Uno, dos, ultraviolento
De Anthony Burgess. Versión: Manuel González Gil. Traducción: Pablo Rey. Con Franco Masini, Lionel Arostegui, Enrique Dumont, Stella Maris Faggiano, Francisco González Gil, Toto Kirzner, Fran Ruiz Barlett, Tomás Wicz. Músicos en vivo: Bruno Caro Langwagen, Rodrigo Caro Langwagen. Asistente de vestuario: Victoria Wallace, Luciano Huentecura. Arreglos vocales: Eugenio Perpetua. Director asistente: Matías Puricelli. Diseño de escenografía: Lula Rojo. Diseño de luces: Caio Senicato y Manuel González Gil. Diseño de movimiento: Agustina Seku Faillace. Diseño de vestuario: Pablo Battaglia. Fotografía: Nacho Lunadei. Realización de vestuario: Irma Melo, Ignacio Estigarribia, Daniele Szczcpanik. Música y dirección musical: Martín Bianchedi. Dirección general y puesta en escena: Manuel González Gil. Teatro: El Método Kairos.
El Método Kairós Teatro. El Salvador 4530. Viernes y domingo, 21 hs y sábado, 20.30 hs.
Era todo un desafío encarar un proyecto como llevar un clásico del cine –y de la literatura- como “La Naranja Mecánica”. De ahí que cierta desconfianza pueda surgir ante semejante reto. ¡¿Cómo harán para llevar todo lo que implica, tanto desde las letras del libro como de la imagen en celuloide, al teatro? ¿Podrán? La respuesta es si…y con creces.
Manuel González Gil realiza un recorte preciso para que la puesta mantenga la tensión a lo largo de los minutos. Uno de los grandes méritos es el llevar a las tablas la violencia del texto pero sin caer en el regodeo. La música en vivo es parte fundamental al igual que una iluminación creadora de climas y ambientes.
Por otra parte, hubo un muy buen trabajo en el diseño del espacio en que conviven varios escenarios, con la precisa utilización de cada rincón de la sala. La escenografía es versátil y acorde a lo requerido. Los paneles van y vienen continuamente pero con precisa armonía para contextualizar los hechos.
Será en este escenario donde Alex y sus drugos llevarán a cabo todo tipo de tropelías en la que no se discrimina sexo, edad, raza, religión ni condición para descargar su odio.
Justamente alrededor de Alex, gira una historia rica y corrosiva en tanto los planteos que realiza, los cuales mantienen la vigencia del primer día en que fueron concebidos. Maldad en estado puro por parte del individuo y el origen de la misma. ¿Cuáles son los motivos? Más aún con un sadismo en pleno estado. El disfrute por el dolor ajeno. ¿Se cura o se puede “encarrilar” para servir a otros fines?
Allí es donde salta a través de los años para instalarse en una actualidad por demás opresiva. La manipulación genética que está a medio centímetro de Mengele pero “con fines positivos para beneficio de la sociedad” al «encarrilar a las ovejas descarriadas». Es en este tipo de ideas es donde nos podemos quedar cortos con las comillas. La malicia y desparpajo de los hechos incomoda, perturba e inquiere. Más aún cuando meten la cola la política y los medios para legitimar cualquier tipo de barbaridad.
Los guiños a la actualidad política argentina a través del político encarnado por Enrique Dumont llama a la reflexión, más allá de la sonrisa cómplice. Su discurso es más que conocido. Inclusive el del científico encargado de “combatir la violencia” de la sociedad. La ciencia contrapuesta con la fé y las argumentaciones de cada una. Pero esto vuelve a resignificarse con la caída en las acciones de la Iglesia. ¿De qué lado debería estar uno? Es obvio pero…
En el marco de un elenco por demás sólido, Franco Masini realiza un muy trabajo como Alex. Con un acento particular, da vida a ese joven sobre el cual gira el concepto de violencia en la sociedad y el surgimiento de la misma. Párrafo aparte para Enrique Dumont que dota, a los varios personajes que realiza, de credibilidad acorde a cada uno de ellos.
Apenas termina la función, flotan en el aire sensaciones varias. Primeramente, el amor, el estudio y la seriedad para encarar un proyecto difícil pero siempre a partir del propio talento de quienes lo llevaron adelante. Después, el debate frente a lo visto se impone entre los comensales que irán a comer algo tras la caída del imaginario telón.
El público de esta versión de «La Naranja Mecánica» es heterogéneo. Los adolescentes conviven con gente que podría ser padres o abuelos porque la temática atraviesa todas las edades. Nadie está exento de lo que ocurre en una sociedad donde el consumismo, la tecnología, la manipulación ideológica y mediática ejercen una violencia tan fuerte como la de un bate de beisbol. En ocasiones, el dolor no será físico pero sus consecuencias podrán ser aún peores