A partir de ahí, las distintas aristas que abre la obra la hacen interesante por demás. La Pyme es tal como una madre y dos hijas quieren salvarse económicamente y las diferencias entre ellas asi como la de una mujer sumisa que quiere salir de pobre, vendiendo cremas. La construcción de los personajes y de las situaciones tiene ese tinte artesanal y realista que cae lejos del tan remanido costumbrismo para darle un baño de realidad pura. Deseos incumplidos, frustraciones y egoísmos se manifiestan en sus más diversas formas pero sin caer en exageraciones dramatúrgicas o sobreactuaciones.
Detrás de cada personaje, hay una construcción sutil de sus particularidades como individuos, permitiendo una riqueza en sus características. La escenografía, minimalista y práctica, es exacta en tanto el contenido general de la puesta, permitiendo que un desenvolvimiento armonioso. Las actuaciones son aceitadas en tanto los matices que van plasmando, sin caer en sobreactuaciones. La risa y la reflexión ocurren en su justo momento, dejando algo de lo anterior para la siguiente escena, resignificándola de diversas formas.