Teatro independiente. ¿Volver o no volver?

Apenas se autorizó la apertura de los teatros, hubo una ola de algarabía por parte del sector. No obstante, las problemáticas y las variables son diferentes de acuerdo a quien le atañe. No es lo mismo el teatro oficial, comercial e independiente. 
Al respecto, el actor y director Martín Ortíz, del Teatro El Crisol, baja el tenor de la alegría y llama a la reflexión sobre varios aspectos, saliendo de la comodidad del aplausometro teatral y vitorear el tan ansiado retorno. No sea cuestión que termine siendo peor el remedio que la enfermedad….

Por Martín Ortíz 

En tiempos en que se empieza a tener la sensación de ir dejando atrás las mayores restricciones por la pandemia, surge un debate: Teatro, ¿sí o no?


Hay una cuestión central que pone marcha cierta lucha por el retorno de la actividad: se han habilitado actividades que, en su cercanía física, no difiere mucho de las requiere la actividad teatral. Diez personas pueden juntarse a jugar al fútbol (deporte de contacto) pero doce, cinco o tres actores y actrices no pueden compartir un escenario. En un colectivo, desde hace algunos meses, veinticinco personas pueden viajar sentadas a una distancia mucho más próxima que aquella que separaría a estas mismas dos, en una sala de teatro. Pero esos dos pasajeros no pueden estar cerca como espectadores, ni siquiera con aforo limitado en las salas.
Surge la pregunta/reclamo/exigencia: ¿Por qué ellos sí y el teatro, no?


El problema de esta cuestión es que, en ese -justo- reclamo, se pretende tratar al Teatro como una unidad sin tener en cuenta las diferencias que lo atraviesan, algo que sí se considera en otras discusiones. No dudo que el Teatro Oficial o el Comercial puedan garantizar determinados protocolos, condiciones de la sala, distanciamiento de los espectadores y reactivarse parcialmente. El Teatro Oficial está, por definición, financiado por el Estado y sus gastos se pagan mes a mes, haya o no haya pandemia. Excepto los sueldos de los artistas que han dejado de trabajar. En este ámbito, las salas pueden funcionar con un aforo del 50%, por ejemplo, comenzando a garantizar el trabajo de decenas de artistas de todas las ramas y, al mismo tiempo, asegurar condiciones de sanidad óptimas para los espectadores.
El Teatro Comercial no cuenta con el financiamiento total de Estado y necesita reactivar para cubrir gastos, además de los artistas que, trabajando en ese ámbito, generan su ingreso.
 
¿Y el teatro independiente?

Los teatros y los artistas que desarrollan su actividad en el prolífico ámbito independiente, ¿tienen que volver a la actividad para ganarse el dinero que necesitan? Con aforo limitado, en las salas de 30, 40 o 60…¿Las salas, los artistas, los técnicos, ganan dinero por las funciones? ¿Cuántos artistas dependen de sus ingresos por cooperativa? ¿Cuántas salas cubrirán su gastos fijos de servicios, alquileres y, en algunos casos, hasta cuotas de préstamos? ¿Cuánto habrá que cobrar las entradas para que a todos les rinda la esperanzadora convocatoria de llenar las salas? ¿Se va a cobrar $700, $800, $900, para que la actividad justifique su inicio en términos económicos? ¿Habrá público que pague esas entradas? ¿Habrá público que pague $350, $400 o $450? ¿Habrá público?

Si bien ha bajado cuantitativamente el nivel de contagios, no se ha detenido ni está en niveles insignificantes. ¿Y si se contagia un integrante del elenco? ¿Si se contagia el responsable técnico que en el teatro independiente es uno o una para todas las obras? La alegría por el regreso podría durar un par de semanas.
No estoy hablando de Arte, de Teatro, sino de todo lo que, en este momento, amenaza su desarrollo. ¿Es tiempo de defender nuestro impulso creador como si estuviera siendo obstruido por el Poder, como si esta fuera una batalla contra una tiranía? Para volver a la actividad como sea, ¿vamos a convencernos de que estamos en una batalla necesaria por la libertad y contra la censura? ¿Le vamos cargar un exagerado tinte heroico a esta demanda?
 

