Tom Lupo: Poeta del eter

Es poeta, psicoanalista y periodista así como una de las voces más reconocidas de la radio desde los ’80. Conduce «Noche tras noche» (Radio Nacional, 2 a 5 hs.). En un kiosco con mesas, apuramos dos cortados con Tom Lupo con quien hablamos de música y poesía…entre tantas cosas.

– Tom, ¿hay mucho hay un prejuicio con la poesía?
– Si, hay un prejuicio. Personalmente realizo una gran búsqueda por encontrar un poema que le guste a la gente, que sea entendible, que no lo confundan con un plomo surrealista. Leo a Girondo, Macedonio, Gelman, que tienen una gran capacidad de sintetizar y metaforizar y también algunos compañeros de ruta como Bukowski, que es una compañía permanente. He notado que se la considera como la hermana pobre de la lengua a la poesía pero a mucha gente le gusta descubrir un poema. Recibo muchos mensajes que dicen «pensé que no me gustaba la poesía y me gustó mucho». Creo que hubo algún tipo de poetas que contribuyeron con ese prejuicio porque vi escenas en que un tipo saca un papel, con vergüenza y dice «Perdonen que los voy a molestar un ratito…» como si fuera un momento de dolor. Cuando hago los recitales de poesía, los hago con alegría. Vivi una experiencia maravillosa con el programa que tiene la Secretaría de Cultura y Educación llamado «Café y Cultura», que manda a distintas personalidades y a gente no tan importante como yo al interior. Vas a Neuquén, a San Luis a charlar y pude hacer recitales de poesía. Heiddeger decía que la poesía tiene que ser oral y que cuando está escrita, es como la música: una marca que hay que interpretar, por todos los sentidos que puede brindar la voz. Me dio mucho empuje eso ya que no leo poemas míos sino de grandes poetas y les presto el cuerpo. Es como en la película «La sociedad de los poetas muertos», traer de vuelta a los poetas a través de un recital. La poesía levanta el prejuicio si hacés un buen recital. En mi caso, lo hago con música, artísticamente. Tuve la suerte de hacer un disco que me lo musicalizó Fernando Samalea, que lo llamamos «Mi propia lengua».

– Que grande, Fernando…!
– Juntó veinte músicos para musicalizar los poemas! Eso fue bárbaro y tuvo el apoyo del gobierno de la Ciudad.

– ¿Cómo ves a la escena de la música hoy en día?
– Hay también un cierto prejuicio, como la sensación de que «lo mejor ya pasó», una cierta melancolía…

– Qué discusión que se puede armar con eso….
– Vos sabés que pienso que hay un costado nuevo, bastante revolucionario, que hace muchos años que no pasa en la música argentina, que es a partir del 2001. Siempre me vienen a ver grupos nuevos. Antes, veinte eran de rock; ahora, de los veinte nuevos, doce son de rock, tres son de tango y tres son de folklore. Es extraordinario ya que nunca hubo un apoyo de alguien a este movimiento. Hubo un crack que nos trajo de nuevo a la argentinidad, con un proceso muy largo de explicar ahora. Tuvo algunos puntales, con una renovación a partir de figuras como Liliana Herrero, que estuvo producida por Fito Paez. Pasó también en el tango con gente como Fito o Spinetta hicieron tango o Palo Pandolfo. Orquestas nuevas de tango, con músicos casi académicos como la Fernández Fierro o grupos de rock como Fanfarrón que se metieron en el folklore e hicieron temas de Leda Valladares que, a su vez, recogió de la cultura popular. Este movimiento es interesantísimo. Por un lado, da la sensación de que algo del rock ha muerto, como una forma de transgresión, de expresión o una gran primera época (Manal, Spinetta, Charly) y una gran segunda época (Redondos, Sumo, Soda, Virus) y ahora quizás una tercera que estamos ahora…pero de pronto, bajo todo lo que se llama rock, está la música pop. Uno dice rock nacional y se refiere a la música contemporánea que no es ni bolero, ni tango ni cumbia. Creo que hay grandes figuras. Te doy un ejemplo de alguien que no es conocido por el gran público y vas a un recital y es extraordinario es Sergio Pangaro, Baccarat. Gran creatividad en las melodías, las letras, una presencia de verdadero crooner. Palo Pandolfo también, un artista de una gran creatividad y una gran poesía. El fenómeno que le pasó a la Bersuit, que pasaron años de espera hasta el gran reconocimiento. Bandas como la Renga o los Piojos fueron una gran renovación después de las grandes figuras que nombramos. Escucho a Dema y su Orquesta Petitera, que hacen tango con una gran ingeniosidad. Hacer tango con letra de hoy es difícil. Ya no hablo tanto de rock sino de música argentina, que se expresa a través del rock, del folklore y el tango. Esto lo produjo esta nueva generación y por eso, soy optimista.
– Recién hablaste del 2001 y quiero compartir una imagen con vos. Para esa época pensaba que iba a salir un grupo punk, con toda la furia y salió «Loco un poco» con «vamos a divertirnos».
– Si, fue otra variante.

