Yo, Encarnación Ezcurra (Teatro)

Corazón de leona 

Autoría: Cristina Escofet. Con Lorena Vega. Músicos, arreglos y música original: Agustin Flores Muñoz, Sebastián Guevara y Malena Zuelgaray. Vestuario y asesoramiento artístico: Adriana Dicaprio. Diseño de luces: Soledad Ianni. Fotografía y diseño gráfico: Lucio Bazzalo. Asistencia de dirección: Pablo Cusenza. Dirección musical: Agustin Flores Muñoz. Dirección general: Andrés Bazzalo.

Teatro Del Pueblo. Av Roque Sáenz Peña 943. Domingo, 17 hs.

Ella está sola y espera. La luz cae sobre su cuerpo que ha (sobre) vivido a intrigas y momentos fundamentales de la historia del país. Su vestido blanco contrasta con su larga cabellera azabache. Ese contrapunto en su atuendo será parte de su personalidad en la que combinaba la fuerza de una leona junto con una sensibilidad tan profunda como pocas veces vista….y reconocida.

Desde el mismo título de la puesta, ella planta bandera diciendo quien es. Un rasgo de la fuerte personalidad de quien fue la esposa de Juan Manuel de Rosas y colaboradora fundamental en tanto cimentar el poder del Restaurador de las Leyes. Al respecto, Cristina Escofet concibió un texto sublime donde da cuenta de las aristas que conformaban el temperamento explosivo y subyugante de la “Heroína de la Federación”. Cada una de las palabras está en su justo lugar permitiendo el abordaje de una figura cuidadosamente corrida de la escena política de nuestro país durante largos años. Aquí, vuelve a ocupar el rol que le corresponde, con sus luces y sombras pero siempre con una integridad absoluta. Más aún en tiempos donde el rol de la mujer era completamente diferente al respecto.

El texto viajará a través del tiempo para dialogar con una coyuntura que concuerda con las palabras y postulados de Encarnación. Ella fue la que se acercó a las clases más humildes para brindarles la visibilización y los derechos que otros les negaban, al tiempo que era una firme colaboradora de su querido Juan Manuel, tal como lo llamaba. El deseo de un país federal, seguido de la conformación de la Patria Grande en la que los habitantes del continente sean cobijados y protegidos por sus propios gobiernos y leyes, sin injerencia de ningún tipo.
Desde sus características propias, será una mujer va y viene entre contextos históricos para brindar con su figura, un manto de luz sobre una historia que vuelve a repetirse. Pero ya no como tragedia ni como farsa, sino en una situación prácticamente indescriptible en tanto y en cuanto precisión y dolor por lo que acontece.

Quien pone el cuerpo y alma a disposición de Encarnación, es Lorena Vega. De las mejores actrices del teatro porteño, con una versatilidad reconocida en sus múltiples trabajos, encarna a esa mujer a través de la pasión con que encara sus acciones. Exacta en cada uno de los movimientos y palabras (asi como silencios), logra ese tipo de excelencia en la que más de uno se preguntará “¿Quién podrá volver a ser Encarnación Ezcurra después de Lorena Vega?”. La comparación será esa sombra fantasmal que atosigue a aquella actriz que desee hacerlo. La vara quedó muy alta.
Por otra parte, el trabajo de Andrés Bazzalo es sutilmente preciso. Es quien logra estar presente sin que se note su presencia. Parece una cita de Perogrullo, utilizada solo para impresionar al lector pero se aprecia en cada detalle. Cuando se podría subir la obra a la moto de la presencia escénica, la dirección es la que establece los matices que debe seguir. Abre el juego en pos del enriquecimiento de la puesta con sabias decisiones. Párrafo aparte para el ensamble musical comandado por Agustín Flores Muñoz. No solo por la calidad interpretativa sino por la creación de climas que van desarrollando a través de la puesta. Tampoco olvidamos que es fundamental en el dibujo de la identidad de Encarnación con su candombe y murga tan propio como rioplantense.

“Yo, Encarnación Ezcurra” es de esas puestas donde la emoción se da la mano con la reflexión a través de la figura de una mujer tan valiente como polémica en la historia de nuestro país. Será cuando se vaya terminando el merecido y sostenido aplauso que decantará en cada uno de los presentes lo que ha presenciado. Porque el buen teatro es el que se comenta (y se siente) una vez que ha finalizado la función. Por tal motivo, si quiere volver a repetir la experiencia, no se reprima. Bienvenido al disfrute completo de una gran puesta teatral. 

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