En todos lados, se ve a los -denominados- judíos «ortodoxos», de negro, con sacos y sombreros aunque haga 40 grados. Pertenecen a Jabad Lubavitch, una rama dentro de la ortodoxia judía. Con su muy buen libro “Los Lubavitch en Argentina”, Alejandro Soifer realiza un exhaustivo análisis sobre este tema.
Fotos: Nicolás Savine.
– Alejandro, ¿por qué Lubavitch?
– Me parece que es un movimiento muy “visible”. Tuvo un crecimiento en los últimos años impresionante. Básicamente surgió de una duda mía, de no poder creer todas las cuestiones que escuchaba sobre ellos. «¡No sabés! Fulano se convirtió y tiene plata», «Mengano hace tal cosa y ahora está con barba y saco”. Soy una persona racional y tenía que encontrarle algún tipo de explicación. Había surgido en Editorial Sudamericana la posibilidad de hacer un libro sobre judaísmo. En realidad, estaba basado en otra premisa ya que había salido «La mafia judía en la Argentina”, de Fabián Spollansky. Un libro muy malo pero vieron que le había ido bien por lo que querían hacer algo al respecto.
-¡Mirá vos…!
-Fui y me contactaron por medio de un amigo que trabaja en la editorial. Les dije “Todo bien pero la mafia judía en Argentina se terminó en 1920 con la Zwi Migdal”. Ahí les conté del tema Lubavitch y les interesó por motivos seguramente diferentes a los míos. La investigación la fui haciendo como me parecía. Decía que era lo que estaba haciendo y por lo general, encontré muy buena recepción asi como gente muy abierta.
– Después volveremos sobre el tema pero quería saber cómo fue la presentación del libro.
– La presentación…tema polémico también. La hicimos en el Templo de Libertad, en la Fundación Judaica, básicamente porque nos abrieron las puertas. Nada más que por eso. No hay ningún tipo de afiliación política ni religiosa con el rabino Sergio Bergman. La hicimos ahí porque Damián Karo -que participa del libro- trabaja ahí. Se invitó a algunos rabinos de Jabad y era apreciable que, sin haber leído el libro, se opusieron al mismo, llegando incluso a amenazar con juicios y demás.
– ¿Tanto?
– Si, si. Igual, cada uno sabe lo que quiere hacer. El libro está limpio y no dice nada que pueda ser comprometido en ningún sentido. Lamentablemente, cuando vi que por ahí estaba medio cerrado el camino, no seguí explorando. La verdad, me dio mucha pena lo que pasó porque salió algo muy interesante. No se dio, por una cuestión de tiempo. El rabino Iosi Banguerten, el nieto del primer sheliaj enviado por Jabad a la Argentina, no se pudo presentar porque está en Nueva York. Más de Jabad que él, imposible pero bueno…
– ¿Y Zvi Grunblatt, el director de Jabad Lubavitch en Argentina?
– No volví a hablar con él. Estamos viendo la posibilidad de hacer una presentación en YOK. Una mesa con él y con Darío Sztajnszrajber. La idea siempre fue abrir el campo y no cerrarnos. Tuve la devolución del rabino Shlomo Kiesel, de Jabad, que se enojó por una nota que salió en Noticias en la que me pusieron cosas que no dije…
– Que gente mala…
– Si, ¿no? Era un poco previsible pero bueno…Al rabino le dije que, si aún leyendo la nota de Noticias compraron el libro, se va a encontrar con todo lo contrario apenas lo abra. En ese sentido, era positivo.
– ¿Sigue enojado todavía?
– Si, eso creo porque le escribí y no me respondió. Igualmente me apena porque para mi es importante y está bueno que se abra el juego. En la presentación del libro, de la que participó Bergman, no se sentó en la mesa sino que solo lo presentó el libro y hablamos de que había una silla vacía esperando a Jabad. Entiendo que, quizás, a ese lugar, haya muchos de Jabad que no se quieran acercar. Yo juego por afuera de la comunidad. No pensé en implicancias políticas. Eso quiero que quede bien claro.
– Perfecto.
-Simplemente apareció la posibilidad de contar con un rabino importante para un montón de gente. Es un libro de divulgación y no está pensado solo para gente de la colectividad sino para todo el mundo. Por eso, hay un glosario de términos que fui conociendo a medida que lo iba escribiendo. Mi formación judaica fue, básicamente, lo que investigué para este libro. En un punto, Jabad cumplió su objetivo. Hizo su mitzvá conmigo porque ahora estoy mucho más involucrado.
– Entraste…
– Si. Entré a la comunidad más, no a Jabad, sino a lo que es ser judío. Eso, para algunos rabinos de Jabad, es fundamental y hacen toda su labor para obtener eso.
