“Juan Vairoleto” (Teatro):

Il morto qui parla 

Actúan: Juan Gil Navarro (Juan Vairoleto), Gabriel Galíndez (Coscia), Fernando Martín (Juan Chiappa), Luciano Guglielmino (Ñato Gazcón), Leandro Morcillo (Funcionario). Testigos/Coro: Integrantes del Pompeya Teatro Comunitario: Fernando Fernández, Luis “Cuervo” Lento,  Federico Navajas, Federico Uzinka Queipo y Juan Pablo Martínez. Diseño de escenografía: Carlos Di Pasquo. Video: Fernando Díaz. Diseño de vestuario: Jorgelina Herrero Pons. Diseño sonoro: Luciano Guglielmino. Fotografía: Rubén Sotera. Diseño de Iluminación: Fernando Díaz. Diseño gráfico: Gonzalo Barleand. Asesoramiento histórico: Alcides Rodríguez. Asistencia corporal: Doris Petroni. Asistencia de dirección: Emilio Zinerón. Producción: Grupo S&V, TACEC – Teatro Argentino De La Plata. Coach vocal: Sofia Domínguez. Dirección: Carlos Di Pasquo y Fernando Martín. Duración: 60 minutos

Miércoles 27 de noviembre. Dumont 4040. Santos Dumont 4040. A las 19.30 hs

Por Cecilia Inés Villarreal

El bandolerismo es una protesta, una desviación y una incomodidad. Es la rebeldía contra la injusticia del poderoso y la extorsión del fuerte.  En esta alteridad prohibida, radica el atractivo que ha perdurado en la literatura y en el folletín. De esta manera, se ha convertido en uno de los mitos criollos más relevantes.

Juan Bautista Vairoleto es este bandido convertido en santo. La devoción popular será inversamente proporcional al odio de quien dicta la Ley. Quienes les tienden la mano a los de abajo son considerados peligrosos. Una amenaza al statu quo. Por ende, su muerte es deseada con ahínco y ensañamiento. Se los quiere cazar y exhibir como trofeo.

La magia del teatro resucita a este perseguido político, una especie de Robin Hood pampeano. Su personaje tiene principios morales, es empático y un lobo solitario. Es el precio a pagar por haber subvertido las jerarquías. Estas transgresiones molestan. Y mucho. La inocencia o culpabilidad de Juan quedará a criterio del cristal con que se mire. El público completará el sentido de la obra ya que oficiará como opinión pública. Como si fuese un juicio, se sopesarán todos los testimonios

Uno de los puntos destacables de la puesta es la forma polifónica en que se reconstruye la historia. Desde el inicio, la inmersión en la obra se produce gradualmente, con los cinco sentidos a flor de piel. Las voces de los diferentes sujetos como la policía, los testigos y el funcionario, se hacen oír. El denominado “crisol” con la inmigración italiana, española y sirio libanesa dice presente mediante el costumbrismo. Las voces tienen un encanto radial ya que el color que emanan podría extrapolarse a un radioteatro.

El diseño de iluminación, a cargo de Fernando Díaz, se destaca por su rol de narrador. Es significativo el uso de la luz como reveladora de verdades. El diseño sonoro creado por Luciano Guglielmino realza y acompaña a la luz en la experiencia ante lo divino. El diseño de vestuario, a cargo de Jorgelina Herrero Pons, brinda un marco de verosimilitud y de franqueza a nivel histórico.

Esta composición coral, basada en la obra póstuma de Juan Carlos Gené, tiene una dirección acompasada. Tiene un plus debido al anclaje histórico con los documentos visuales. Carlos Di Pasquo y Fernando Martín lograron el ritmo preciso y los climas adecuados en cada momento de la pieza teatral. Cada uno de los actores se luce con la representación histórica. En especial, Juan Gil Navarro que interpreta a su homónimo con fiereza y sentimiento.

Atrapante de principio a fin,  “Juan Vairoleto” invita a pensar sobre las injusticias que siguen persistiendo al igual que los destinatarios de las mismas. Aunque Juan no era anarquista, la frase “Que la tortilla se vuelva. Que los ricos coman pan y los ricos, mierda, mierda”, tiene vigencia hoy en día. No les daremos el gusto a los verdugos de la historia.

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