– Y quedó una meseta sin ninguna renovación ya que siempre hablamos de Los Piojos, Divididos, La Renga. Tengo 37 y los que están son los de mi edad como los Ciros (Pertusi y Andrés) y después no hay generación nueva.
– Quizás todavía no encontraron la difusión necesaria. Hay una gran producción ya que con la nueva tecnología, aparecen diez grupos por semana. Después hay que hacer una selección. Con toda la gran masa de oferta, siempre queda un grupo muy reducido. No te olvides que venimos de diez años de banalización de nuestra cultura con el menemismo, que realmente fue una devaluación muy grande. Yo lo noto con mis alumnos en la universidad y muchos salen del secundario sin haber leído un solo libro. Eso también lo hago responsable a los docentes. ¿No hubo un solo profesor que los haya motivado para leer un libro? Yo tuve una suerte especial ya que lo tuve a Haroldo Conti de profesor pero un tipo, un profesor te puede torcer el destino. Digamos que hubo una baja muy importante respecto al apego a la cultura. Hace poco salió en Francia una encuesta en la que hace treinta años, cuando le preguntaban que querían ser cuando sean grandes, aparecían grandes figuras de la intelectualidad. Ahora se repitió esa encuesta y aparecen deportistas, modelos….

– Paris Hilton….
– Si, y millonarios. Los ídolos a alcanzar tienen que ver con la fama y el poder y no la cultura, ni con el alma. Eso fue mundial. Creo que ahora hay un pequeño resurgimiento. Van a aparecer porque sino hay que pensar que todo tiempo pasado fue mejor.

– Y eso no está bueno.
– Hay que resistirse a eso. No sabrán las mismas cosas pero saben otras. La creatividad argentina es una planta que no deja de dar frutos.

– Es muy bueno lo que decís con respecto a no quedarse con lo de «todo tiempo pasado fue mejor». Vos fuiste amigo de Luca y hay gente que tomó a Sumo como estandarte. Ahora nuevas generaciones también lo toman sin haberlo visto. ¿No es un poco vacío esto?
– Si, el problema de hacer mitología de la historia es que produce esas idealizaciones que después te dejan aplastado porque parece que nunca va a pasar nada igual. Un fenómeno que pasó no solo en la música sino en otros campos. Donde hay un Fellini, un Bergman? Es verdad que en su momento, Sumo era una verdadera revolución porque no había nada parecido. No había un hombre como Luca en escena. Pettinato dijo una frase muy cierta una vez: «Estaban esperando un tipo que les vuele la cabeza. Acá está, ya llegó. Se llama Luca Prodan». Me parece que él fue también un emergente de un caldo que había en nuestra cultura. Por eso se sintió tan bien acá con un público que lo aceptó. Hay que reconocer también al público por como lo aceptó, con su figura despojada, con cierta incoherencia y locura. Creo que ese germen sigue. Va a aparecer otra banda. Además hay que tener en cuenta que dejaron su influencia. Hay que aceptarlo y no acusar con respecto a la influencia. Una vez a Fito le decían que copiaba a Charly y él dijo «por supuesto». Y eso fue muy noble. «Si él era mi ídolo, como no voy a tomar cosas de él?» Mejor que te influya un tipo de tu región y no un extranjero. Creo que hay que volver a mirar nuestra cultura pero no como si esta fuese un niño débil al que hay que socorrer porque es mogólico. Nuestra cultura es muy fuerte, muy genuina. En literatura, en cine, en música. Nosotros tenemos al Beethoven de este siglo que fue Astor Piazzolla. No es joda. Cómo lo tratamos? No se escucha en ninguna radio porque se difunde poco tango y en la que pasan tango, no se lo difunde porque a los tangueros no les gusta. Y es el mejor compositor argentino contemporáneo! Es un fenómeno extraño. Somos bastante caníbales nosotros.

