos tomar la decisión de cerrar nuestros espacios. El Abasto Social Club, espacio en el que trabajo, se encuentra en esta última posición. Realiza algunas funciones y actividades de formación en forma virtual
Rubén Szuchmacher: Es muy complicada la situación. A la ya conocida precariedad se le sumó la pandemia, que hizo que todas las falencias del sector saltaran inmediatamente.
Alfredo Martín: Como se sabe, esto no empezó ahora pero la vulnerabilidad e informalidad es de siempre aunque se acentuó mucho durante el macrismo y terminó de desmadrarse con esta pandemia y emergencia sanitaria. Esta agonía ha crecido a diario en el 2020, frente a la indolencia de algunos sectores del poder y no se superará con soluciones rápidas o medidas homogéneas porque no son todos los sectores iguales. Asistimos con mucho dolor al desmoronamiento de la materia prima teatral independiente, utilizado frecuentemente como slogan político. Esta crisis llega en algunos casos a la desesperación de artistas que no tienen cómo cubrir sus necesidades básicas y deben recurrir a la solidaridad de nuevas agrupaciones emergentes, como Artistas Solidarios, para poder comer. En otros casos, al cierre forzado y definitivo de salas alternativas, porque sus dueños no alcanzan a cubrir alquileres y gastos con los subsidios recibidos del gobierno, ni pueden obtener algún ingreso significativo a través de la novedad del streaming.
En el caso de nuestro Andamio 90 es una sala que no se encuentra tan desfavorecida porque tiene una escuela incorporada a la enseñanza oficial y contó además con algunos subsidios que cubren mínimamente los gastos de parte del personal. Su capacidad es mayor que las salas pequeñas. Se está ajustando al protocolo el metraje y la ventilación mecánica, para tener un aforo de 28-30 personas. Igualmente, se hace imposible estrenar a principios del 2021, porque las puestas levantadas del 2020 incluían elencos numerosos. Así es que deberán replantearse y buscar programación adecuada a esta exigencia lo cual no es nada fácil. Tampoco se sabe cómo va a funcionar en tanto el vínculo entre espectadores y teatro, operado en esta pandemia.
Anabella Valencia: El teatro independiente fue herido de muerte al ser invadido por un virus letal que se expandió por el mundo entero. La pandemia ha profundizando una problemática que venía ahondándose en los últimos años del gobierno Macrista. El sector estaba en jaque, la pandemia dio el mate.
El panorama era desolador, espacios cerrados, con sus trabajadores y trabajadoras, que en su mayoría no tenían -ni tienen-, trabajos formales ni actividad a poder realizar. Les trabajadores culturales tuvimos que ampararnos en líneas de ayudas estatales, para sobrevivir. No fue facíl. Pero nos re-organizamos, nacieron así nuevas agrupaciones de trabajadores/as de la cultura como la agrupación PIT (Profesorxs de Teatro Independiente). Cientos de profes de todo el país se unieron para seguir adelante, crearon un festival, se hicieron escuchar ante los ministerios de cultura para que los tengan en cuenta en las líneas de fomento, que ahora se convirtieron en líneas de supervivencia. Agrupaciones que nuclean a los técnicos y técnicas teatrales y otras con gran trayectoria como ARTEI (Asociación Argentina del Teatro Independiente), ESCENA (Espacios Escénicos Autonomos), UNIMA, GETI (Grupos Estables de Teatro Independiente), las del Tango y la Danza, entre otras, que crecieron en adherentes y organización con el fin de visibilizarse como trabajadorxs y que sean contempladas sus problemáticas. El teatro independiente está unido, organizado, re-inventándose y con una necesidad imperiosa que el estado entienda que sin su acompañamiento dejará de existir.
