Noche fría en Buenos Aires. Estamos en octubre pero parece julio con los ocho grados de temperatura que atraviesan la ciudad.
La tediosa espera con ese frío en la puerta de La Trastienda hizo que se calentaran algunos ánimos. Más allá de la bronca por no poder ingresar al recinto, había mucha expectativa ante el debut de A 18 Minutos, grupo integrado por Machi Rufino en bajo, Luis Ceravolo en batería, Guillermo Arrom en guitarra y Andres Beeuwsaert en teclados. La idea de la banda era recrear de manera completa “A 18” del sol”, disco tan rico como enigmático en la obra de Luis Alberto Spinetta.
La Trastienda estaba colmada. Pasaron treinta minutos de la medianoche cuando se apagaron las luces y salieron los músicos a escena. “Toda la vida tiene música hoy” dará el puntapié inicial a un concierto memorable. Será Machi quien se hará cargo de las voces, con la colaboración de Arrom y Beeuwsaert en coros, realizando contrapuntos o dúos en algunas ocasiones. Tal es el caso de “Viejos mascarilla” que tiene en voces a Machi y a Arrom.
Los arreglos son delicados y se aprecia que la banda suena ajustada y fresca en su sonido e interpretación. Ésta será una constante en una noche inolvidable en la que el pasado y el presente se dan la mano en la sana idea de reivindicar lo que muchos consideran un disco de transición entre Invisible y Spinetta Jade. El mismo Machi lo explica antes de interpretar “¿Donde está el topacio?”, segundo tema del show. “Queríamos rescatar una música que no fue entendida en su momento. Esto no es un homenaje ni un tributo”.
Al escuchar esa gema llamada “Canción para los días de la vida” se producirá ese momento en el que se intenta entender el porqué de la incomprensión para con el disco. Publicado en 1977, Spinetta se aleja de la coyuntura del momento para crear canciones tan delicadas como profundas. Con netas influencias jazzeras, el disco es una transición entre Invisible y Jade pero sin que esto implique ser deudor o condición de producción de estos proyectos. Tiene una identidad propia que lo hace gambetear cualquier tipo de definición. En este sentido, lo que queda de manifiesto por enésima vez es la curiosidad constante y la búsqueda de nuevos caminos de esa mastermind llamada Luis Alberto Spinetta.
“Eternidad imaginaria” brinda uno de los momentos de mayor virtuosismo del recital mientras que la presencia de Gustavo Spinetta en batería para “Viento del azur” abre el camino de la emotividad. Más aún cuando el propio Gustavo había sido partícipe de la grabación del tema original junto con Luis y Marcelo Vidal en bajo. Será en este instante en que una fugaz mirada al público permite apreciar lo sagrado del momento. Algunos cantando las canciones en voz baja, otros comodamente ubicados y con ojos que viajan a través del tiempo para ubicarse en algún período determinado en la propia vida. Son esos dialogos personales que, música de por medio, se realizan con uno mismo.
El clima de serenidad que atraviesa el show le permite a Machi contar que el tema instrumental “Telgopor” tenía una historia particular. “Luis había firmado para tocar con Diego Rapoport y quería hacer un tema con su nombre. De ahí viene, por una cuestión de parecidos, el “Telgopor”). Como no podía ser de otra manera, será el tema homónimo del disco el que ponga punto final a la interpretación del álbum recordado. El teclado y la guitarra en primer plano para un sonido sublime.
Hay un momento destinado a Spinetta Jade con dos temas como “Diganle”, con Juan Pablo Rufino –hijo de Machi- en bajo y “Era de uranio”. Un inoportuno pero brevísimo corte de luz hizo pensar lo peor pero el poder de la música todo lo puede. Tras cinco minutos, vuelve la luz con una excelente versión de “Durazno sangrando” que lo encuentra a Arrom en guitarra acústica, Beeuwsaert con unos arreglos de teclado que te dejan boquiabierto y un breve pero conmovedor solo de bajo de Machi.
El final llegará con un tema “ochentoso” de Spinetta en el que participaron tanto Arrom como Machi. Suena “Lejísimo”, de ese gran disco que fue “Tester de Violencia” para poner punto final a la velada.
¿Será asi?
Tras un breve descanso, vuelve la banda para hacer una exquisita versión de “Los libros de la buena memoria”. La ovación es increíble y solo mengua cuando se cierra el telón.
Termina el show y quedan sonando las palabras de Machi de su deseo de seguir presentando “A 18” del sol”. Ojala sea posible continuar con la difusión de un disco de gran calidad que, con el sonido que le imponen cuatro músicos sublimes como Machi-Ceravolo-Arrom-Beeuwsaert, es menester escuchar más de una vez. Al fin y al cabo, siempre hay un buen motivo para revisitar la obra de Luis Alberto Spinetta y, sobre todo, difundirla y disfrutarla.