La que vivió todo
Texto: Cristina Escofet. Con Ana Yovino y Maia Mónaco. Músico en escena: Maximiliano Más. Diseño de vestuario: Adriana Dicaprio. Diseño de escenografía: Alejandro Mateo. Música original y dirección musical: Gerardo Morel. Diseño y realización audiovisual: Lucio Bazzalo. Diseño de iluminación: Soledad Ianni. Dirección: Andrés Bazzalo.
Teatro Cervantes. Libertad 810. Jueves a domingo, 19.30 h
Ella es una mujer que vivió muchas vidas, con todo lo que esto implica. Desde un lugar de pertenencia e identidad hasta el destierro y la esclavitud. La libertad y su búsqueda real –no la banalización del término, cortesía del vacío constante de contenido por parte del contexto actual-, en la existencia de Malinalli de Paynala, una joven nahua de clase alta, desde de su nacimiento. Pero no será únicamente ella la que (re)viva su historia. La mismísima Huesera se encarga de la crónica de los acontecimientos a partir de la lectura de los granos de maíz.
El escenario diseñado de manera escalonada, con muy pocos objetos, brinda el marco adecuado para que Maia Mónaco y, sobre todo, Ana Yovino, lo transiten y habiten desde las palabras y sentidas actuaciones. Como si fuera una flor que abre sus pétalos de a poco, la puesta tiene un desarrollo que apela a la atención constante. El axioma ricotero de “vivir solo cuesta vida” es literal en la vida de Malinalli. Su pasión, caprichos y deseos, en contraposición a su propia sociedad, madre de por medio y la futura conquista del continente, encabezado por Hernán Cortés, pasando a ser conocida como “La Malinche”.
El texto de Cristina Escofet es detallado. Relata las vivencias de Malinalli sin tomar partido sobre las impresiones que pesan sobre su figura. Si es la madre del mestizaje entre los europeos y los habitantes de América por su vínculo con el conquistador o la reivindicación de quien ha sobrevivió al genocidio perpetrado por los españoles. La traición aparece en el horizonte al tiempo que la cruz impone su «santo» deber evangelizador a fuego y sangre. La ética y la moral colisionan con su instinto de supervivencia. Cada decisión es observada en la dicotomía de la construcción identitaria «original» y su “borrado” para imponer la del explotador. No olvidemos en qué derivó el término «malinchista».
La dirección de Andrés Bazzalo plantea un ritmo sostenido en el desarrollo de los acontecimientos. La multiplicidad de lenguajes permite que la puesta sea abarcativa en lo que es el rito teatral. El riesgo vale la pena y será valorado como tal. La utilización de imágenes es toda una toma de decisión en el desarrollo de la puesta. Estará quien la considere demasiado didáctica y que su uso continuo le quite sorpresa e impacto mientras que otros sostendrán que potencia y enriquece el relato. La iluminación es certera en la creación de climas y atmósferas. Párrafo aparte para Maximiliano Más y su excelente interpretación musical, constituyéndose en parte fundamental de la narración.
La actuación de Ana Yovino es un “in crescendo” constante. Es redundante (y por demás, justo) recordar lo gran actriz que es pero aquí, lleva adelante un personaje de fuerte demanda física y concentración extrema. Maia Mónaco pone su excelente voz a disposición de varios personajes que van desde la Huesera hasta la madre de Malinalli, entre otros.
Poderosa y arrasadora, “La Malinche” no pasa desapercibida. El impacto es completo para quien tiene la posibilidad de presenciar una puesta que pone toda la carne en el escenario. La reflexión final será tan rica como el planteo llevado a cabo sobre tablas.