En Zelaya, hay una gema que brilla con luz propia, en silencio. De a poco, el «boca en boca» recomendó “Jardín Fantástico”, concebida por Agostina Luz López. Ahora, en el 2023, inició su segunda temporada. Un momento exacto para hablar con la directora para que brinde los detalles de una puesta única.
– Agostina, ¿cómo estás viviendo esta segunda temporada de “Jardín fantástico”?
– La vivo con mucho placer ya que es un ritual muy hermoso. Me encanta ver como el grupo de adolescentes de la obra se adueñó de la coreografía, del texto, del estar en el jardín. Es muy particular también ir mirando la obra desde la luz, cómo va cambiando durante la obra y cómo la afecta. Todo sucede durante el atardecer por lo que podemos ver esa transformación del día a la noche.
– ¿Te sorprendió la repercusión de la primera temporada?
– La verdad que sí. Fue muy estimulante la recepción del público. La capacidad que tiene de envolverte en un estado, de que seas parte también de ese entramado del jardín… La obra te vuelve protagonista y testigo.
– ¿Cómo recordas el proceso de concepción y ensayo de la obra?
– En el 2020, durante la pandemia estricta, hubo algunos talleres virtuales con un grupo más grande. Luego en el 2021 hicimos algunas pruebas hasta que, en la primavera de ese mismo año, empezamos los ensayos de investigación. Justo coincidió con el nacimiento y primeros meses de mi hijo, así que fue muy especial. Fue todo un proceso de creación compartido con Ana Montes, Poppy Murray y las chicas de la obra. Ellas fueron las artífices del texto. Desde afuera, le di forma y estructura a sus pensamientos, su manera de estar en el jardín y su forma de improvisar.
– ¿Hubiera surgido la obra sin la aparición de la pandemia?
– No podría saberlo, pero creo que la obra sintoniza con este momento del mundo. Un espacio, un refugio para crear una nueva forma de vincularnos y de vivir entre todxs.
– ¿Siempre se lo pensó al aire libre, con la idea del recorrido, con la caída del sol incluida?
– Sí porque justamente la adolescencia representa una transición en tanto no sos niñx ni adultx. Me gustaba que veas la caída del sol y puedas estar en un tiempo de transición como es el atardecer. La idea de recorrido siempre estuvo porque quería que hubiera escenas en las distintas partes del jardín: el árbol, la pileta, la cabaña donde está la sala de teatro y cine, la casa. Pero después, en el proceso, encontré una forma para ese recorrido y esta sensación de que venimos a espiar cómo ellxs están viviendo. El jardín es un protagonista de la obra y desde la imagen generadora siempre estuvo ahí, como parte de las resonancias que quería explorar en esta obra. De hecho, está en el título: “Jardín fantástico”.
– Se vinculó a la obra con la adolescencia. ¿Hay un “teatro para adolescentes” en tanto un público al cual –pareciera- que no se lo toma en consideración en las propuestas teatrales? ¿Cómo ves al público adolescente en relación con el teatro?
– De repente empieza a aparecer un público adolescente en las funciones y me gusta mucho ver cómo se relacionan con la obra. Es un público muy genuino y honesto. Me comentaron esto de que no hay propuestas para adolescentes. Sinceramente, no tengo mucho conocimiento al respecto. Me gusta que la obra sea para cualquier edad, pero hay algo del espejo que los adolescentes pueden encontrar acá que es muy atractivo y, tal vez, los incite a hacer alguna reflexión sobre la etapa que están atravesando.
– Hay un aura de “rito de paso” de una etapa a otra…
– Siempre la pase como una suerte de rito de paso o de iniciación. Como si ese recorrido incluyera practicas o rituales en las que se están despidiendo de la infancia: dejar el peluche que ya no usas, bautizarte con un nuevo nombre, verte o no verte en tu reflejo, etc.
– Por otra parte, se acentúa la “grupalidad” más que a los personajes/protagonistas
– Desde el origen, el grupo es el protagonista. Es un coro de voces que atraviesa estos ritos. Fue muy interesante armar esa unidad, pero a la vez encontrar las singularidades. Mi imagen es la de una bandada de pájaros que va armando figuras en el cielo con sus movimientos. Acá sería lo mismo, pero con ellxs en el jardín. A la vez, hay distinciones, subjetividades sutiles que también son interesantes.
– ¿Pensas que la obra puede continuar a través del tiempo teniendo en cuenta que toma una edad e identidades determinadas que se irán modificando?
– Es el gran desafio que tenemos: ver cómo se va modificando cuando ellxs van creciendo y se vuelven más grandes. Todavía no lo sé.
– ¿Qué te dice el “público adulto” frente tu propuesta?
– Los adultos reaccionan bien. Por un lado, hay algo de ser testigo de una etapa que ya viviste que da mucha melancolía, pero también la obra es muy mágica: ver a esas adolescentes reales ocupar el jardín, la modificación de la luz, el jardín y sus lucecitas, el colchón de peluches. Para ellos, es una experiencia inmersiva y en general, son muy conmovedores los comentarios.
– “Viajan” a su propia adolescencia.
– Si, si. También hay una ternura en ser testigo de la adolescencia de este grupo.
– ¿Proyectos futuros?
– Tengo ganas de armar otra obra trabajando con la idea de ritos de paso o de iniciación, pero esta vez con embarazadas. Ver qué sucede en esa transición, en ese cambio de identidad que yo atravesé hace poco. Y también estoy escribiendo una obra más de cámara, en la que muere un padre y sus tres hijas atraviesan ese duelo rodeadas de libros.
“Jardín Fantástico”. Zelaya. Zelaya 3134. Domingos, 18 h.