I.D.I.O.T.A (Teatro)

Cuando la necesidad apremia

Autor: Jordi Casanovas. Adaptación y dirección: Daniel Veronese. Con Luis Machin y Maria José Gabin. Asistente de dirección y Stage Manager: Gonzalo Martínez. Diseño de escenografía: Jorge Ferrari. Diseño de iluminación: Marcelo Cuervo. Diseño de vestuario: Daniela Dearti. Diseño Gráfico: Diego Heras. Fotos: Alejandra Lopez. Producción ejecutiva: Luciano Greco. Coordinación técnica: Alberto López. Coordinación de producción: Romina Chepe. Productor General: Sebastián Blutrach.


Teatro Picadero – Pje. Enrique S. Discépolo 1857. Miércoles a domingos, 20.30 hs


Los ambientes laborales son una buena muestra de lo que es una sociedad en un determinado momento. En su búsqueda o en pos de obtener un beneficio dentro del mismo, pueden ocurrir los más inquietantes hechos por lograr el objetivo deseado. En este caso, Carlos Varela se presenta para una entrevista para obtener una buena cantidad de dinero a cambio de sortear un determinado test que se le pondrá delante.

El texto es rico en tanto las diversas formas de corromper el sistema interno de una persona que, ante una situación económica personal comprometida, se mete en un juego donde nada es lo que parece. Desde ese lugar, empiezan a explotar interrogantes ponzoñosos que van desde el precio que puede tener un hombre («la necesidad tiene cara de hereje» dice un viejo refrán) hasta la manipulación que se puede hacer del mismo a partir de sus problemáticas.
En el marco del experimento en el que se mete Varela y tiene a la Dra Edeltraud, como figura que lo lleva a cabo, cada palabra será fundamental. Como si fuera un ajedrez del máximo nivel, se planificarán varios movimientos con antelación mientras el tiempo corre. Por eso, frente al axioma de “las crisis son solo una oportunidad” o que “agudizan el intelecto”, se abre el abanico de chances a desarrollar en pos del objetivo. Otra gran frase que podría ser de la partida, impactando aún más en una gran parte de la población es “el fin justifica los medios”.

Por lo esbozado es que el texto es atrapante en sus preguntas inquisitorias y con una dirección que apunta al dinamismo de las acciones. Todo pasa cuando tiene que pasar, como si fuese un libro que va pasando una hoja tras otra.

El ambiente es lumínicamente kafkiano. El encierro es palpable a través de la etérea blancura de sus paredes que servirán para que los hechos acontecidos en otros lugares, sean apreciados como si fuera la transmisión en vida del show de la vida. El gusto agridulce de pasar de la risa al enojo –y viceversa- en un santiamén es visible pero ¿habrá reflexión al respecto?


Luis Machín encarna a un taxista que se encuentra en problemas económicos. Lo hace con la sapiencia que le es reconocida. Igualmente, el punto se encuentra en otro lado. Será el provocador de diversas emociones aunque éstas surgirán de acuerdo a la forma en que cada espectador se relacione con este taxista. En ese momento, surgirá otra traba aún más ponzoñosa. El problema no es que el público pueda conocer a algún Carlos Varela sino que no quiere conocerlo so pena de establecer un vínculo con un personaje con el cual –quizás- no les gustaría tener algún tipo de lazo. O si lo tiene, llegaría a negarlo. Inclusive, explotará el interrogante respecto a cuanto tiene uno de ese hombre.

En cambio, María José Gabin dará vida a una Doctora Edeltraud. Con una cortesía tan fría como precisa en sus dichos y hechos, también planteará el interrogante de la “empatía” con ella. El axioma de “solo cumplo órdenes” fue llevado hasta lugares por demás inverosímiles llegando a ser la excusa ideal para realizar atrocidades de las más variadas.


Directa y ponzoñosa, el final es un cross de derecha (o izquierda) al mentón de cristal de los (que se dicen) bien pensantes y trabajadores de una sociedad que cuenta con una gran cantidad de “obedientes cumplidores de órdenes”. Al respecto, ¿debería haber empatía para con los personajes? Cuando uno pone tanto en la crítica/justificación/aprobación de algún accionar determinado, es cuando surge la duda sobre si la relación tan criticada lo es tanto.


“I.D.I.O.T.A” plantea interrogantes de los más diversos pero apelando a una confrontación directa de ideas para tomar la fuerza de estas y utilizarlas en su contra. Por eso, diremos que es necesario verla para someterse a un “in your face” corrosivo sin que esto implique prescindir de momentos de humor –que los tiene y son desopilantes-. Si a la finalización de la puesta hay ganas de hablar sobre lo visto, no se preocupen al respecto. Está bueno enojarse, debatir, reír y reflexionar con una obra. Es simplemente…teatro. Y del bueno. Que es el que está escaseando últimamente.  

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