Con una gran carpa como testigo de los hechos, cada uno de ellos mostrará sus personalidades y flaquezas, egoísmos y miserias, al tiempo que el dibujo de los personajes marcarán la pauta de una certera e irónica cercanía. Los contratos establecidos en las relaciones de amistad y de pareja, una “pax armada” donde se mide hasta donde se puede llegar –aunque sea de manera lúdica y cómplice-, sobrevuelan por encima de egos, deseos y amores no correspondidos. Aunque siempre hay un hecho que sacuda la modorra de esta situación, en este caso, la aparición de dos jóvenes en el medio de la noche, solicitando ayuda para trasladar a una actriz reconocida por el público. Es en ese preciso instante que la omisión hace su entrada en escena porque, como dice un axioma de los call center de venta de productos por teléfono, “omitir no es mentir”. Entonces, se establece una construcción de sentido a partir de estas pautas en las que la puesta gana en tensión dramática e intensidad. Y es frente a una situación inesperada donde cada uno saca a flote su naturaleza como individuo. El que espera, el que no hace nada, el ventajero, el que sostiene que “el fin justifica los medios”. Incluso, se entremezclaran varias dentro de cada uno de ellos.
La Verdad (Teatro)
Lo que no se dice
Dramaturgia y Dirección: Bernardo Cappa. Con Martín Bertani, Yamil Chadad, Christian García, Soledad Piacenza y Ricardo Tamburrano. Diseño de vestuario: Paola Delgado. Diseño de luces: Claudio Alejandro Del Bianco. Fotografía y Diseño gráfico: Sabrina Lara. Asistencia de dirección: Naiquen Aranda.
Teatro Beckett. Guardia Vieja 3556. Sábado, 20 hs
La nocturna oscuridad es cortada por la luz unas linternas que llevan Hugo, Luis y Helena, dos amigos escritores y la novia del primero que flirtea con el segundo, al tiempo que deciden pasar la noche al costado de la ruta.
Divertida en la superficie, ya que despierta risas cómplices frente a algunas de las situaciones presenciadas, es la punta de un iceberg en el que el espectador terminará de completar, por voluntad propia, el rompecabezas planteado y que lo afectará en tanto identidad, valores y lealtades, no de una forma heroica sino más bien, cotidiana. La verdad es lo latente, lo que está por explotar pero no llega en el justo momento sino que aparece como un capricho personal, que no respeta los deseos de nadie. La ironía se entremezcla con el humor con situaciones que van desde una crítica al mundo de los escritores hasta los guiños que surgen de la mención de Perón, un amigo de los dos jóvenes conductores y las relaciones que se pueden establecer con la situación de la actriz, la popularidad y su imagen.
Con una utilización del espacio adecuada y actuaciones acordes a su pluma, Bernardo Cappa propone un mundo de intrigas e incógnitas donde el espectador es quien pone el punto final a una puesta atrapante de principio a fin.