FIBA 2017: Los tigres rugen con Hamlet

Se inició el 11° Festival Internacional de Buenos Aires. A lo largo de diecisiete días se podrá ver una programación internacional y nacional con una amplia oferta que incluirá una importante grilla de obras de teatro internacionales asi como otro tipo de actividades como talleres, presentaciones de diversos “work in progress” y de libros, charlas con los realizadores  creadores, ciclo de cine, libros y actividades gratuitas con lo mejor del teatro, la danza, la música y las artes visuales a nivel mundial.


Más allá que nos pudimos acreditar a pocas funciones (y no por nuestro deseo), tuvimos el placer de disfrutar de “Tiger Lillies perform Hamlet”.
Antes que nada, debemos advertir que es una puesta no apta para puristas. Más de uno podrá salir espantado en el intervalo pero, ¿de qué sirve seguir haciendo lo mismo, a través de los tiempos con la excusa del “respeto”? Parafraseando a Led Zeppelin, ¿la puesta debe seguir siendo la misma?
Para tal fín, la unión de la compañía de teatro Republique junto con The Tiger Lillies obviamente iban a tomar el clásico shakespeareano para dotarlo de nuevas ideas. Esta coproducción anglo-danesa da cuenta no solo de la vigencia de Hamlet al día de hoy sino de la creatividad en traer este clásico a la actualidad sin quitarle un ápice de su esencia.

Con un elenco danés de primera categoría y la banda británica haciendo magia en la creación de los climas que requiere la puesta, “Hamlet” impone en una sala Martín Coronado con muy buena concurrencia.


Martín Tilinius llevó a Hamlet de paseo por diversas expresiones artísticas. No solo concibió una escenografía tan versátil como elocuente sino que la puesta irá desde la riqueza musical hasta el cabaret pasando por Bob Wilson, el teatro brechtiano o el clima dark tanto de algunas canciones como de la atmósfera creada. El humor negro tiene sus momentos para al igual que un romanticismo donde la pasión conmueve y no empalaga.

La puesta irá mutando en los espacios que va creando para su desarrollo. Podrá verse un banquete en el aire o como varias ventanas que se abren para que cada uno de los personajes pueda dar cuenta de sus parlamentos. Los colores mutan con una iluminación precisa. Podrán convertirse en marionetas o elevarse del piso para crear nuevas pinturas de un clásico que trasciende el tiempo. 

Con un intervalo de por medio y algún que otro claro (muy pocos –puristas on the run-), se retoma la puesta con ánimos renovados. Se aprecian esos cambios tan temidos. No está Fortimbras y el recorte de algunas partes causarán algún escozor pero la historia es clara y mantiene su esencia.

Con un falsete tan conmovedor como elocuente según el caso, Martyn Jaques –director de The Tiger Lillies- abre varios momentos con su voz para empezar a desarrollar las distintas páginas musicales. Saltará desde el acordeón al piano, sin escalas mientras que Adrian Stout y Jonas Golland construirán una base sublime con un baby bass y un mínimo set de percusión al tiempo que unas pistas atravesarán el aire del escenario para dotar de épica o peligro, según amerite el caso. Tendrá momentos absolutamente conmovedores como el inicio con la festivamente oscura “Sin” que dará paso a “The King is dead”, a puro piano antes de convertirse en un número de vodevil. Ese mismo piano será el que emocione con “Ophelia’s dream” mientras se aprecian uno de los mejores momentos de la puesta, desde el escenario, con una combinación de poético dolor y lo irreversible de la vida.  
«Realese me» captará la tensión de la sala para después salir con «Lover» y la vuelta del piano con un dueto que sonará como un Lou Reed sarcástico y nasal, dotando a la canción de esa melancolía sentida por aquél que tuvo un amor y fue «arrebatado por un ladrón», con todo lo que eso implica a nivel metafórico….y no tanto.


El elenco está encabezado por Caspar Phillipson que da vida a un Hamlet tan contemporáneo como preciso. Su carisma se aprecia en el intervalo cuando sale de entre el público para saludar y abrir el juego de la segunda parte de la tragedia shakespereana. El resto del elenco es de la calidad acorde que requiere el desafío de llevar adelante a este Hamlet del siglo XXI. Andreane Leclerc sale de cierto corset al que se limita a Ofelia en la mayoría de las puestas. Con una plasticidad a toda prueba, dota de gracia a su personaje. El resto del elenco brilla en los momentos que les corresponde.


El fín llega con el escenario convirtiéndose en un lugar de pasión y sangre para el duelo conocido por todos. “Desolation song” es el final adecuado para una puesta de calidad que dejó al público en un estado de sorpresa que combinó la seriedad de una obra de Shakespeare, el deseo de encarar nuevos desafíos por parte de un director y un grupo de actores de talento reconocido y la excitación propia de un recital, cortesía de The Tiger Lillies.


Terminada la función, el elenco se encargó de charlar con el público sobre la puesta y la música. La moderación estuvo a cargo del reconocido director Luis Cano. En una charla distendida y con mucho humor, Phillipson sostuvo que “se puso en primer plano la historia de amor por sobre todos los temas que puede atravesar la obra, la política includa. Fue una toma de decisión al respecto”. Frente a una pregunta que reflexionaba sobre el carácter de tragedia griega, confirmó esta aseveración. “Quizás no fue algo tan deseado pero salió de esa manera”. Aprovechó la ocasión para destacar “el deseo de darle una vuelta al personaje de Ofelia. Que salga de esos tres momentos en que ama, está loca y se muere”.  

Charlotte Ulrika Engelkes afirmó que su reina Gertrudis “es una mujer que también es madre y debe velar por muchas cuestiones. Su familia, su país y es ahí es donde también se tensan las relaciones”. También hubo un momento para hablar sobre el porqué se habla de “putas” en alguna de las canciones. Ese fue un punto donde se apreció la diferencia que produce un término de acuerdo al lugar en que se hace la puesta.

Por su parte, Martyn Jaques, consultado sobre Hamlet, dijo que “nunca lo había leído”, despertando las risas de la gente.


Una vez finalizada la charla, Martyn Jaques fue al hall del Teatro San Martín para vender los CD’s de la obra. Parece un chiste pero no lo es. Allí, se encontró con el afecto del público y con este humilde periodista con el que charló unos minutos, mientras llamaba al público para comprar los discos.


-Martyn, cual fue tu inspiración para componer una música tan diversa?

– Mirá, veníamos haciendo varias obras de teatro. A partir de esta experiencia, empezamos a trabajar en varios estilos pero tiene que ver con la cantidad que veníamos haciendo.


-Compusiste aproximadamente 60 canciones…

– Exacto. Después elegimos las canciones que íbamos a llevar adelante en la obra.


-Se adentran en la obra pero también tocan temas universales.

– Es cierto pero no quisimos hacer composiciones políticas…


¿Por qué?

– No es mi estilo. Hay compositores que lo hacen y lo hacen bien pero no yo. En todo caso, me aboco a escribir sobre cuestiones más sociales o relacionadas con la sociedad. Lo que le pasa a la gente en sus relaciones humanas y sufrimientos en una sociedad pero no con partidos políticos.


-Muchos consideran que Shakespeare, al día de hoy, sigue siendo “moderno”…

– Bueno, toca muchos temas universales y se lo sigue llevando adelante en las puestas en muchos lugares del mundo. Pero, en un punto, si. Sigue siendo moderno.


Terminó la noche del viernes dejando a Martyn sacándose fotos con la gente. El 5 me lleva a casa a descansar. El sábado nos espera con “In spite of wishing and wanting”.

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