Libro: “Actuar como loco” de Alan Robinson

Teatro, locura y chamanismo. Serán estos los ingredientes con los que el actor y director de teatro Alan Robinson concibe un libro personal pero no catártico en el que plasma su experiencia de dos internaciones en institutos neuropsiquiatricos y la forma en que el teatro le permitió desarrollar otra faceta para superar sus problemas psicológicos.


Con un diagnóstico de “trastorno bipolar” y dos internaciones a los 16 y 26 años, Robinson escribe con el corazón y el sano deseo de dar a conocer su experiencia.  Pero a no equivocarse. No es un libro de autoayuda. Por el contrario, es una historia de vida en la que Robinson cuenta y no predica. No se arroga el derecho de un héroe que bajó al infierno de Orfeo y vivió para contarlo e “iluminar” al resto de los mortales. 

En las 218 páginas de fácil lectura que tiene el libro, Robinson abre diálogos entre distintas ideas y referentes personales que van más allá del teatro. Antonin Artaud se dará la mano con Rodolfo Kusch al tiempo que Juan Carlos Gené y Alberto Ure departirán con Aurelio Diaz Tepankalli y Glauber Rocha. Será a partir de esta combinación variopinta que el propio Robinson establece su personal idea del teatro. Tan rica y abierta como propia y versátil. Pero ojo, a no confundirse y mal que le pese a los académicos, “Actuar como loco” sienta bases en una forma de concebir el teatro. A la manera del ex campeón mundial de ajedrez Mikhail Tal cuando era consultado sobre su forma de jugar y los sacrificios de piezas que solía realizar, Robinson dirá que «hay dos formas de hacer teatro, la correcta y la mia».Y hay tantas formas de concebir al teatro como gente que lo lleve a cabo. La idea de Robinson es que “el teatro pueda mejorar esta sociedad enferma” y lo dice de manera clara y fuerte. “Mi relación con el teatro es mi relación con la locura”.
Sus ideas son por demás particulares asi como polémicas en tanto a sus concepciones personales (“me propongo en cada obra mostrar a la locura como un estado de la conciencia”) asi como reflexiones políticas (“la sociedad de consumo es en realidad, la verdadera enfermedad de esta sociedad”).


Por otra parte, no olvidamos sus ideas con respecto a la psiquiatría y a sus profesionales (“los pacientes somos vistos como clientes o delincuentes en potencia) asi como al trato por parte de la Academia Teatral, con el inefable Jorge Dubatti a la cabeza. “Un señor que se ha perdido en su ambición y delirio de creer que el teatro el literatura filosófica (…) Pero no comparto la política conservadora, hipócrita, unitaria y autoritaria de la UBA en cuanto a qué decir y cómo decirlo en una tesis de posgrado. La psiquiatría, como la academia, es conservadora pero con consecuencias mucho más dolorosas”.


El libro, que cuenta con prólogo de Vicente Zito Lema y fue editado por Milena Caserola, es muy difícil de clasificar ya que abre tantos puntos de conflicto que termina siendo inclusivo de varios temas. Uno más atrapante que el otro. Fuerte en la descripción de sus momentos personales, es sensible en tanto que no deja que el criterio del “deber ser” establecido para un libro, lo atraviese. Fresco y dinámico, es atrapante de principio a fin, más allá de coincidir o no con los planteos que realiza. Inclusive, abre puertas al debate, logrando aquello que se le exige a una obra de teatro, abrir interrogantes más que otorgar respuestas.

Declarado de “Interés Social y Cultural de la Ciudad Autonoma de Buenos Aires”, Alan Robinson abrió una canilla de la cual no para de salir un agua que limpia y purifica al tiempo que trae claridad en temas tan difíciles como la psiquis de los individuos, el trato a los pacientes al tiempo que mira de reojo a la Ley de Salud Mental. 


Otro punto a destacar del libro es la forma de difusión que ha tenido. Robinson logró un importante suceso al publicitarlo en Facebook pero con una paciencia y una constancia que, con el paso del tiempo, le rindió sus frutos. La entrega personalizada del mismo (de la cual muchos han –hemos- tomado como ejemplo) hizo que el libro contase con un aura que combina lo artesanal con lo profundo de la obra. De esta manera, golpeando puertas y con un material acorde, logró un reconocimiento pocas veces visto en estos emprendimientos.


“Actuar como loco” es de esos libros que captan inmediatamente la atención desde su lectura al tiempo que dejará conceptos e ideas que combinarán la pluma, la mente y el corazón.

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