– Hay algo que no me cierra de Jabad. Aparece un periodista de la cole para escribir un libro sobre ellos, que desmitifica mucho de lo que se dice ¿y no van?. Una tontera
– A mi también. Eso me duele y no lo logro entender desde su lógica de pensamiento. Digo, era la oportunidad perfecta de desmitificar un montón de cosas que se creen. “Sentate a leer el libro y hablemos”, al menos. ¿Se entiende? La misma gente que me abrió la puerta de su casa o su despacho, no me recibe. Con Grunblatt tuve una entrevista de una hora grabada….Lo que descubrí es que Jabad es una organización muy grande y está muy focalizada en la personalidad de cada rabino que podrá ser más cerrado o más abierto. Dentro de una misma ala, conviven muchas tendencias por lo que es probable que a muchos de los de Jabad les haya parecido bueno el libro y a otros, no.
– Pero…
– Exacto…! Lo que más me llegó es esta cuestión de recelo y desconfianza. Tal vez no se imaginaban que era en serio el libro o que no iba a salir en una editorial más grande. No lo sé pero ellos que son gente inteligente y cuando baje un poco la espuma de los días, como dice Boris Vian, se van a dar cuenta que les conviene.
– ¿Cómo es la relación de Jabad con AMIA y DAIA?
– Tienen una relación política de no involucrarse directamente. Es parte de su forma de trabajo – más de costado y no tan frontal-, el no involucrarse con nadie concretamente. Esto viene de la época del Rebe que sí tuvo algún tipo de injerencia en alguna negociación con los palestinos en los 90, que pidió que no salga una ley que había propuesto Shimon Peres. Jabad no se postula…
– Pero el lobby lo hacen…
– Si. Eso siempre porque saben hacerlo y muy bien. Si tienen una tendencia política, de una mayoría de ellos, son de derecha. No tienen ningún tipo de inconvenientes al respecto. Lo admiten sin ningún problema, lo cual me parece muy honesto.
– Que uno coincida o no, es otra historieta.
– Seguro y es un poco lo que me pasa con Jabad. En un tiempo de asimilación, fragmentación y que nadie se involucra con nada, para bien o para mal, ellos se comprometen. Van, luchan por lo que creen y eso me parece admirable. Ese discurso engancha a la gente. Es todo lo contrario a lo que se ve en todos lados y ven algo autentico. Te habla desde la religión pero con autenticidad. No es que le van a decir “dame plata” y ya está. Ellos te dan mucho y genera empatía con la gente.
– ¿Y su relación con el Estado de Israel?
– Es interesante la relación que tienen. El jasidismo –movimiento del cual Jabad se desprende- en general, es anti Estado de Israel. Hay un mito de que Jabad es contrario al Estado de Israel. Esto surge porque el quinto Rebe había dicho que “el sionismo era el alma del diablo”. En realidad, ellos están a favor del Estado pero en sentido crítico en tanto tiene que ser refundado con la llegada del Mesias. Por otra parte, a nivel pragmático, como es el lugar del mundo donde viven más judíos y es “tierra santa”, estaría bien. Hay un cierto involucramiento con algo de activismo. Algunos lubavitchers van al ejército, otros no.
– Me ganaste de mano porque iba a decir que muchos religiosos se instalan en territorios de mayoría palestina y deben ser “protegidos” por el ejército de un país del cual no creen!
– Si, pero Jabad está más en el borde. En lo que es política exterior, son de derecha. Hay una foto en el libro del Rebe diciendo “Estado palestino, peligro para los judíos”. Son ultra derechistas y la ley que hizo derribar el Rebe fue, justamente, una que cedía territorios a los palestinos. Muchos entran al ejército, tal vez no como soldados pero si estuvieron con una campaña muy fuerte en lo que fue la Guerra de los Seis Días. Ahí es cuando se inician las campañas de “colocación de tefilim”. Hay un apoyo hay fuerte. Además, ahora, ISEJ, que es el programa juvenil que ellos tienen, organizan viajes a Israel.
– ¿A los kibutz o ieshivots –escuelas religiosas-?
– No, es como un viaje de recorrido, para que conozcas. Hay muchos que van a Tzfat a estudiar. Además tienen dos pueblos como Kfar Jabad y otro más que no recuerdo el nombre. Todo lo que hace Jabad es muy interesante ya que se puede ver de diferentes lugares.
Intermedio: El libro me había llamado la atención inmediatamente. Como también soy “de la cole”, lo leí. Charlamos mucho con Alejandro con respecto a las repercusiones del libro, las cuales, a título personal, extrañan en un punto y en otro, lamentablemente, no. Tomamos café e intercambiamos anécdotas respecto a nuestras posturas sobre el tema. Admito haberme equivocado por preconceptos sobre los “lubavitchers” aunque hay temas que quedan flotando.
– ¿Qué relación tiene Jabad con los no judios?
