Tensa calma
De Martin Crimp. Traducción: Jaime Arrambide. Con Carolina Tejeda, Cecilia Czornogas y Ignacio Rodríguez De Anca. Diseño de vestuario y escenografía: Cecilia Zuvialde. Diseño de luces: Alejandro Le Roux. Música original, Diseño web y Diseño gráfico: Ignacio Czornogas. Asistencia de dirección: Jimena Coppolino. Producción general: Damián Autorino. Dirección: Cristian Drut
Teatro SHA. Sarmiento 2255. Domingos, 19 hs.
Una pareja, que podría ser cualquier pareja, se enfrenta a una situación en la que él encuentra a una joven desmayada al lado del camino, y se la lleva a su casa. Él es médico y se debe a su profesión. Su esposa pregunta, inquiere y piensa. Siempre con el temor latente de que lo no dicho (que es diferente a la verdad o la mentira) salga a la luz. Las palabras son las vedettes de esta puesta en la que los cuerpos deben ser el vehículo apropiado para que aquellas lleguen a destino. El aire se corta con la sola emisión de vocablos sutilmente dichos en tonalidades exactas y una contundencia admirable en los resultados obtenidos. Ese tono de voz, calmo y rígido, resuena con mayor efecto que un grito despiado de ira o dolor. La tensión en la que transcurre la obra se puede volver ominosa e incomoda pero nunca pasará desapercibida. Los giros de la dramaturgia permiten entrar en un circulo vicioso de sentimientos encontrados donde el desenlace es sutil hasta en sus mínimos detalles pero en el que el azar solo es otra posibilidad entre tantas. La negación (una característica tan impuesta al género masculino) es un balbuceo errático en el que ninguno de los tres personajes se siente cómodo pero tampoco deja de lado. Al respecto, Cristian Drut elige muy sabiamente que nunca se encuentren los tres personajes en la misma escena. Al faltar uno a la escena, se crea esa tensión que va in cresendo.
La escenografía, austera e ilustrativa, dota a la puesta de ese halo de familiaridad inclusiva que introduce al espectador a un living que podría ser el suyo. La música acompaña con la creación de climas de tensión y tormenta.
Carolina Tejeda vuelve a sorprender con una actuación exacta, llevando el peso de la mujer que quiere pero que duda, sin olvidar todo lo que una vida en pareja, con dos hijos, implica. Los matices y los silencios de sus dichos son elocuentes asi como su cuerpo moviéndose al ritmo de una implosión de ilusiones rotas. Cecilia Czornogas es ella, la otra, la joven desmayada, objeto de crítica y de discusión. Es la que combina juventud, locura, poesía y riesgo en justas dosis de realismo. Por su parte, Ignacio Rodríguez de Anca es el médico, el hombre que sigue sus instintos pero sin resignar nada de lo que quiere.
“En el campo” es una puesta difícil, en la que se apela a todo lo que se sugiere pero no se dice. Este viaje al centro de la hipocresía está dibujado con actuaciones magnificas y la sabia pluma de la dirección de Cristian Drut.
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