“De la mejor manera” (Teatro)

Lo primero es la familia.

Con Federico Liss y David Rubinstein. Vestuario: Manuela Sánchez Almeyra. Iluminación: Ricardo Sica. Fotos: Ambar Violeta Ph. Asistencia de dirección: Ana Clara Barboza. Producción: Zoilo Garcés. Dirección: Jorge Eiro, Federico Liss y David Rubinstein

Rodney Bar. Rodney 400. Sábados y domingos 19 hs.

Allá lejos y hace tiempo, el “emoción y suspenso” era un latiguillo con el cual se calificaba películas y obras de teatro para captar la atención del público. En el caso de “De la mejor manera” está absolutamente justificado. Inclusive, se queda corto en su número, por lo que se vive en el “bar de la calle Rodney” (Diego Frenkel dixit).

Ubicado enfrente de uno de los márgenes del cementerio de Chacarita, el reconocido bar es el escenario de una situación que explota en la vereda del mismo. La irrupción de un vehículo y la posterior salida de dos hombres alterados en sus sentimientos, es la punta del iceberg de una puesta tan atrapante como misteriosa.

El público presente –algunos, desde el escenario Diego Frenkel- se sienta en una de las dos partes en la que se divide el espacio. Desde allí, contempla el desarrollo de los acontecimientos con asombro y atención. El ojo curioso verá como la escena puede recortarse en un plano fílmico.  El negocio, las ventanas, la percepción gestáltica de figura-fondo con el cementerio como testigo de la acción y los transeúntes que pasan por la calle, ajenos a lo que sucede. Todo, como si estuviese en el medio de una película y la proximidad que esto implica, físicamente hablando. Será el texto y las actuaciones quienes apuntarán a otra esfera, que es la de los sentimientos y vivencias.

El conflicto entre los hermanos Miguel y Laureano, a grito pelado, detona con el ruido ensordecedor del reproche constante. La onda expansiva va más allá de la muerte de su padre, justo en el momento en que están en la organización del velorio. La confrontación entre ambos  ante la pérdida irremediable -y cómo enfrentarla-, así como el futuro del bar, las relaciones familiares y las decisiones tomadas por cada uno de sus componentes estallan pero de una manera particular.    

Los diálogos son tan precisos como identificables en tanto y en cuanto se encuentra la omnipresencia de ese aparato ideológico del Estado llamado “familia”, cortesía de Althusser. Mandatos a seguir y ese “deber ser” tan castrador, con el castigo correspondiente a quien ose seguir algo tan simple como su propio deseo. De ahí que los intercambios entre los hermanos incluyan a otros personajes que entran y salen de forma invisible y tácita, para ser parte de la acción.

Igualmente, la clave está en el excelente manejo de los silencios. Lo que se dice y lo que se omite. Esa discusión que se lleva adelante con el “freno de mano” so pena de herir en extremo al otro. Pero ¿qué pasa si se pone en tela de juicio el propio de deseo? Más aun cuando son hombres curtidos en eso de “aguantar” y “esconder sus emociones” como ley primera como cuestión de pertenencia/identidad. Ese temor (¿vergüenza?) de mostrar lo que se siente como si se siguiese un legado de heroísmo impertérrito, de frialdad extrema y complejo de Superman implosionando en cada uno. 

El trío compuesto por Federico Liss, David Rubinstein y Jorge Eiro, lleva a cabo un trabajo inquietante y de calidad. Todo, con más de una arista a descubrir. Los dos primeros, con sentidas actuaciones y el tercero, manejando la situación detrás de escena, poniendo todo donde debe ir, en el lugar exacto. La tarde del sábado o domingo tiene una cita obligada con el teatro en el Bar Rodney.

Con una puesta cautivante, “De la mejor manera” abre un abanico de realidades que pide atención asi como lleva adelante incómodos interrogantes familiares que, en algún momento, se deberán responder…si o sí.

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