La última sesión de Freud (Teatro)

Antes del fin

De Mark St Germain. Versión y dirección: Daniel Veronese. Con Luis Machin y Javier Lorenzo. Asistente de dirección Adriana Roffi. Diseño de escenografía: Diego Siliano. Diseño de iluminación: Marcelo Cuervo. Diseño de vestuario: Laura Singh. Asistente de Vestuario: Daniela Dearti. Diseño Gráfico: Diego Heras. Fotografía: Nacho Lunadei. Comunicación en redes: Bushi Contenidos. Producción Ejecutiva: Luciano Greco. Productor general: Sebastián Blutrach.

Teatro Picadero. Pje Enrique S. Discépolo 1857. Viernes 22 h, sábado 20 h y domingo 19 h.

La luz ilumina un living propio de otra época que, sin embargo, no resulta desconocido. El calendario dice que la acción se desarrolla en el mes de septiembre de 1939 y el mundo está a punto de explotar. Un viejo Sigmund Freud recibe en su casa de Londres a C. S. Lewis, profesor y escritor de la Universidad de Oxford, que pasó de ser ateo convencido a un ferviente creyente de Dios.

A partir de las diferencias mencionadas, comienza una puesta atrapante que descansa, primeramente, en un excelente texto que saca a la palestra varias discusiones que van desde la existencia del Todopoderoso hasta la forma en que uno se posiciona en la vida, frente a determinados hechos, pasando por el psicoanálisis, la sexualidad y las relaciones familiares.

Una radio, estratégicamente ubicada en el tiempo de la acción y el espacio, tira pequeños e impactantes pastillas de ese contexto. La inminencia de la Segunda Guerra enmarca cada discusión con ese porvenir que “ya está por venir”. El nexo que se establece entre ese cuento del que se sabe el final y la coyuntura actual, juega un partido de tenis con algunas vinculaciones que espantan. Más que nada, por la repetición de algunas situaciones, como si no se hubiera aprendido la lección.

La ironía y el sarcasmo con que se tratan Freud y Lewis son proporcionales al respeto que se tienen, aunque siempre con cierta condescendencia del primero por intentar comprender el “por qué” del cambio ocurrido en el segundo. El nervio motor del hecho teatral es la inteligencia de los intercambios, que reciben el guiño cómplice del espectador, trascendiendo la psicología. Allí es cuando la sutil montaña rusa de conceptos hace un “stop” para luego adentrarse en una nueva vorágine de significaciones que van y vienen como espadas que se cruzan y chocan en un duelo.

Las actuaciones son de calidad. Luis Machín vuelve a demostrar su increíble capacidad actoral, con un Sigmund Freud que muestra tanto su intelecto como su lado de mayor vulnerabilidad. En el caso de Javier Lorenzo, crea un C. S. Lewis preciso, al que dota de variados matices frente a los vaivenes del dialogo que mantiene con el padre del psicoanálisis.

“La última sesión de Freud” satisface todas las expectativas de una puesta completa que espera ansiosamente el debate que se producirá una vez concluida la función, cena o cafecito de por medio.

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