Macarena Trigo: Nunca hubiera imaginado llegar a una situación tan desesperante. Durante los primeros meses supuse que vendrían transformaciones radicales y me preocupaba las imposibilidades de producción y la pérdida de público pero el maltrato político de nuestra actividad, el desconocimiento absoluto sobre cómo nos organizamos – las características de las salas, la administración casi familiar de muchas, la intimidad con la que se trabaja tanto con los equipos de producción como con los alumnos, etc. – ubicó la actividad escénica como un territorio incierto donde reinaría el caos entre multitudes y se la estigmatizó como un máximo riesgo. El sector podría haber recuperado un margen de actividad mínima atendiendo a protocolos, pero la habilitación llegó muy tarde y resulta inviable para gran parte del sector independiente. No hay sala que no esté endeudada y ahora se pretende que instalen prodigiosos sistemas de ventilación para los que no hay presupuesto. Los requisitos que surgen a raíz de esta situación deberían estar financiados completamente por el Estado. Nada anuncia que estén considerando esa posibilidad. Todo es pérdida: plata, público, estudiantes, técnicos, creadores. Muchas salas cerrarán definitivamente en los próximos meses.
Emilia Bonifetti: Es un momento de incertidumbre total. No hay señales claras que alienten a pensar que la situación empiece a remontar. Sin embargo y a pesar de todo, el sector independiente se está moviendo más que nunca. La detención que nos provocó la pandemia nos permitió parar la pelota, mirarnos a nosotros mismos y reconocer que es imposible seguir de esta manera. Es el momento de saldar una de las contradicciones más grandes de la cultura de la ciudad de Buenos Aires que se presenta al mundo como la ciudad del teatro y en donde nuestro oficio es uno de los más esclavizados por el sistema. Es ideal para dar a conocer y poner en valor un circuito que hemos venido construyendo desde hace mucho años, donde además fuimos adquiriendo experiencia. Un saber hacer que nos caracteriza por usar nuestra creatividad al máximo para poder seguir creciendo y haciéndonos un lugar.
Anabella Valencia: El teatro independiente fue herido de muerte al ser invadido por un virus letal que se expandió por el mundo entero. La pandemia ha profundizando una problemática que venía ahondándose en los últimos años del gobierno Macrista. El sector estaba en jaque, la pandemia dio el mate.
Macarena Trigo: Nunca hubiera imaginado llegar a una situación tan desesperante. Durante los primeros meses supuse que vendrían transformaciones radicales y me preocupaba las imposibilidades de producción y la pérdida de público pero el maltrato político de nuestra actividad, el desconocimiento absoluto sobre cómo nos organizamos – las características de las salas, la administración casi familiar de muchas, la intimidad con la que se trabaja tanto con los equipos de producción como con los alumnos, etc. – ubicó la actividad escénica como un territorio incierto donde reinaría el caos entre multitudes y se la estigmatizó como un máximo riesgo. El sector podría haber recuperado un margen de actividad mínima atendiendo a protocolos, pero la habilitación llegó muy tarde y resulta inviable para gran parte del sector independiente. No hay sala que no esté endeudada y ahora se pretende que instalen prodigiosos sistemas de ventilación para los que no hay presupuesto. Los requisitos que surgen a raíz de esta situación deberían estar financiados completamente por el Estado. Nada anuncia que estén considerando esa posibilidad. Todo es pérdida: plata, público, estudiantes, técnicos, creadores. Muchas salas cerrarán definitivamente en los próximos meses.
Liliana Weimer encabeza ARTEI |
LW: Con Cultura Nación tenemos abierto un canal de diálogo y sabemos del trabajo tanto desde el propio ministerio como del Instituto Nacional del Teatro. Si bien deben llegar al auxilio de la cultura de todo el país y esto hace que no siempre sea suficiente esa ayuda, nos tranquiliza saber que se siguen pensando políticas para terminar de atravesar esta emergencia y la crisis que ha provocado la pandemia.