– ¿Hoy no se confunde la influencia con copia? Y a esto le sumo lo que produjo el personaje de Pomelo.
– Es diferente. Una cosa es la influencia conciente. Uno roba sin querer algo de otro artista. José Ingenieros tiene una frase muy clara, «en el terreno del arte, todos tenemos cien años de perdón». Nadie llega al mundo a crearlo porque ya está hecho. Cuando uno llega a la cultura, la milanesa ya está frita. Lo que te queda por hacer es combinar. Cambiar una pieza de su lugar. Tal como hizo Freud en su momento. Nadie había juntado las palabras «vida» y «onírica». Entonces hay otra vida? Si, hay otra vida. El poder juntar esas dos palabras fue una ruptura en el pensamiento. En el arte pasa lo mismo. El que me parece que está haciendo un trabajo muy bueno, a nivel combinativo en el aspecto musical, es Palo Pandolfo. Y va a llevar mucho tiempo reconocerlo pero desde un CD llamado «Espiritango», es muy difícil de clasificar lo que hace Palo.

– ¿Por qué no llega a la masa?
– Quizás porque no tiene la facilidad para hacer un estribillo para que lo repitamos todos y saltemos como monos. A veces…la fama se puede resumir…te cuento una anécdota. Un orador ateniense estaba hablando en una plaza. Lo conoces al cuento?

– Si pero lo vas a contar mejor que yo cuando lo escriba.
– Y hablaba sobre el origen de la existencia, el sentido de la vida. Había poca gente pero dijo una frase y la gente se empezó a reír. Después de esto, la plaza se llenó de gente. Entonces, muy preocupado, el orador le preguntó a un amigo «Dije alguna estupidez?»

– Es fantástica.
– Por supuesto que hay casos en que se puede mezclar la fama con el talento. Pink Freud….digo…mirá vos esto. Pink Floyd, Freud, Charly García. Estos son ejemplos de que la calidad y la fama van de la mano. Pero si el mensaje es un poquito críptico, si exige una segunda lectura y no tiene estribillo, no alcanza la gran difusión. Como decía Lacan, «a veces, toda la vida de un artista fracasa porque no tuvo el mecenas adecuado». Son factores de mercado.

– Al respecto, una vez, charlando con Fernando Samalea, hablábamos sobre los MP4…
– Un gran artista, que está haciendo una obra maravillosa. El último disco es extraordinario, mezcla poesía y música…

– Vos sabés que le preguntaba porque, con la posibilidad de almacenar cien canciones en estos MP4, nadie escucha, por ejemplo «Sargent Pepper» completo si dura cuarenta minutos como mucho.
– Es cierto. Que paradójico. Igual que el Álbum Blanco. Lo empecé a escuchar de nuevo hace un par de días y parece que fue grabado ayer. No envejece nunca. Al igual que Beethoven, que nunca es viejo. Lo que pasa es que hemos caído en la trampa de la novedad, de lo reciente y confundimos lo que fue producido hace años como algo viejo cuando lo que realmente importa es la calidad.
– ¿No hay curiosidad?
– No está incentivada. El hombre solo, sin motivación, no va ni hasta la esquina. El hombre tiene que ser motivado y educado sino es un animalito. La única salida para los problemas del ser humano es la educación. Yo utilizo un slogan en mis programas que es «dale de comer a tu alma». Un tipo sin cultura es tan criminal como dejarlo sin comida. No es una desvalorización de los que no son cultos. Yo estoy acusando a los sistemas que no le permiten a un tipo acceder a la multiplicidad de lectura que te ofrece el arte. Si a un tipo no lo preparás, no puede ir a ver una película de Bergman y disfrutarla. Queda eliminado de esa posibilidad, obligándolo a consumir un arte sencillo y fácil como el televisivo, que produce un efecto terrible como la alienación del sujeto. El tipo apoya el culo, se sienta y le dan todo servido, sin que se mueva el imaginario. Por eso me gusta mucho la radio.

