La dinámica de la puesta, con mucho humor y agilidad, cuenta también con espacio para una reflexión que rompe las barreras sexistas en pos de un objetivo supremo como es la paz.
Los diálogos son ricos y las alusiones a varias situaciones, abriendo el abanico interpretativo de las palabras, da cuenta de un trabajo serio al respecto. La forma en que se trabajó el espacio es otro de los puntos a destacar. Los personajes femeninos están bien logrados y se destaca Romina Moretto, que dota a su Lisistrata de vigor y credibilidad.
Las canciones están bien resueltas, con coreografías y máscaras alusivas pero justamente, el sonido conspira contra las estrofas entonadas ya que, en ocasiones, no se termina de escuchar lo que se canta. Asi como los personajes femeninos sostienen la puesta, los masculinos no terminan de convencer con sus caracterizaciones.
No obstante, la puesta se sobrepone a estos dos contratiempos para brindar un buen espectáculo disfrutable en un 100%.