Dinastía de poder
De James Goldman. Con Daniel Fanego, Leonor Manso, Maria Alché, Fabio Di Tomaso, Manuel Fanego, Ignacio Rogers y Sergio Surraco. Vestuario: Julio Suárez. Escenografía: Ana Audivert. Iluminación: Leandra Rodríguez. Música original: Carmen Baliero. Asistencia de dirección: Marina Smith. Dirección: Pompeyo Audivert
Teatro Regina. Av Santa Fe 1235. Jueves a sábado, 20.30 hs. Domingos, 21 hs.
Las parejas que disputan el poder, ya sea de una nación o de una empresa –aun cuando una se termine asemejando más a la otra-, marcan un pulso particular en la propia relación. Aquí se encuentran Enrique II, rey de Inglaterra y Leonor de Aquitania, a quien el primero encerró por el lapso de diez años y ahora convoca, para Navidad, junto a sus hijos Ricardo Corazón de León, Godofredo y Juan, para nombrar sucesor. No obstante, es la relación entre Enrique y Leonor, en tanto amor, ansias de poder, codicia, respeto y temor mutuo, la que lleva adelante el relato. Ambos juegan un ajedrez donde cualquier error se puede pagar muy caro y en el que ninguno de los dos está dispuesto a ceder nada frente al otro. Inteligencia y barbarie, con una pizca de humor, se mezclan en una relación tormentosa de polos que se atraen, se necesitan, se aman pero no pueden progresar juntos a través del tiempo.
La pareja compuesta por Daniel Fanego y Leonor Manso (Enrique II y Leonor de Aquitania) se llevan los aplausos de un texto difícil, largo, con varios matices que oscilan entre la ironía, el sarcasmo y el humor al tiempo que se juega el destino de una nación. Ambos mantienen un duelo en el que el beneficiado es el texto que encuentra intérpretes de real valía a lo que propone. Sorprende Sergio Surraco con un Ricardo vehemente y fuerte, al tiempo que cumplen con sapiencia Fabio Di Tomaso y Manuel Fanego en los papeles de Godofredo y Juan, respectivamente. No obstante, María Alché e Ignacio Rogers no logran captar las sutilezas de sus personajes, con composiciones lineales y sin vuelo.
La escenografía, con tintes etéreos, junto con un vestuario de época muy bien realizado, enmarcan una puesta sólida, disfrutable de principio a fin, que tiene sus picos en los diálogos que llevan a cabo Manso y Fanego. La iluminación es correcta con aportes sutiles que están al servicio de la puesta.
“El león en invierno” atrapa a partir de un texto rico e interesante que logra ser captado con exactitud por la pareja protagonista, dotándolo de su propia personalidad.