La historia da cuenta de un pasado que se hace presente pero que no le abre un futuro auspicioso a uno de los contendientes del amor de la joven. Igualmente, la palabra “amor” tendrá sus propias acepciones ya que, en momentos, la joven parece un trofeo más que una musa. Viejos y cansados, los personajes desean revivir los viejos laureles de aquellos días de bonanza circense, aunque el paso del tiempo y la vida hacen estragos en sus respectivas personas.
La puesta hace referencia a esos momentos donde ya no hay mucho más que la desesperanza en si, del tiempo pasado. Más aún en un marco en el que el circo quedó limitado a un par de colchonetas que serán la arena donde se dirimirán las diferencias. La iluminación y la escenografía asi como el vestuario ilustran el marco adecuado de desolación y ostracismo de aquello que brilló en algún tiempo y después, se apagó. La guerra del título aludirá no solo a ese conflicto externo, en el cual se enmarcaba la película –y a las guerras personales de cada uno- sino a la situación de conflicto que ambos personajes tienen en medio, como botin, que no es sino la dulce e inocente Gelsomina