RS: Sólo en parte, fue más escuchado por Nación, proporcionalmente hablando, ya que debe atender a todo el país. La Ciudad fue muy avara con sus ayudas, y tampoco supo elaborar una política de asistencia efectiva para las salas y los elencos.
Con el gobierno de la Ciudad, excepto una pequeña ayuda otorgada a través de la A.A.A. y con la intervención de Proteatro, no hemos tenido eco con nuestros pedidos, por más esfuerzos que pongamos para ser escuchados.
AV: Las ayudas estatales fueron un poco desparejas. Desde Nación Cultura el Instituto Nacional de Teatro salió enseguida con el Plan Podestá, y luego con el Sostener Cultura I y II, el Desarrollar, el Fortalecer y está llegando el Reactivar. Todas estas líneas son y fueron a raíz de la Emergencia Sanitaria. También el Teatro Cervantes realizó una convocatoria que derivó en la realización de decenas de obras por streaming que están filmándose todavía, dándole trabajo a cientos de artistas, técnicos y diseñadores.
En cambio, la Ciudad no estuvo a la altura de las circunstancias. Se ha limitado a dar las líneas de ayuda habituales que ofrece desde Impulso Cultural, Proteatro, BAMúsica, Fondo Metropolitano, Mecenazgo, Prodanza y Bamilonga. No dio nada extraordinario, a pesar que estas líneas habituales fueron colmadas de pedidos más que nunca, y para completar la grave situación, no han sido eficaces burocráticamente, es el día de hoy que no se han ejecutado todas las líneas y hay espacios y trabajadores que todavía, llegando a fin de año, no han percibido nada.
LW: Con ARTEI tuvimos una reunión muy desalentadora con el ministro hace ya unos meses en los que vimos que no había posibilidades ni voluntad política para encarar alguna solución. Por eso en octubre, iniciamos una campaña con una carta abierta al Jefe de Gobierno y al ministro que continuó con una campaña visual de nuestros teatros convertidos en baldíos y concluye ahora en el Día del Teatro Independiente de CABA. Debo decir que habíamos trabajado acompañados por el ministerio, por ejemplo, hace un año para la realización del Día del Teatro Independiente 2019. En otras ocasiones habíamos sido escuchados por el ministro y su equipo pero no es lo que está sucediendo ahora. Hubo un cambio de actitud y creemos que la decisión seguramente es del Gobierno de la Ciudad. No sabemos cuál será la deriva de todo esto. Particularmente siento mucha decepción.
Ruben Szuchmacher, palabra autorizada del teatro |
RS: La gestión de Avogadro tiene un error de fondo, arrastre del desastre que ya dejó Hernán Lombardi en ocho años de Macri, siguiendo las peores teorías de Puig Picart, que hablaba de “crear ciudadanía” desde la cultura, pero a costa de los artistas. Avogadro sigue esta línea, promoviendo una suerte de populismo participativo que hace mucho ruido pero que no deja ni cimienta nada. Un buen ejemplo es “La Noche de los Balcones”, en plena pandemia. “Cultura” barata y ruidosa, pero nada consistente, en definitiva. Y uno de las cosas que debe hacer la política pública es crear bases sólidas para el funcionamiento de las instituciones, las culturales en este caso.
AV: Avogadro brilló por su ausencia, las pocas organizaciones que han tenido contacto con él sólo han recibido como respuesta “que no hay dinero”, que hay que pedir a Nación. En los últimos meses se sumó la excusa del punto de coparticipación que Nación le sacó, así que terminó de cerrar las puertas. Además, vemos un 2021 mal encaminado. En la presentación del proyecto de ley del nuevo presupuesto 2021, Cultura es el gran perdedor, estaría bajando 16 puntos en relación al 2020. Fue una gestión vergonzosa y se vislumbra una peor aún. No sólo desoyó el pedido del sector de declarar la #EmergenciaCulturalBA, sino que además nos castigan aún más presentando semejante presupuesto.