– Es una pregunta interesante. Ellos externamente dicen que tienen las diez leyes Noájidas que se aplican a los no judíos. Se acerca un goy y dicen somos abiertos, «tenemos esto para ellos». Me contó una anécdota alguien que no viene al caso, que se imprimieron unos volantes para una fiesta. Estos decían “gratis y abiertas” y fueron unas chicas que no eran judías. El guardia de la entrada no las dejó pasar y ellas decían “pero si acá dicen que son abiertas”. Lo hicieron llamar al encargado y les dijo lo mismo. El encargado me contó que se comió una puteada terrible pero que a la vez siguiente, cambiaron el volante. Tiene esa cosa difícil porque ellos necesitan mostrarse “abiertos” pero no es tan asi.
– Si yo me presento con ellos y me ven la cara, me echan. ¿Es por portación de cara?
– Mirá, hay una anécdota en la que fue un chino al templo o de una mujer que iba al templo y todos creían que era sefaradí. No era así y el rabino le tuvo que pedir que no fuera más. No se si es por «portación de cara» pero van viendo como es al respecto. Es todo un tema ese. Cuando vas al ISEJ, tenés que hacer una declaración jurada de que tu madre es judía. A ver, esto es algo que no deja de causarme cierta gracia. Mi vieja, de apellido es Samoilovich pero si mi abuelo también es Samoilovich pero mi abuela es…no se…Lopez?
– ¿Con S o con Z? (risas)
– (risas). Es infinito. No se como se dan cuenta.
– En un punto, es medio lombrosiano.
– Mirá, Hitler y su propaganda, decía que el ser judío no se distinguía físicamente sino por otras cosas. Salían del ghetto, se cortaban la barba y como eran rubios, de ojos claros, no se los distinguía de los alemanes. Yo soy rubio, ojos claros y mi abuela venía de Lituania. Igual, a mi me iban a perseguir y matar. Esto es una cosa muy peligrosa. Es una distinción muy amplia pero no voy a opinar al respecto porque no tengo tanto conocimiento pero digo son cosas que a uno le hacen ruido. Más que uno nunca mamó todo esto, se hace un poco raro. Cuando estás adentro, se te va internalizando el discurso con la continuidad del pueblo judío, esto y lo otro.
– Jabad y la discriminación.. ¿Viste algún caso o algo en la calle?
– Estuve en Salta por Pesaj y le pregunté al rabino por una ciudad que te recibe con una cruz de 50 mts. Me dijo que no había problemas porque al ser una ciudad tan religiosa, se acerca la gente por el respeto al religioso. Acá en CABA, han tenido algún que otro episodio pero son muy combativos. Salen a responder. Tienen mucho orgullo y lo llevan con mucha presencia.
– Me desmitificas algo que pensaba. Siempre me molestó de la cole, la victimización.
– Al respecto, te puedo dar un ejemplo concreto. El año pasado, hice una denuncia en la DAIA porque salió un libro de Claudio Diaz llamado “Diario de guerra”, que explica el funcionamiento interno de Clarin. Él se presenta como un ex periodista de Clarin y trabajó en un zonal por dos meses en una pasantía. Es un libro profundamente antisemita. Un espanto la cantidad de aseveraciones falaces, de un nivel de paranoia antisemita terrible. Le pregunté a mi jefa “¿Qué hacemos con esto?”. Me dijo de hacer la via institucional. Fui a DAIA y no me dieron pelota. Me tomaron la denuncia y nunca nada. Los del DAC, Departamento de Acción Comunitaria me pidieron que les lleve el libro.
-¡Ni el libro querían comprar!
Les hice un informe y nada. En el Inadi lo mismo. A mi hubiese gustado que pase algo. Ahí Jabad operó con muchísima más celeridad y fuerza que DAIA o AMIA. Hebraica lo único que hizo fue mandarme una carta felicitándome por mi lucha contra el antisemitismo pero institucionalmente no se quisieron involucrar. Me parece entonces que Jabad, con todo lo que puede llegar a tener, defienden al judaísmo -o su interpretación del judaísmo-. Pero, lo defienden.
-Son consecuentes con esto….
-Claro. Si escuchan algo, van y lo discuten. También en el libro está la anécdota de un rabino que va a un villa y le dicen “judío”. El rabino dice “¿qué te pasa?” y era que, en realidad, la otra persona le dijo judío porque él también lo era. O que le dijeron algo en la calle y fue a encararlos con mucha valentía. Yo, personalmente, no iría asi vestido. Me daría la sensación de ser observado todo el tiempo. Por eso digo, que lo de ellos es muy respetable.
– ¿Cómo tomó todo esto tu familia?
– Con miedo. Todos me decían “te van a lavar el cerebro”, “te van a convertir” y cosas asi pero no pasó nada. Después leyeron el libro y se quedaron tranquilo. La gente lo lee y se engancha. Estoy muy contento con el poder encontrar un punto de equilibrio, de mostrar las cosas y que la gente saque sus propias conclusiones. Si estabas en contra de Jabad y querés seguir estando en contra, lees el libro y tendrás tus motivos; si estabas a favor de Jabad y lees el libro, lo mismo. No hay una toma de posición. Por eso me duele que se hayan ofendido, sin haberlo leído.
Alejandro Soifer, “Los Lubavitch en la Argentina”. Editorial Sudamericana.