– Tiene un aura…
– Al no haber representación, te obliga. El problema de la cultura del videoclip es que escuchás una música asociada a una imagen y la asocias siempre de la misma manera. Esto ya limita la imaginación. La música es el único código, esto lo explican muy bien los semiólogos, en el que el significante y significado están pegados por lo que cada uno significa lo que quiere. El arte es muy liberador en ese sentido, del imaginario. Por eso es impensable la vida sin música. Un gran pensador, Cioran, tiene un libro llamado «El inconveniente de haber nacido», que le tomó la idea a Heiddeger de que somos lanzados al mundo y estamos condenados a rodar. Yo no hubiese soportado la vida sin música.

– ¿Pero el individuo no debe rebelarse ante la situación de anomia?
– Si pero tiene que tener armas para rebelarse así como estar educado para rebelarse. La falta de educación hace que la esclavitud sea más fácil. Es la revolución que falta: la educativa, que todo el mundo tenga acceso y no solo una elite. Yo tengo mucho respeto a la cultura popular y nadie tiene derecho a indicarle a otro que debe escuchar pero si el emisor jerarquizado (la radio, la tv, la gráfica) trata como tonto al receptor y lo transforma como tal. Es tan poderoso lo mediático que la gente termina hablando lo que escucha en los medios ya que no tiene acceso a lo real.

– Miente, miente…
– Que algo queda…exacto!

– Tenés una formación psicoanalítica. ¿Te sirvió tu formación como herramienta para tu trabajo de periodista?
– Lo que pasa es que la materia común de lo que hago, el común denominador es la radio. Psicoanálisis porque tengo pacientes. Nunca de ejercer la clinica y poesía, los tres tienen algo en común: están relacionados con el lenguaje. Yo soy un hijo del lenguaje. El psicoanálisis te da una visión más verdadera de cómo funciona el hombre. Es desde el psicoanálisis que uno dice que la verdadera historia del hombre no se escribe porque es la historia de las pasiones, del dolor, de la angustia, de la envidia. Napoleón mandando al frente a un general, diciendo que es un gran estratega al tiempo que se encamaba con su esposa. Esa es la historia que no se escribe y la rueda del mundo. Lo que me enseñó el psicoanálisis es aprender a escuchar. Escucho con mucho respeto en todos los lugares, las devoluciones que tengo en radio, las poesías. El psicoanálisis tiene que ver con la poesía porque la verdadera interpretación tiene que sorprender al analista mismo. Es la función poética, lo no descubierto, lo que te asombra a vos mismo.
– La ultimisima, si entrase el Tom Lupo que llegaba del Chaco, ¿qué le dirías? ¿Algún consejo? ¿Una recomendación?
– Que buena pregunta….Que lindo sería poder volver a vivir! Le diría «Cuidado con las luces del centro». Me parece que hay que aprender a contar hasta diez para tomar algunas decisiones. Después, en algún momento, cuando entiende algunas cosas, recién puede fluir. Hay tiempos de aprendizaje del sujeto donde el impulso, manejarse por los sentidos, es un error. Si fuera por los sentidos, todavía seguiríamos pensando que todo gira alrededor de la Tierra, que es el centro. Alguien tuvo que pensar, lo que se llama la especulación. A mi me tomó años descubrir esa palabra que rige al mundo: sentimiento. Pensar un poco mejor, que nos demos tiempo, que es lo que no hay. El psicoanálisis propone volver a pensar. Una vuelta a lo que tenían los griegos, la platica, encontrarse y charlar. Algo que hoy está prácticamente prohibido. Hoy lo que hay es lo que en psicoanálisis se llama «discurso vacío».

– Bla bla bla
– Totalmente. Hay que volver a tomarse el tiempo para escuchar al otro y que el otro también te diga lo que va a hacer.

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