Desde APDEA y Andamio 90, Alfredo Martin |
LW: Más márketing que otra cosa. Nosotros estamos diciendo que “el teatro independiente en CABA no volvió” y esa es la consigna principal que nos aúna en este día del teatro independiente. Ni siquiera han pensado en alguna línea de ayuda para las adecuaciones a un protocolo que nos resulta oneroso y complicado o en alguna manera de colaborar para las eventuales reaperturas.
Otro aspecto fundamental a señalar es la falta de políticas sobre el público, que no ha sido preparado para esta vuelta. Se presume que, con solo avisarles, van a ir corriendo a las salas y lo harán a ciegas sin miedos, ni modificaciones subjetivas respecto de su vínculo anterior con el hecho teatral. Un público autómata y numérico al que puede convencerse para que asista. No hay teatro sin espectador, por eso es importantísimo darle su verdadero lugar.
RS: Pensé que fue una manera de sacarse el verdadero problema de encima. Comenzaron con funciones algún espacio del San Martín, algunos teatros comerciales, algún teatro independiente, no mucho más. Eso no puede llamarse “Volver al Teatro”. No tiene relación con la actividad intensa de teatro que hay en la Ciudad. Por otra parte, sigue siendo inexplicable que el Teatro Colón no haya abierto ya.
Anabella Valencia, desde el Teatro El Popular |
Ahora bien, si ese protocolo no se instrumenta junto a otras medidas que atiendan a la #EmergenciaCultural, como un proyecto de amparo económico, una abstención de impuestos, una financiación para los requisitos técnicos que implica la puesta en práctica, etc, lo conseguido se transforma en un arma de doble filo que divide las aguas. Pero la división no debería ser entre tipos de teatros, el problema no son las diferencias entre circuitos, sino la incapacidad de promover una gestión cultural inclusiva a nivel nacional. Si Nación no marca el camino de forma contundente, las jurisdicciones no se involucrarán.
EB: Que vuelva el trabajo es super importante. No hay manera que no celebre que vuelva el teatro, el comercial y el oficial. Se puede cuestionar los protocolos en esos sectores pero creo que el verdadero problema es que nuestro teatro -el independiente que es el que contiene a la gran mayoría de los actores y actrices de este país y es el semillero de todos los buenos actores que llegan al circuito comercial y oficial- no está siendo identificado. Niegan nuestras limitaciones y nos ponen en un lugar de pura vocación y servicio sin identificanos como trabajadores. La noticia de que vuelve el teatro como una generalización no hace más que reforzar lo que mencione anteriormente. Estamos tan fuera de los márgenes que ni existen protocolos para nosotros y nuestro teatro no está volviendo a ningún lado. Estamos en serio peligro de extinción.
LW: ARTEI estuvo involucrado y participó en la elaboración del protocolo, sobre todo para la fase 1 que permitía en alguna medida algún que otro ensayo y la realización de streming en vivo. Luego, en estas últimas instancias, la participación fue mucho menor. Quiero aclarar que no había posibilidades de protocolos más flexibles para nuestros espacios y que eso es potestad de las autoridades de salud nacional y luego de la ciudad. Es decir, el protocolo es una herramienta que, por ahora, permite lo que permite. Las autoridades sanitarias tienen esa última palabra que -al menos unos cuantos más respetamos- lo que falta es el acompañamiento del estado municipal para su implementación.
