Mujeres que (M) aman demasiado (Teatro)

Oda a la mujer desesperada

De Eduardo Grillo. Con Julieta Cajg, Susana Giannone, Julieta Oliva y Martina Zapico. Vestuario: Fernanda Alvarez. Maquillaje: María Laura Gantus. Fotografía: Daniel Bericua. Diseño gráfico: Pablo Tajer. Asistencia general: Vanesa González Gallo. Dirección: Pablo Rodríguez Albi.
Espacio Colette. Paseo La Plaza. Av Corrientes 1660. Sábado, 19 hs.

Hay obras que pueden abordarse desde distintos lugares. “Mujeres que (M) aman demasiado” es una de ellas. En este caso, el puntapié inicial es una reunión de cuatro amigas que buscan exorcizar sus conductas un tanto enfermizas en relación con sus parejas.

 A partir de allí, triángulos amorosos, cuernos varios y demás situaciones grotescas se sucederán a lo largo de la obra. La puesta tiene su “inspiración” (más no su correlato) en el libro de Robin Norwood «Mujeres Que Aman Demasiado”, al que se le agrega la M, por la cantidad de vino que ingieren las chicas en la puesta. El ritmo es dinámico y pasa por todos los estadíos de las protagonistas hasta llegar a un desenlace esperado por la mayoría de la platea femenina que concurre a ver la obra.

Si bien la puesta es graciosa, toma un estereotipo de mujer por demás transitado para la creación de los personajes. Esa caricaturización que va desde la histeria y los celos hasta las conductas más inverosímiles, carece de ironía y sarcasmo. Como entretenimiento, es 100% eficaz pero con un buen elenco (especialmente Martina Zapico –su Fantina es una creación exacta de histrionismo y buen gusto-), estaría bueno subir un poco más el listón de la obra más allá del chiste y la risa fácil.
Quien esto escribe concurrió a ver la obra junto con dos periodistas amigas y apreció como el público se reía con la obra y ellas dos, nada. Dependerá seguramente del humor con el que uno se sienta identificado para establecer el vínculo con la obra. El público que va a ver la obra le gusta ese humor y no le interesa algunos pormenores que podrán ocurrir en relación con el lugar y demás. Tampoco le interesará atender un celular en el medio de la función porque “el ámbito lo permite”. Porque el teatro es solo “diversión” y “pasar un buen momento”. Me parece que es mucho más que eso y limitarlo esta caracterización es una tontería.
Para concluir, un párrafo al Espacio Colette. Seguramente uno será acusado de purista y demás, pero concurrir a un lugar en el cual, mientras transcurre la obra, se escuchan pocillos y cubiertos, gente comiendo y la moza caminando entre las mesas, es insoportable. Es una falta de respeto tanto para los actores en escena como aquellos que desean ver una obra de teatro tranquilo pero claro, el vil metal de la consumición es más poderoso que el hecho artístico.

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