El Organito (Teatro)

La vigencia de un clásico
De Enrique y Armando Discépolo. Versión y dirección general: Sergio Lobo. Con Miguel Polizzi, Any Messore, Norberto Mizzi, Emiliano Mazzeo, Mayra Mucci y Gerardo Secco. Música Original: Juan “Tata” Cedrón. Asistencia de dirección: Patricio Belmont y Florencia Carruba. Asesoramiento escenográfico y Diseño de Iluminación: Hector Calmet. Diseño de escenografía y vestuario: Jorgelina Herrero Pons. Canciones: Juan Cedrón y Sergio Lobo. Producción Ejecutiva: Anabella Valencia.
Teatro El Popular. Chile 2072. Sábado, 21 hs. 
En tiempos revisionistas, donde todo se pone sobre el tapete y discute, Sergio Lobo decidió hacer su propia versión del clásico “discepoliano” llamado “El Organito”. 

Las múltiples lecturas que ya, de por si, tiene el texto, en este caso se potencian. Esto se debe a que el dibujo de los personajes, si bien mantienen el “trazo” de la pluma original, no se ubican en ningún momento en un lugar de caricaturización o grotesco –valga la paradoja- sino que logran una fortaleza absoluta. Saverio, el padre inmigrante que se gana la vida mendigando, traspasa a la obra para ubicarse en un lugar de análisis, donde la sonrisa complementa la mirada atenta de sus acciones. 

La hilaridad se une con una fuerte crítica, no solo a los valores representados por el trabajo y la honestidad en el desarrollo de los mismos sino que se interna en las aguas movedizas de las relaciones familiares. Un padre que “mantiene” a la familia, una madre sumisa y dos hijos que ven como el mundo exterior pasa frente a ellos sin poder subirse al tren de su propia vida. Allí, enfocándose en el conflicto familiar que enfrenta a los deseos y valores de dos generaciones, se produce la intersección de la identidad personal de quien contempla la puesta. ¿Un padre castrador pero trabajador, hijos consumistas y poco afectos al trabajo? Estas dicotomías juegan en la creación de sentido de una puesta dinámica y fuerte en tanto el desarrollo de los personajes frente a sus problemáticas.

La duración es exacta ya que los setenta minutos abarcan a todos los personajes que, a pesar de la omisión de Humberto en la puesta, sus parlamentos forman parte de la obra, enriqueciendo la puesta con la mayor cantidad de matices a los personajes.

Todo esto en el marco de una escenografía excelente, que ubica en tiempo y forma un texto inoxidable. El vestuario juega un papel importante ya que establece, de manera simbólica, en que lugar se encuentra la familia y al cual aspiran los hijos llegar, más allá de los méritos de cada uno para acceder a ellos.
Por otra parte, esta versión de “El Organito” retoma la vieja tradición en la que se estrenaban tangos en las obras de teatro, con la inestimable y sabia participación de “El Tata” Cedrón en los tangos que se escuchan en la puesta. Con actuaciones que responden a lo requerido por la adaptación, la participación de Miguel Polizzi como Saverio, se destaca en un personaje difícil en el que no cae en estereotipos o recursos fáciles de composición.
“El Organito” vuelve a sonar con fuerza en la zona de Balvanera, gracias a una muy buena y actual puesta de Sergio Lobo. 

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