Ahora desde un principio de dicha convocatoria al Protocolo, se nos informó que quienes lo confeccionarían serían, dicho Ministerio junto a AADET, ESCENA y ARTEI, más la Fundación Huésped, consensuado con la superintendencia. Una vez elaborado, lo hicieron circular para que aportáramos nuestra posición e hiciéramos saber qué nos parecía, lo cual hicimos. Hubo una coincidencia en no demorar más la apertura de la actividad, entendiendo que era demasiado tiempo y el costo de la parálisis era altísimo. Se dejó en claro que era un protocolo escrito que se debía poner en práctica con la mayor rigurosidad, pero cuya aplicación había que observar de cerca e ir relevando para ver los inconvenientes y dificultades que surgirían. La inversión requerida por los espacios para llevarlo a cabo; la ayuda para solventar esos gastos de acondicionamiento del espacio y la capacidad limitada de los espacios pequeños frente a la reducción de los aforos, se explicitaron desde el lado del sector del teatro independiente como una imposibilidad desde el vamos. Se habló de la generación de espacios de diálogo y mesas de trabajo así como una articulación conjunta para propuestas y sugerencias consensuadas, sobre la aplicación del protocolo, entre todos los sectores, oficiales y no oficiales. Esto, lamentablemente no se concretó y se están viendo las consecuencias de esta falta. Se produjo una división entre los que sí pudieron abrir (que tienen sobradas razones para afirmar sus derechos a trabajar y desarrollar sus proyectos -hay equipos que tienen pagos derechos de autor, que vencen sin que hayan podido llevarlos a escena, por ejemplo-) y aquellos que no pueden hacerlo y cargan con lo injusto y absurdo de que se festeje esta desigualdad y se promocione esta fractura lamentable como si fuera la solución del problema.
«Curacó», una gema inolvidable del Oeste |
LW: De alguna manera se vivió como un pequeño avance, un pasito más. Pensemos que antes no teníamos absolutamente nada… Quizá algunos pocos entusiastas que creyeron que con esa herramienta podían abrir y se les iba a colmar el teatro, lo festejaron sin poder ver el panorama general pero ha sido minoritario ese segmento.
AV: En el caso de los medios de comunicación masivos no me sorprende, porque son mercantilistas. Ya estamos acostumbrados a que no nos miren, no nos tengan en cuenta, que nos ignoren y que nos tengan miedo, porque mostrarnos sería dar a luz que otra forma de relacionarnos es posible. Pero sí me sorprendió la falta de conciencia de clase de muches trabajadores del sector. Como si no se reconocieran a sí mismos. Me hace acordar a les trabajadores que están en contra del impuesto a las grandes fortunas.
EB: No seguí mucho las repercusiones. Lo que sí puedo decir es que salvo medios muy independientes, no existen otros con mayor alcance que aborden el fondo de nuestra problemática. Nos reivindican desde un lugar más vinculado al sacrificio y entrega pero no como trabajadores. No hay investigaciones que pongan el valor de nuestro circuito y el alcance de nuestras propuestas, no sólo en términos de contenidos sino nuestra posición política en cuanto al arte y la construcción de sentido desde ese lugar.
LW: Ayer domingo 29 de noviembre nos manifestaremos en nuestras redes sobre el Día del Teatro Independiente que es en realidad el 30/11 pero como esa fecha coincide con el Día del Teatro y hay un evento nacional desde La Pampa que realiza el INT, no quisimos superponernos. Por eso lo hacemos un día antes.
AV: Todas las salas de ARTEI presentamos ayer domingo 29, un manifiesto encabezado con la siguiente frase: EL TEATRO INDEPENDIENTE DE CABA NO VOLVIÓ.
RS: Para contestar esta pregunta deberíamos explayarnos acerca de todo el teatro independiente de los últimos veinte años. Lo cierto es que las salas que puedan existir serán aquellas que tengas recursos propios para su subsistencia. Lo más probable es que pervivan las salas de aquellos que son propietarios. No creo que, para sobrevivir, el mercado tenga nada que hacer. Al llamado “mercado” no le interesan lugares tan poco rentables. Igualmente para contestar la pregunta, habría que pensar que no solamente las salas son el teatro independiente. También los artistas son parte importante, aunque no tengas salas. En general, no suelen estar muy presentes en las decisiones sobre el sector. La falta de relación entre las salas y los artistas que las habitan es uno de los misterios más grandes de la escena porteña.
