Cine: “El viento que arrasa”

Por Cecilia Inés Villarreal

El libre albedrío es la facultad de la voluntad y de la razón. Etimológicamente, ambos términos provienen de Liber (libre) y de arbitrium (juicio). En el catolicismo, San Agustín diferenció la libertad propiamente dicha del libre albedrío, que sería “la capacidad del ser humano de tomar decisiones”. La libertad, por otro lado, es la capacidad de usar correctamente el libre albedrio y elegir el bien. ¿Qué es el “bien”? ¿Qué es el “mal”? ¿Quién o quiénes dictaminan la calidad de los pensamientos y acciones? ¿Dios? ¿La crianza, la familia? ¿La sociedad? ¿Uno mismo puede elegir? ¿pero bajo qué circunstancias particulares?

En este caso, la actriz, directora y guionista Paula Hernández presenta “El viento que arrasa”, su nueva película en la que la religión, la familia y los roles de género se entrelazan de modo armónico y perturbador. Basado en la novela homónima de Selva Almada, el film trae al reverendo Pearson (Alfredo Castro) y su hija Leni (Almudena González) en un viaje por el país en una misión evangelizadora para librar a las almas del mal y no dejarlas caer en la tentación. Como si el mismísimo Satanás hubiese metido la cola, producto de un accidente mecánico en medio de la ruta, se cruzan con el Gringo (Sergi Castro) y José Emilio (Joaquín Acebo). En este encuentro casual de dos adultos y dos adolescentes, chocan dos visiones opuestas e ¿irreconciliables’. Ambos jóvenes comparten un punto: sus madres están ausentes y no tienen casi recuerdos. Nombrarlas está vedado.

La devoción popular y la necesidad de un salvador dan consuelo a los fieles que acuden en busca de un mesías terrenal. La búsqueda de alguien que los escuche. El cristianismo y las creencias populares se funden en un abierto sincretismo, como la Difunta Correa. Leni es el sostén incondicional de su padre para su tarea divina. Dejó de ser una niña pero es tratada como tal. No son tenidas en cuenta sus opiniones e inquietudes que se vuelven voyeuristas. Los atisbos de independencia y rebeldía son silenciosos pero pugnan por salir como la erupción de un volcán. El «padre nuestro, santificado sea su nombre», su dios paterno, la subleva pero a la vez hay respeto. Se hace «su voluntad en el cielo y en la tierra» pero…¿hasta cuándo? La fidelidad se convierte en deuda, en la piedra de Sísifo, un castigo interminable, en culpas. ¿Qué hay de las opiniones propias, elecciones…en suma, la independencia? Más aún con la irrupción de José Emilio en la acción altera el statu quo y el orden inmutable.

La fotografía maravillosamente recreada por Iván Gierasinchuk plasma los estados de ánimo de los personajes, mezclando la iluminación natural de los exteriores con la luz artificial, sumando los acertados cromatismos en escenas muy puntuales. El equilibrio sincronizado entre los planos generales cortos para sumergirnos en la inmensidad del paisaje y los primeros planos de los protagonistas, hacen que el público empatice con los personajes. Las angulaciones contrapicadas de cámara magnifican la figura del reverendo mientras que, en la parroquia, las angulaciones en sentido opuesto junto a los planos cerrados confieren un sentido espiritual de comunión del padre con su rebaño. Ésta es una metáfora curiosa en tanto una masa indescifrable de personas anónimas y homogéneas, mansas y sumisas. Tal como las vacas que van al matadero. La antropomorfización es constante en el lenguaje. Son operaciones invisibles y automáticas que pasan desapercibidas.

Esta coproducción argentina-uruguaya cuenta con diálogos breves. Los silencios más el juego de miradas juegan un rol elocuente. El poco texto acentúa lo no-dicho, a concentrarse en lo tácito y en la belleza visual. La Naturaleza se manifiesta como viento, tormenta, y el sol en todo su esplendor. El aspecto técnico y el clima podrían hermanarse y ser un personaje mudo en el relato. De esta manera, Leni se reconcilia con las imágenes paganas del paisaje. Inclusive, podría hacerse algún tipo de vinculación con Esty, la protagonista de la serie israelí “Poco ortodoxa” en la búsqueda personal e individual y el recelo ante la situación vivida –no hacia su fe- hacia el/los otro/s que la rodean. Inclusive, se aprecia la reflexión sobre la religión, la espiritualidad y un sentido más amplio de la existencia. Algo que la ficción escandinava “Algo en que creer” (Ride upon the storm) realizó con precisión.

A lo largo de los 94 minutos de duración, las actuaciones son de calidad. Cada personaje es ejecutado con un tempo adecuado. Tal es el caso de Alfredo Castro y Almudena González que se lucen en sus roles protagónicos.

“El viento que arrasa” está próxima a estrenarse en las salas argentinas. La espiritualidad y la religión son tratadas con delicadeza, pero no con reverencia. Abre el diálogo sobre las elecciones de vida y los mandatos de género, sobre las autoridades que pesan sobre nuestra consciencia y la audacia de romper con las constricciones. Y por qué no cuestionarse, conversar y deconstruir conductas y tradiciones fuertemente sedimentadas.

Ficha técnica.

Guion: Paula Hernández y Leonel D’Agostino. Con Alfredo Castro, Sergi López, Almudena González y Joaquín Acebo. Dirección: Paula Hernández. Fotografía: Iván Gierasinchuk. Arte: Gonzalo Delgado Galiana. Vestuario: Mónica Toschi. Sonido: Catriel Vildosola. Montaje: Rosario Suárez. Música: Luciano Supervielle. Producción Ejecutiva: Hernán Musaluppi y Santiago López Rodríguez. Productores: Hernán Musaluppi, Santiago López Rodríguez, Diego Robino. Lilia Scenna, Natacha Cervi y Sandino Saravia Vinay. Título: “El viento que arrasa”. Título internacional: “A ravaging wind”. Duración: 94 minutos. Aspect Ratio: 2.39.1 / Color. Sonido: 5.1. Año: 2023. Idioma original: Español. Países de producción: Argentina, Uruguay. Distribuidor: Cinetren. Con el apoyo del Instituto Nacional del Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), Agencia de Cine y del Audiovisual (ACAU), Programa Uruguay Audiovisual (PUA), Fondos de Incentivo Cultural (FIC), y Programa Ibermedia.

Cines: Gaumont (12.45, 18 y 22 h), Cinemark Palermo (13.20, 15.30 y 20.20 h), Hoyts Abasto de Buenos Aires (15.20 y 20 h), Hoyts Unicenter (13.10, 17.40 y 22.10 h), Showcase Cinemas Belgrano(17.10 y 22.30 h) y  Showcase Cinemas Haedo (16.45 y 21.50 h)

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