En tiempos de deconstrucción masculina frente a los cambios de paradigma que ha traído el feminismo, los tipos se (nos) encuentran (encontramos) con varias dudas que varían de acuerdo a cada uno. Allí es donde aparece “Machos Alfa” (Netflix), una simpática comedia que gira en torno a la forma en que cuatro hombres que rondan los 30 y 50 años deben enfrentarse a una coyuntura para la que no están preparados. ¿Lo estamos? ¿Queremos estarlo? Pensemos.
A partir de las vicisitudes que deben atravesar Pedro, Santi, Raúl y Luis frente a sus parejas y los planteos que éstas realizan, se construye una serie que, desde la parodia y el absurdo, abre el debate para los varones, respecto a las relaciones con las mujeres y la recepción de los nuevos aires que comienzan a soplar al respecto. Ojo, sirve para preguntar (se) donde se encuentra uno -en todo sentido- desde situaciones bien reconocibles.
El relato va y viene a través del tiempo, pero desde ya, hay que tener un contexto para explicar el por qué estos cuatro hombres van a un taller de deconstrucción masculina. Los perfiles de los personajes desnudan la reacción frente a “ese futuro que llegó hace rato”. Pedro es un exitoso productor de contenidos de tv que es reemplazado por una mujer y no sabe qué hacer mientras su pareja se consolida como influencer; Santi vive de cita en cita en Tinder, gestionadas por su propia hija –que vive con él-, tras un divorcio tormentoso; Luis vive un matrimonio de años que ha caído en la trampa de la rutina y Raúl recibe la propuesta de su novia Luz de tener una pareja abierta para evitar -justamente- la meseta del aburrimiento. Este es el comienzo de todo.
Es en esa vuelta atrás en los hechos donde radica una buena parte de la riqueza de la serie. Desde los prejuicios a la incapacidad de los cuatro amigos para aquello que Joaquín Sabina cantaba de “(Es mentira) que acepte que el ombligo del mundo no soy yo”.
El guión se sostiene a partir de la complicidad y los guiños con el espectador que dirá “Si. Esto le pasó a…”, “Mirá, justo lo que yo pensaba de…”. Aquí es cuando empieza el texto con un jab constante de castigo en la tan mentada “educación” recibida que, al día de hoy, termina atrasando años. La forma de parapetarse detrás de esta crianza, enarbolando la bandera de la “masculinidad” termina siendo un peso duro de sostener a través del tiempo.
Cada uno de los protagonistas afronta fuertes cuestionamientos a su “ser” pero, ¿Qué hacer al respecto? ¿Enojarse? ¿Abrirse o adaptarse a las nuevas épocas?
Desde situaciones hilarantes, se visibiliza que la llamada “crisis de la masculinidad”, no es más que un reclamo de equidad en la sociedad. Igualdad de derechos, acceso al trabajo, salarios, etc. La ruptura del statu quo los afecta en aspectos que, a la larga, termina siendo beneficioso. Es la caída del complejo de Superman, en tanto hombre todopoderoso. Lo cortés no quita lo valiente pero el cuarteto protagónico (extensible a buena parte de la población masculina) mantiene el axioma de “mal pero acostumbrado” de Inodoro Pereyra. Ser el –sufrido- «macho proveedor» porque es lo único que se conoce. No le da el piné pero tampoco da el brazo a torcer. Siguen como Quijotes frente a los molinos de viento de un 2023 que tiene otros postulados. La tozudez se combina con el patetismo y lo que fue “hermoso, será horrible después” en tanto su conversión en dinosaurios.
Dentro de esas preguntas que se esbozan, hay algunas que buscan una polémica sin sentido como la de “¿somos hombres a pesar de nuestra masculinidad?”. Es lo que se es, con virtudes y defectos, siempre con posibilidades de enriquecerse, pero ¿es necesario poner en duda la propia esencia? Hummmmm….
El foco puesto en las parejas de los amigos es ilustrativo, en pos de llevar a cabo la reflexión correspondiente. Se borra con el codo lo que se escribe con la mano y será, en ese momento, en que el intercambio de ideas debe realizarse sin tapujos y con honestidad. Todos tenemos el famoso amigo «macho» -cascote- con un discurso de lo que deben hacer los hombres y las mujeres. El tema es como pararse frente al mismo y lo que traería una eventual confrontación de modelos. Los cuatro «Machos Alfa» que se ven en pantalla lo viven en carne propia y le tira la pelota a la pantalla. Tal como le dijo Malone a Elliot Ness, «ahora, ¿qué vas a hacer?». Más aún si tenés familia con mayoría femenina….
Por otra parte, no podemos olvidar que se toma en consideración la sociedad española, con todas las diferencias que hay, en las masculinidades, con la argentina.
Seguramente, existirá la crítica de que es “liviana” pero esto no quita su validez. Es justamente esta liviandad la que permite, a través del humor, discutir sobre lo visto. Ni hablar si los hombres empezamos a ver desde la “caja boba” aquello que es fácilmente identificable con amigos, compañeros de trabajo e inclusive, con uno mismo. Quizás no sea tan importante como concluye todo sino el “proceso” que conduce a dicho epílogo.
Divertida y ágil, “Machos Alfa” abre muchos –incomodos, enriquecedores- debates a través del humor. Lo bueno es el paso siguiente tras haberla visto. A menos que uno sea un negador compulsivo, es prácticamente imposible no ser impactado en sus planteos. Igualmente, esa misma negación es una toma de posición al respecto. Después, no lloremos “incomprensión” al repetir la misma pavada por enésima vez.
Ficha técnica. Idea y dirección: Alberto Caballero y Laura Caballero. Textos: Alberto Cabellero, Laura Caballero, Daniel Deorador y Araceli Álvarez de Sotomayor. Con Fernando Gil, María Hervás, Raúl Tejón, Kira Miró, Gorka Otxoa, Paula Gallego, Fele Martínez, Raquel Guerrero y Virginia Rodríguez. País: España: Idioma: español. N.º de episodios: 10.