O como decís, quizás buscan que quede solo una parte del mismo. Será esa parte que de independiente solo tiene el nombre, porque en realidad obedece a sus intereses personales. Es la más inofensiva para el establisment y pueden manejar la crisis con recursos de otro orden. En ese caso estamos preparados para defendernos. Creo que los espectadores seguramente estarán de nuestro lado.
RS: El debate sobre todas las cuestiones ligadas con la cultura y el arte es imprescindible, pero no veo que haya una voluntad verdaderamente seria por parte de las autoridades, precisamente porque ese debate, cualquiera sea el resultado, las terminaría cuestionando.
«Esas cosas que se dicen», una belleza de Espacio 33 |
LW: El movimiento teatral independiente es resiliente, por lo cual quienes sobrevivan continuarán. La realidad es que la actividad quedó herida de muerte y sabemos que no todxs podremos continuar. Tampoco se vislumbra todavía qué tipo de cambios se impondrán en nuestras costumbres, en nuestra manera y en nuestras realizaciones. Mientras tanto, quienes tenemos alguna responsabilidad sobre nuestros colectivos artísticos y de gestión, seguiremos en la pelea por la vida de la mayor cantidad posible de salas, de trabajadorxs y de compañerxs de camino. El futuro lo veo resumido en una palabra: incertidumbre. Como responsable de una agrupación como ARTEI, referente del teatro independiente en la ciudad y que tiene una historia tan importante construida por teatristas de primer nivel y sostenida por compañerxs incansables, tengo la obligación de mirar hacia adelante, continuar la lucha por la supervivencia y ser optimista en cuanto al futuro.
AV: Espero que el Estado pueda estar a la altura de las circunstancias. Que preserve a su patrimonio cultural, que las líneas de subsidio habituales se agilicen burocráticamente, y que se crean nuevas líneas que contemplen a la totalidad de sus trabajadores/as culturales y a las salas que alquilan que le tienda una mano extra. Que estas organizaciones culturales que se formaron y las que se afianzaron sean fuente de sostén, que sigamos re-inventándonos y solidarizándonos. Y que podamos entendernos como una sociedad justa, contemplando al otro y no los beneficios propios.
-Si. Fue una de las primeras salas en anunciar el cierre. Una decisión muy dura porque habíamos consolidado un equipo de trabajo excelente y el 2020 se anunciaba como un gran año. Había planes de coproducciones, proyectos de formación en provincia, estrenos, un festival, medio año de programación confirmada. Cerrar un espacio cultural en su mejor momento es una situación absurda. Aún no pudimos digerir la pérdida y, como tantas otras cosas en estos momentos, siento que es una herida de la que no quiero olvidarme.
-Estamos en plena transición. Acaba de vencer nuestro contrato de alquiler y estamos en un momento de ver cómo darle continuidad a la sala. Oeste lo fundamos con Graciela Camino en el 2008. Llegamos hasta acá dando todo y casi sin reparos. Hoy creemos que tenemos un ciclo cumplido y es hora de pensar una renovación en su funcionamiento. En ese sentido estamos 100% abocadas a buscar quienes quieran tomar la posta de la dirección del Oeste. Por nuestra parte y a pesar de la pandemia, el macrismo y el pésimo 2020, nuestra gestión logró llegar al final del contrato sin deuda y con todos nuestros compromisos cumplidos. Oeste es una de las pocas salas de Buenos Aires que tiene habilitación definitiva. Está ubicada en el histórico Mercado del Progreso y fue declarada sitio de interés cultural por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. Desde el Mercado del Progreso, saben que estamos en la búsqueda de alguien que tome la posta y nos están acompañando pero con la advertencia de que si alguien aparece primero y lo alquila para usarlo como depósito no les quedará otra que aceptar. Estamos a contrarreloj, como siempre y más que nunca.
Exlente descripción dé n Estado de Cosas que deteriora la Cultura y la vida de los Artistas y comunidad teatral toda!