Mientras escribo, a través de la cuenta de twitter del Multitabarís, me llega la información. “Se confirmó el regreso de la actividad teatral y musical con público presencial en salas de espectáculos. La Jefatura de Gabinete de la Nación inicia la aprobación de las solicitudes de habilitaciones que presenten las jurisdicciones, con el compromiso de agilizar el regreso.” Una buena noticia…aunque éstas suelen tener su “pero». 

Cuando se lee el protocolo en detalle y se piensa en su aplicación al Teatro Independiente, es aún peor de lo que uno se animaba a suponer. 
La capacidad máxima posible será del 30%, aunque también puede ser del 25 o el 20% dependiendo de la ventilación que tenga la sala. Esto quiere decir que la mayoría de las salas podrán tener una capacidad máxima que oscilará entre doce y veinte espectadores. Ni siquiera vale la pena entrar en el detalle del rédito económico posible.
Cuando pasamos a los requisitos de los elencos en escena, descubrimos que el teatro es considerado mucho más peligroso que tomar unas cervezas o jugar un partido de fútbol 5. En el bar o la cancha de cesped sintético, no se exige el distanciamiento de dos metros; entre actores y actrices en escena, sí. Se exige también proveer de alcohol en gel en la escena y, si la cercanía es de 15 minutos o más, deben ponerse barbijo. Ya imagino a Hamlet limpiándose las manos con alcohol luego de su encuentro con el fantasma de su padre. Y no me quiero ni imaginar a Blanche DuBois y Mitch viviendo su tensión con barbijo.
 
En función de la Salud Pública y la continuidad del Teatro, se diseña un protocolo que atenta contra el arte. ¿Reclamamos el regreso del Teatro como símbolo de libertad y aceptamos un protocolo que nos limita aún más que a un partido de futbol o unas birras en un bar? ¿Vamos a festejar este desatino?
 
El Teatro Independiente se encuentra, en este momento, realizando una fuerte demanda al Gobierno de la Ciudad, criticando su falta de una política fuerte de apoyo económico al sector. Un reclamo que ya lleva meses y no ha encontrado respuesta en Enrique Avogadro, Ministro de Cultura de la Ciudad. Solo fueron evasivas, dilaciones y silencio.

Finalmente, la respuesta de la Ciudad a este reclamo, ¿será la apertura con protocolos y aforo limitado en el Teatro Independiente? Si es así, no podemos frenar la campaña reclamando a la Ciudad un apoyo económico significativo para Espacios y Artistas de la Cultura de la Ciudad en General y el Teatro Independiente en particular. El gobierno de la Ciudad es un Gobierno neoliberal, más enfocado en la acción de recaudar que en la de invertir. Justamente, este tipo de iniciativas son consideradas, para un gobierno como este, como un mero y superfluo “gasto”.

Que nuestra pasión e impulso creador, junto con la necesidad de llevar nuestro arte al público, no se transforme en nuestro enemigo. No sería asombroso que, ahora que habilitan el “teatro con protocolos”, nos nieguen el apoyo económico que tanto reclamamos y necesitamos con la víl excusa que «ya estamos en actividad», la pandemia ya no nos afecta y estamos como en Noviembre de 2019.
 
Como dice mi amigo Héctor, “que no se aprovechen de nuestra vocación”.

0 comentarios en “Teatro independiente. ¿Volver o no volver?”

  1. Es muy claro. Son muy insensibles y mediocres para pensar en la importancia de la cultura.
    Usarán esta "apertura", para evitar el apoyo al colectivo Independiente.
    Nos usan: se ufanan de ser la Ciudad con mas Teatros Indenendientes y nos abandona al a suerte del "mercado".

  2. Y muchos medios de comunicación que aplauden como bobos esta apertura. De los masivos, podrá ser porque ni tienen idea o hay una pauta publicitaria pero ¿¿los alternativos??

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