De Susanitas y princesas

Hace un tiempo, había contado como una charla con mi amiga Ana Inés Macaroni, me había inspirado a escribir sobre las “veteranas”. http://elcaleidoscopiodelucy.blogspot.com.ar/2012/03/hombres-veteranas-y-conductas-varias.html
En este caso, otra conversación con Macaroni fue la inspiración para el siguiente artículo. Surge por la forma en que muchas chicas y/o mujeres se ven y/o consideran. Esta consideración oscilaría entre dos imágenes, princesas o Susanitas. Macaroni me contó sus desavenencias con los hombres por “culpa” de estos dos conceptos que, según su criterio, “ninguno entiende”.
Veamos. 

La “princesita” es una fémina que necesita ser halagada y consentida todo el tiempo, pero ella ¿qué brinda a cambio? La cuestión del halago constante implica que uno halague y la otra persona sea motivo/destinataria del halago propiamente dicho, con la consecuente desigualdad en la relación en si. ¿A esto apuntaba el feminismo?

Esto también está ligado a cierta cuestión monetaria. Hay que tener bolsillo para bancar a una persona de la “realeza”, que se considerará de cierta alcurnia o similar, aunque haya nacido en una casa de ½ ambiente –lo cual es absolutamente inentendible-. De ahí surge una pregunta ¿¿De qué manera te educaron (o aprendiste)?? Nunca olvidaré cuando, a mis quince años, acompañe a un amigo mio que estaba como loco detrás de una piba de estas características. Fuimos a la casa –de clase media baja- y los padres eran todo lo macanudo y sencillo que no era la hija. Fui a la habitación de la chica en cuestión y vi que tenía la pata de la cama rota, sostenida por una serie de libros. Esa imagen no me la olvido más. 
La princesa siempre está “esperando”, dada la nobleza de su condición. O sea, debe tener un carácter cuasi divino por el cual se ubica en dicha posición. Mi pregunta es bien humana y es ¿¿Quién te crees que sos??
El complejo de Paris Hilton se encuentra en neta expansión, con el lamentable inconveniente que no hay cuerpo ni billetera que aguante. Además, habría que apelar a la frase del filósofo Jacobo Winograd de “Billetera mata galán”. Pero ¿Qué es lo que realmente le interesa a la princesita? Se abren las apuestas al respecto.
La princesa espera a un príncipe pero ¿qué pasa si ese príncipe no llega? Se desespera, se pone mal, se angustia y se deprime. Pero ¿acaso piensa en replantearse algo? ¡Ni en pedo! Porque si lo hace, se tiene que replantear todo. Incluso, su propia identidad de “princesa”. Debería someterla a tamaño juicio crítico que no lo hace casi nadie. Resetear el rígido y ver cuantos bichos tiene en su cabeza. Crianza que le dirán muchos; otros, el creerse lo que no se es. Como dice el refrán, el problema, a veces, es lo que se encuentra en una búsqueda.
Cuando una mujer dice, “Quiero que me traten como a una princesa”, ¿qué implica esto? ¿Satisfacer caprichos? ¿Agrandar autoestimas que, por dentro, están al nivel de Kafka? ¿No sería mejor que digan “Que me traten como a una mujer”?
La Susanita, en cambio, es una idiota que vive en un mundo de fantasía. Todo color de rosa. O sea, como diría Violencia Rivas, una terrible pelotuda. Además, carece de personalidad ya que siempre está al servicio de “otros”. Llámese familia, casa, hijos, marido, etc. Su individualidad está cercenada por valores que dependen de otro. Generalmente es la que sufre mayor cantidad de cuernos, de los cuales, tiene menos probabilidades de reponerse. El tema es la traición en si y que todo está puesto en ese otro y nada en ella. Los engaños y los cuernos (que hemos sufrido todos) se reparan a partir de una individualidad fuerte. El problema es que esta “buenuda” puso una fichita en cada número y no supo que hacer cuando le salió el 0 de la desilusión en la ruleta de la vida.
No obstante, y para cerrar este breve relato, retomo el último párrafo con el que había cerrado “Veteranas”.
Charlando con Macaroni sobre estos temas, le contaba –y ella se sorprendía- que debo ser uno de los pocos tipos que ha visto “Sex and the city” y que, personaje que he detestado a través de los años, fue el de Carrie, encarnado por Sarah Jessica Parker, mina tan sobrevalorada como David Beckham a nivel futbolístico, pero que cuenta con el mejor agente de prensa del mundo. Le hizo creer a todos que es buena actriz y encima es bella y fashion icon!!!!!!!! Nunca soporté a Carrie porque representa todo lo que, personalmente, detesto de una mujer. Consumista al 100%, reprimida, histérica y sin personalidad. Todo lo hace “hasta ahí”. No coge como Samantha –aunque le gustaría-, no es independiente como Miranda –aunque le gustaría- y tampoco es la princesita que es Charlotte –aunque le gustaría-. O sea, toda una serie y cierto patrón femenino gira en torno de esta veleta!! Por Diosssssssss!!!!
Con este derrotero de experiencias en las que parece un show de stand up (género que nunca me terminó de convencer), finalizo este texto con una pregunta ¿Por qué hacer más difícil lo más fácil cuando todos queremos básicamente lo mismo?

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