Más de 100 mentiras (Teatro)

Historias de un pirata cojo


De Fernando Castets y David Serrano. Con Jessica Abouchain, Karina Barda, Luz Cipriota, Augusto Fraga, Christian Giménez, Jimena Gonzalez, Diego Hodara, Sebastián Holz, Pablo Juin, Agustín Macagno, Juan José Marco, Milagros Michael, Daniela Pantano, Carlos Perez Banega, Ignacio Perez Cortez, Néstor Sanchez, Rodrigo Segura, Carlos Silveyra, Florencia Viterbo. Diseño de vestuario: Fabián Luca. Producción general: Pablo Kompel, Carlos Mentasti y Luis Alberto Scalella. Coreografía: Federico Barrios y Elizabeth de Chapeaurouge. Dirección musical: Gaby Goldman. Dirección: David Serrano.

Teatro Liceo. Rivadavia 1499. Miércoles y jueves, 20.30 hs; viernes, 21 hs; sábado 19 y 22.45 hs  y domingos, 20.30 hs.


La literatura escrita en forma de canción por ese gran compositor llamado Joaquin Sabina, en algún momento, debía decantar en un musical. Tal es el caso de “Mas de 10 mentiras” donde las canciones sirven de inspiración y de marco para las acciones. El Tuli sale de prisión después de estar tres años a la sombra por un golpe delictivo que salió mal y que le costó la vida a su amigo Samuel. No obstante, no delató a Juan –el tercer participe del atraco-, quien tiene un bar, cortesía de su tío Villegas, quien se encargó de inculpar a Tuli. Como no podía ser de otra manera, debía haber una musa y ella es Magdalena, la novia de Juan pero que también goza de las simpatías de Tuli.


Si bien la dramaturgia es simple, y está a disposición de las canciones, no pasa por allí las grandes bondades de la puesta. Primero hay que destacar el excelente ensamble con el que cuenta. La música y el cuerpo de baile son de alta calidad. Las coreografías son muy buenas y denotan la versatilidad y el oficio de los bailarines pero siempre a disposición de la música, sin hacer algún giro o pirueta que solo sirva a nivel personal. 
Por su parte, la banda, compuesta por dos guitarras, bajo, batería, teclados y piano, es excelente. El sonido es claro y limpio, sin perder frescura en la búsqueda de la exactitud interpretativa. No hay playback, ni pistas grabadas. ¡Todo es música en vivo! 
Otro punto a mencionar son los muy buenos arreglos de las canciones, enriqueciéndolas en tanto que mantienen su esencia pero adaptándose a las características vocales de cada personaje. Este es un punto muy importante porque al tomar un artista como Sabina, cuya música y forma de cantar es su marca registrada, debe sortearse el shock de la primera impresión que implica la comparación instantánea, con el original. Esto pasa con clásicos como “19 días y 500 noches” o “Contigo” Una vez digerido el primer impacto, se entra en todas las convenciones que propone la puesta.


Los personajes tienen características bien determinadas. El bueno es bueno, el malo es malo y si hay alguno que esté en la duda, se volcará hacia el lado más notorio de la naturaleza del mismo. Los cantantes/actores (o viceversa) desarrollan muy bien sus personajes. Luz Cipriota es una Magdalena exacta, al tiempo que Carlos Silveyra (Tuli) es una especie de alter-ego del propio Sabina en sus particularidades. Sebastián Holz (Samuel) y Diego Hodara (Mosquito, un amigo de pocas luces pero de un gran corazón que trabaja en el bar y es boxeador) dotan de simpatía a sus respectivas criaturas. Christian Gimenez es Juan, el personaje con más vaivenes y matices de la puesta. Párrafo aparte para Rodrigo Segura quien es Ocaña, un matón de buen corazón, enamorado de Magdalena. Con dos intervenciones en temas de honda melancolía como “A la orilla de la chimenea” y “Una canción para la Magdalena”, conmovió con su sentida interpretación.


Cita obligada para todo “sabinero” que se precie como tal, “Más de 100 mentiras” deslumbra desde el ensamble y los arreglos de canciones que perduraran a través del tiempo.

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