“Limbo (Familia muerte)” (Teatro)

Aventuras y desdichas de una parca dubitativa.

Actuación: Pablo Cano, Mariana Eramo, Sebastián Fernández Castaño, Emiliano Maitía, Ximena Munguia, Bárbara Naveira y Emilio Ramon. Diseño de vestuario: Eugenia Limeses. Asistencia de dirección: Lucía Dantin.  Diseño de escenografía: Agustin Justo Yoshimoto. Diseño De Sonido: Federico Marino. Duración: 65 minutos. Diseño De Iluminación: Soledad Ianni. Coordinación En Dramaturgia y Dirección: Lisandro Penelas.

Moscú Teatro. Ramirez de Velasco 535. Sábados, 21:hs

Por Mariana Turiaci

En teatro, la muerte se ha representado de muchas maneras. Incluso fue convertida en un personaje más en distintas obras. Por su parte, la familia también ha protagonizado cientos de piezas, desde clásicas hasta contemporáneas. En esta oportunidad, ambas se unen en la última creación de Lisando Penelas que pone en escena ese entrecruzamiento de mundos.

La acción gira a partir de las andanzas de una parentela que se encarga de dar el ultimátum a aquellas personas que, según los designios de Dios -enviados a través de un fax-, han llegado al fin de su vida. Sin embargo, el artefacto empieza a fallar y las cuentas no cierran: alguien que debería haber muerto, anda vivo por ahí.

Si cada familia es un mundo, ésta no es la excepción. Hay relaciones de poder, reproches, lugares incuestionables y verdades incómodas. Todo, en la clave humorística que habilita el clown. Ese mismo juego permite dialogar con cuestiones de la realidad actual, desde una mirada crítica y satírica.

Asimismo, también se aprecia ese «teatro dentro del teatro» mediante juegos metadiscursivos que evidencian el dispositivo artístico así como referencias a clásicos de Lorca y de Shakespeare. Tal es el caso de las hijas de Bernarda Alba que salen a bailar o Hamlet viajando en colectivo. Estas situaciones son deudoras del texto y de los actores que aprovechan el presente para improvisar y darle rienda suelta a la imaginación.

«Limbo» expone una perspectiva lúdica sobre la muerte quitándole todo tipo de solemnidad. De alguna forma, plantea la idea que también podemos reírnos un poco de ella y, por qué no, de nosotros mismos. Una propuesta divertida, diferente y ágil para repensar algunos temas y cuestionar, al mismo tiempo, una realidad que se está haciendo cada vez más apremiante. 

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