Dramaturgia, dirección e interpretación: Emilio García Wehbi. Texto: Luis Cano y Emilio García Wehbi. Musicalización: Emilio García Wehbi. Video: Santigo Brunati. Fotografía y Diseño gráfico: Leandro Ibarra. Asistencia de dirección: Mateo De Urquiza.
Un hombre entra, agarra un objeto, lo describe, vuelve a su lugar, habla, se retira y vuelve a realizar la acción. Esto que hemos relatado, no es ni más ni menos que el desarrollo –muy esquematizado- de una de las puestas más interesantes y atrapantes del presente año.La repetición planteada es la que, a través del tiempo, atrapa desde su mecanismo aunque variando en el contenido de los hechos relatados. Cada uno de estos acontecimientos –y objetos del discurso propiamente dicho- será relatado por el mismo García Wehbi, ubicado en el Google Map y captado por la lente de una cámara que visitará cada uno de estos elementos. Podrá ser una muñeca, una máscara, un pasaje de autobús o simplemente un papel. Cada uno tendrá vida propia, con su historia a cuestas en la cual el protagonista/narrador describe el hecho en si. Muchos de ellos ocurrirán fuera de las fronteras de nuestro país y su descripción es, a pesar de cierto tono neutro de la voz, rica y amena, alejándose de ciertos directores que no pueden disfrazar su esnobismo en la necesidad de acentuar cada vez que pueden, todo lo que viajaron y lo mundanos que son.
Por el contrario, García Wehbi acerca esos lugares señalados en el Google Map y los pone enfrente del público, desacralizando la situación y permitiendo su aprehensión de la manera más lúdica posible.
El relato cuenta con textos de Luis Cano y se hacen voz en un García Wehbi de cara blanca y roja, -con cierto guiño al Guasón de Heath Ledger- y mameluco castigado por años de trabajo y experimentación extensiva en el teatro.
Su nivel de complejidad atrapará tanto a aquél que pueda hacer dialogar a la obra con variados autores y conceptos (desde el signo binario de Saussure o la concepción triádica del mismo, pergeñada por Peirce, hasta Foucault, pasando por Deleuze, Derrida o Watzlawick) como para quien se deje llevar por la multiplicidad de elementos, conceptos e historias que surcan la misma.
“Cuando el bufón deje de reir” es de ese tipo de experiencias teatrales que shockearan en los puntos más diversos del espectador permitiendo un relectura rica y atrapante. Tanto que será menester verla nuevamente para revivir o sentir lo que ya se vio o verla desde otro prisma de comprensión.