El show de la tele en las tablas
De Neil Simon. Versión: Federico González Del Pino, Fernando Masllorens. Con Alfredo Alcón, Guillermo Francella y Peto Menahem. Diseño de vestuario: Lorena Diaz. Diseño de escenografía: Alberto Negrín. Comunicación visual: Gabriela Kogan. Diseño de luces: Eli Sirlin. Asistencia general: Nicolás Balcone. Asistencia de dirección y Management: Diego Pando. Producción ejecutiva: Jonathan Goransky. Producción: Pablo Kompel y Adrián Suar. Dirección de Producción: Ariel Stolier. Supervisión técnica: Jorge H. Perez Mascali. Dirección: Daniel Veronese.
Teatro Metropolitan. Av Corrientes 1343. Miércoles, Jueves y Domingo 20.15 hs. Viernes 20.45 hs. Sábado 20 y 22 hs

Antes que nada, vamos a hacer referencia al hecho teatral. Para quien quiera ver un buen divertimento, lo logra en un 100%. Aquí, Alfredo Alcón y Guillermo Francella son Manuel y Goyo, dos integrantes de un dúo cómico que se separó repentinamente. Pasados varios años y con motivo de un homenaje, se les solicita que repitan su rutina. El gran problema es que Manuel y Goyo se llevan pésimo. Este es el nudo de la puesta de Neil Simon que aquí lleva Daniel Veronese al buen puerto de la aceptación desde el punto de vista de “pasar-un-buen-momento”. El paso del tiempo, la situación del actor cuando llega a cierta edad y la poca convocatoria para trabajar por este motivo, son temas que sobrevuelan la puesta asi como el trato que se le dispensa a los ancianos. La escenografía es imponente y bella pero hay varios puntos a ver.
En otras puestas que se hicieron de “Los Reyes de la Risa”, hubo una cercanía etaria que aquí no se da. Por más bastón y pelo blanco que tenga Francella, no logra dar con esa edad. Además, gracias a distintos guiños que se realizan en su desarrollo, se termina «desdibujando» a los personajes. Un ejemplo es cuando Goyo le dice a Manuel, “¡como te gusta el drama! Poner voz importante…”. Allí desaparece la composición y aparecen los actores. La resignificación que se realiza del mismo texto, de los personajes y quienes los llevan adelante, termina siendo un gancho efectivista para lograr una sonrisa cómplice del espectador.
De las actuaciones no se puede agregar algo más. Alcón es un tierno cascarrabias y Francella está contenido en sus tics –lo menos que se pide- que le permiten ser un correcto Goyo. Pero como fue todo dicho desde las dos primeras oraciones. “Los reyes de la risa” es un buen divertimento y se la pasa muy bien. Hasta aquí la primera parte.
Lo segundo que queríamos compartir con todos los lectores como cierto hecho teatral termina siendo devorado por la impronta mercantilista de la televisión ¿Por qué? La prensa y los invitados estuvieron convocados a las 20.15 hs. Se tardó una hora (o más) en darse sala debido a que los invitados “famosos” llegaron tarde e hicieron las notas –y su show personal- para los medios televisivos. Algunos actores y actrices posaban con las gigantografias de la obra.
Después de tanta espera, se procedió al ingreso a la sala. Como había gente que estaba impaciente –recordemos que esta función era prensa e invitados, actores y gente del medio-, hubo quienes empezaron a aplaudir ¡como si fuera un recital! ¡Algo inconcebible! No obstante, todavía no empezaba. Ya estábamos todos sentados cuando llegó Adrián Suar y entró por el pasillo del medio hasta las primeras ubicaciones junto a Griselda Siciliani. Ahí si, se caía de maduro que tenía que empezar a la brevedad la obra.
Se abre el telón, con Alcón en escena y se aplaude. Aparece Francella y se aplaude. Se termina una escena y también se aplaude. Con todo este clima y en el caso de ser testigos de un bodrio, ¿Quién hubiese osado decirlo? La obsecuencia del show business de la televisión se trasladó a un escenario y no es porque sea uno un purista sino porque el hecho por el cual uno fue, terminó siendo una puesta en escena.
Que la puesta será un éxito, no cabe la menor duda. Al que le interesa solamente el dinero, negocio redondo, al que le interesa el «momento teatral», será simplemente para pasar un buen momento, sabiendo lo que se va a ver. Esto implica el «exito de una puesta» y no el «éxito del teatro» ya que solo traerá beneficios de convocatoria de público solamente al Metropolitan y no a todas las salas de teatro de Capital Federal. ¿O acaso es necesario recordar que el teatro es tanto aquél que se hace tanto en calle Corrientes, San Telmo, Palermo, Almagro o donde sea y tenga el mote de “oficial”, “off”, “comercial” o el que sea?
A todo esto, se escucharon escucharon varias veces algunos celulares sonar e inclusive el teclear un mensaje de texto. Si es molesto escucharlos en una función, aquí es peor ya que fue en aquella realizada para medios y gente de la farándula. Debo deducir que la falta de respeto venía por parte de los propios colegas y por gente de prensa. ¡Y eso que eran Alcón y Francella los que estaban arriba del escenario! Al salir, veo que hay una camioneta 4×4 y otro auto junto a unos seis guardaespaldas. Mi pregunta era ¿vino la Presidenta? Pero parece que era para Adrián Suar….
En tiempos de «Fortmania» y «Bailando por la guita», la paradoja de sentirse mal por lo presenciado y tampoco sorprenderse por esto, es palpable. Igualmente, queríamos comentar lo ocurrido desde una visión que no será la mayoritaria de los medios (más allá de que compartan esta apreciación) pero que es tan valedera como la de cualquier periodista que haya presenciado la obra.