Los malqueridos
Dramaturgia: Rafael Bruza. Con Guillermo Aragones, Claudio Messina, Gonzalo Urtizberea y Mario Vedoya. Vestuario: Carolina Boverini. Escenografía: Vìctor Salvatore. Diseño de luces: Ricardo Sica. Música: Cecilia Candia. Fotografía: Martín Soler y Valentina Veronese. Diseño gráfico: Gonzalo Martinez. Asistencia de dirección: Clara Izaguirre. Coreografía: Cristian Toledo. Dirección general: Ana Alvarado.
Teatro El Tinglado. Mario Bravo 948. Lunes, 20 hs.
Ellos están solos. Se conocen y, como se dice en el barrio, “se bancan”. Los une la particularidad de no estar en pareja aunque los motivos de cada uno serán completamente diferentes uno del otro. Mientras Rodriguez –lider del grupo- es víctima de la infidelidad, Berlanguita tendrá un amor platónico al cual le será imposible acercarse. Por otra parte, Artemio querrá volver con su amor al tiempo que El Mudo, el cuarto personaje, acaba de perder a su compañera de quince años.
Cada uno de estos amigos que comparten trabajo –son visitadores médicos- y vivencias en relación con las mujeres, tendrán su momento para desarrollar su dolor a través de una exacta dosis de humor y dolor, que permite una identificación inmediata con su sentir.
Las particularidades de cada una de las situaciones se presentarán de manera cómica pero también dejando abierta a cualquier debate respecto al machismo y lo que el hombre en si está dispuesto a brindar. Si Rodriguez pierde a su mujer en manos de un profesor de tango, surge automáticamente el interrogante sobre lo que busca una mujer que no encuentra en su propio marido y si, eventualmente, éste hace algo para conquistarla –más allá de sus pruritos de “macho”-. O que haría Artemio para volver con su amada más allá de tocar una serenata. En estos dos casos, la pelota está del lado del hombre pero no sabe que hacer para continuar el juego.
En cambio, Berlanguita se enfrasca en amores destinados al fracaso pero que cuentan con la “ventaja” de no sufrir por amor. Porque, como dice el refrán, “nunca le va mal al que no hace nada”. Además, cumple con la función de ser el traductor de El Mudo, quien es el que mejor relación ha tenido con el sexo opuesto aunque ahora se las tenga que ver con lo implica ser viudo.
La puesta se asienta en el texto de Rafael Bruza y las actuaciones de cada uno de los actores. El texto juega con buen gusto en aguas donde el lamento de un tango y la picardía de historias de variada índole se conjugan con acierto. Incluso, tomando la temática del desamor y la soledad, más propia de la mujer, adosándola a los hombres, algo que no es muy común de ver. La sapiencia del elenco es absoluta tanto para los momentos más dramáticos como los más hilarantes. La dupla Berlanguita-Mudo sostiene la parte más humorística mientras que Artemio y, sobre todo, Rodríguez, cargan con el dolor –y la humillación- de no ser lo que fue. Quizás, lo único reprochable a la puesta es su excesiva duración para llegar al final. Con varios minutos menos, se ganaría una contundencia que se esboza al comienzo pero que se diluye un poco, con el correr de los minutos y la indefinición de las situaciones.
“Rotos de amor” logra, a través del humor, abrir preguntas sobre el machismo y el desenvolvimiento del hombre frente errores –muchas veces- propios pero que no saben como afrontar.