Se acababan los años 80. La primavera alfonsinista dio pase a un invierno hiperinflacionario que acabó con el gobierno de la UCR. A partir de la asunción de Carlos Menem, en 1989, comenzó una década que pasará a la historia argentina. Para muchos, la década menemista del “Pizza y Champagne”, para otros, el momento en que Argentina fue del “Primer Mundo”. Juicios de valor al margen, Alfredo Pucciarelli (Doctor en Filosofía por la UNLP y profesor consulto en la Facultad de Ciencias Sociales –UBA-) realizó una compilación excelente, que plasmó a través del libro “Los Años de Menem. La construcción del orden neoliberal” (Siglo XXI Editores).
Dividido en dos partes, cada una de cuatro capítulos, Pucciarelli recorre todos los puntos de referencia a nivel político y económico con precisión quirúrgica, con un análisis exhaustivo, sin dejar nada librado al azar. En el mismo, habrá referencias a un “peronismo neoliberal”, a la forma en que cambió el discurso el menemismo, y en las distintas formas de acumulación de capital. El análisis se extiende puertas afuera del peronismo al poner la lupa investigativa en la relación con la Unión Civica Radical, los sindicatos, las Fuerzas Armadas y los empresarios. Mejor dicho, como se desbarató a los tres primeros como fuerza opositora y se tomó a los últimos como aliados imprescindibles para llevar a cabo el modelo.
Uno de los puntos a considerar es la forma en que describe la llamada “revolución conservadora” de los años 90, encarnada por el menemismo, que describe la contradicción que atraviesa toda la gestión menemista. Es una gestión transformadora de las instituciones, (“revolucionaria”), con un líder transgresor (Menem) pero que transforma, reduce y modifica las reglas básicas de la política, de la gestión del Estado y de las relaciones entre el Estado y la sociedad y el Estado y la economía. El menemismo tradujo las transformaciones que se propuso la última dictadura, en una revolución que, en vez de dar un nuevo giro a la concepción estatal, hizo todo para destruir al Estado. Al respecto, está todo explicado al detalle. Desde la cuestión ideológica-discursiva que pendula entre el peronismo y el menemismo hasta el desarrollo de la bonanza de la tan mentada y nunca bien ponderada “Convertibilidad”, que termina siendo el caballo de Troya de la democracia argentina, en aquel 2001, dos años después de la partida de Menem del sillón de Rivadavia.
El libro está diagramado de tal forma que puede leerse de diversas maneras, sin respetar el orden en el que está presentado debido a la cantidad de temas con los que cuenta. Todos serán tratados de la misma manera, con seriedad investigativa sin que esto le quite dinamismo a la lectura. Cada uno de los capítulos es atrapante para aquél que desee sumergirse en una investigación que tocará al lector desde varios lugares. Principalmente, cuando se vea asimismo frente a esos años e inclusive como él mismo, supo usufructuar las “bondades” de la economía argentina de dicha época y ponerlo en relación con sus “caprichos de clase” (Teléfono, clase media!)
Es imposible leer el libro y no retrotraerse a un tiempo que no tuvo nada de hermoso y del cual han pasado menos de trece años. No obstante, el tiempo es veloz y parece que ha pasado hace mucho. No es así. Por tal motivo, es que esta compilación se hace de lectura absolutamente necesaria en estos tiempos de revisionismo histórico y de poner en discusión y debate, las cuestiones históricas más básicas.
Recordemos que este libro, tiene como antecesores a “Empresarios, tecnócratas y militares. La trama corporativa de la última dictadura” y “Los años de Alfonsín. El poder de la democracia o la democracia del poder”.
El libro cuenta con la participación de Paula Canelo, Mariana Heredia, Mariana Gené, Pamela Sosa, Gabriel Obradovich, Gastón Beltrán, Ana Castellani, Alejandro Gaggero y Esteban Serrani.
La compilación “Los años de Menem” es un libro necesario y serio para ver y analizar situaciones que no fueron para nada ajenas a un pueblo que se guió por los espejitos de colores del neoliberalismo y se dejó, como diría George Lucas, “llevar al lado oscuro de la Fuerza”.