Los Pactos (Teatro)

Verdad y redención

Dramaturgia, espacio escénico y dirección: Juan Pablo Gómez. Texto: Patricio Aramburu, Ximena Banús, Nahuel Cano, Juan Pablo Gómez, Alejandro Hener y Juliana Muras. Con Patricio Aramburu, Ximena Banús, Nahuel Cano, Alejandro Hener y Juliana Muras. Diseño de vestuario: Cecilia Zuvialde. Diseño de luces: José Gómez.. Asistencia de dirección: Analía Cabanne. Producción: Roberto Malkassian y Luciana Zylberberg.
Centro Cultural Rojas. Av Corrientes 2038. Martes, 21 hs.

¿Jean Paul Sartre juega al TEG? Una imagen difícil de imaginar pero, en cierto punto, plausible en “Los Pactos”. El piso, con humo a baja altura, y una tenue iluminación crea un clima de ominosa inquietud. 

Aquí tenemos a cinco personajes “arrojados a la existencia” y que, en la antesala del paso al “otro lado”, deben redimirse del mismo modo, serán arrojados a su muerte o redención. Este último paso será a través del manual de instrucciones del famoso juego de guerra en el que las identidades se transforman en países que deben contar el porqué de un recuerdo íntimo, que llega desde dentro de una rueda. Solo la verdad pura y cruda permitirá el paso a la próxima etapa. Podrán llamarse Etiopia, Terranova, Labrador, o San Justo pero cada historia tendrá su doble cara, tal como una moneda que vuela en el aire, un segundo previo antes de caer al piso, previo a determinar su suerte. 

La voz del gran Jean Paul con otra de sus ideas resuena como banda de sonido de la obra: “Todo lo que existe nace sin razón, se prolonga por debilidad” y esa debilidad es la que lleva a la duda. Verdad o mentira, cara o cruz y el individuo decidiendo desde su propio ser, el camino a elegir sabiendo de las reglas y un orden regido a través del azar, por medio de un dado. La sorpresa de las dos primeras historias decae en las últimas si bien la tensión cae sobre la historia en sí y el desenvolvimiento de la misma. Las actuaciones son exactas, con los matices que requiere cada país (o personaje) sin caer en exageraciones. Asi como llega la rueda con un recuerdo, rodando sobre si misma y avanzando,  la puesta se desarrolla en ese ritmo, para recordarnos a último momento que “existir es estar ahí, simplemente”.

Una última recomendación: lleguen temprano a ver la obra porque si tienen la chance de sentarse en una colchoneta –como le pasó a este periodista-, las rodillas y los músculos tardaran varios minutos para lograr su movilidad normal después de finalizada la obra.

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