Con Silvia Aguado. Creación: Silvia Aguado, Agustín Flores Muñoz y Lila Monti. Gestación: Lila Monti. Asistencia de dirección: Carolina Díaz Benavidez. Asistencia de escenario: Agustina Aguirre. Asesoría dramatúrgica: Mariano Saba. Diseño de luces: Ricardo Sica. Escenografía y vestuario: Silvia Aguado. Entrenamiento físico: Erica Ynoub. Diseño gráfico: Andrés Kyle. Fotografía: Laura Wohlgemuth y Natalia Rubinstein. Video difusión: Ignacio Gutiérrez Arribère. Asistente en función: Andrea Bohrn. Producción general: Silvia Aguado. Música y Dirección: Agustín Flores Muñoz.
No Avestruz. Humboldt 1855. Sábados, 22 hs.
Ruda carga una mochila de gran tamaño. Casi similar al de ella misma. Camina y llega a un destino desconocido. Allí es donde se deja caer, exhausta, para empezar a indagar dentro de esa mochila sobre el peso de la misma, que tanto la agobia.
Con esta metáfora que se despliega como un abanico, Silvia Aguado construye un mundo de sentido en el que viaja a través del tiempo, de su actualidad hasta su infancia. Va y viene y esos viajes no siempre son lo que uno desea. Recuerdos, objetos que tienen su historia propia, se entremezclan en esa batalla perdida con el dueño de las existencias, el Tiempo. Ruda no solo plantea situaciones sino también preguntas, aunque no de manera directa. ¿Vale la pena? ¿Es necesario? Son interrogantes que surgen a medida que la obra va “creciendo” en su desarrollo. Por este motivo, la puesta va a atrapando a medida que se va desarrollando, luego de un comienzo en el que la ternura de Ruda sostiene la puesta. A algunos les bastará este recurso; a otros, no.
Será a través del paso de los minutos que Ruda deje de ser solamente “simpática”, para construir todo un mundo de sensaciones e ideas con respecto a lo que sería el “crecimiento” de una persona en una sociedad en la cual los sentimientos y los recuerdos se los asocia a una “inmadurez” casi imperdonable, para trascender como individuo dentro de ella. Será un viaje hacia su propio ser, de características oníricas en las que Ruda llevará al público en un paseo donde el drama y la comedia se complementan.
Silvia Aguado es una Ruda que utiliza las palabras necesarias, en el momento que amerita su uso. Sensible en la creación de su clown, Aguado finaliza con la tranquilidad de conciencia en su propio accionar frente al devenir de los acontecimientos. Será ella quien se ubique frente a un mar encrespado que será su propia existencia al tiempo que debe lidiar con las olas de la vida. Las que te empujan y las que te tumban, para salir de nuevo a flote, enderezando el barco de la propia existencia. Un faro que alumbra de manera inconstante frente al cual se debe ir (o no) para tenerlo como guía frente al futuro.
La iluminación tendrá un papel importante en la creación de los espacios en los que Ruda acciona su propio ser. Los objetos serán fundamentales en la creación de sentido asi como el vestuario, que dará cuenta del paso del tiempo asi como cierta metamorfosis de la propia protagonista.
“Rompiente” pone las luchas que implican el crecimiento y el desarrollo de una persona. De esta forma, se transforma en una de esas puestas que van decantando, de a poco. Incluso, bastante después de haber finalizado la función. Todo en el marco de un escenario pero, con una nariz de clown.