Es tuya, Juan
Dramaturgia: Mauricio Kartun a partir del cuento “Juan Darién” de Horacio Quiroga del libro “El Desierto” -1924-. Con Valentina Bassi, Carlos Belloso, Mónica Felippa, Diego Ferrari, Carolina Guevara, Pablo Mariuzzi, Gustavo Masó, Julieta Rivera López, Carolina Tejeda y Blanca Vega. Diseño de iluminación: Luis Rivera López. Preparación vocal: Fernanda Lavía. Dirección musical y música original: Daniel Garcia. Preparación física y coreografía: Marina Svartzman. Diseño de vestuario, escenografía y títeres: Alejandro Mateo. Realizadores de títeres: Jorge Crapanzano, Juan Bernabé Castillo, Manuela Mateo, Guillermo Bechthold y Francisco Sánchez Recondo. Coordinación de talleres y realización, supervisión y mantenimiento de títeres: Andrés Manzoco. Asistencia de dirección TNC: Marcelo Mendez y Alejandro Pellegrino. Producción TNC: Silvia Oleksikiw. Coordinación artística general: Sergio Rower. Producción en funciones: Anabella Zarbo Colombo. Dirección y puesta en escena: Luis Rivera López. Duración: 80 minutos.
Teatro Nacional Cervantes. Libertad 815. Jueves a domingos, 20 h.
Horacio Quiroga es un reconocido escritor y cuentista cuyos trabajos combinan una pluma de calidad junto con un mix de espanto y humanidad, no exenta del dolor que implican tanto la vida y la muerte en el marco de la naturaleza. Ubicarlo en un tiempo más cercano al 2023, no es fácil en tanto mantener su esencia y abordar temas vinculados con la realidad. Para eso, nada mejor que el gran Mauricio Kartún para concebir una dramaturgia vital y atrapante a partir su cuento “Juan Darien”. Si a esto le sumamos la creatividad y experiencia de Luis Rivera López (Libertablas, Grupo de Titiriteros del Teatro San Martín, etc) como titiritero, estamos frente a una puesta que promete mucho.
A partir de lo dicho, se desarrolla la historia de Juan, tigre devenido niño que llega al regazo de una madre devastada por perder a su hijo a causa de la viruela. Todo contado por una pitonisa con forma de serpiente que lleva adelante un relato rico en sus planteos. Juan recibe una crianza basada en el amor y la comprensión aún frente a la agresión externa, sin perder nunca de vista su origen felino. Su inserción en la sociedad por medio de la escuela es un momento clave, estableciendo un “antes y después”.
Pero un día el hombre mal me empezó a tratar/Abrieron heridas que no cerrarán jamás cantaba David Lebón, estableciendo una línea directa con lo visto. Más aún con la relación que tiene Juan con sus compañeros de curso. Siempre tomando en cuenta que “son niños” y su forma de vincularse entre ellos, bajo la atenta mirada (?) del docente a cargo del curso. Pero esto exige un análisis mayor en tanto y en cuanto, metáfora del trato a las minorías. Va más allá de si es un tigre, para extenderse a la pertenencia a una etnia, nacionalidad o condición sexual determinada, no mayoritaria.
Es más, se prolonga al diseño de los adultos, en su gran mayoría, poco comprensivos, prejuiciosos y con un “deber ser” como axioma indestructible. Ciertamente, el guiño al contexto de este 2023 es tan fuerte como ineludible. Claro está que todo aquél que se salga de la norma, será castigado de diversas maneras. De repente, el bullying, la discriminación y el maltrato pasan a ser parte del texto linkeandose con una bien conocida actualidad al ser aquellos, flagelos con lo que se debe lidiar -y combatir- día a día.
Por esa razón, inconscientemente, surge la pregunta de que hacer frente a esta situación. Si mantener la calma y la magnanimidad de quien pone la otra mejilla o si Juan volverá a ser feroz y si su garra será mortal, parafraseando al enorme ex miembro de Seru Giran, Pescado Rabioso y Pappo’s Blues.
La dirección de Luis Rivera López es minuciosa y potencia los medios a disposición. Está todo en su lugar, sin excesos en el uso de los recursos ni caer en el discurso pasteurizados. La puesta cautiva a los ojos desde el apagón que indica el inicio de la función. Se utiliza todo el escenario, con una escenografía de amplias dimensiones en tanto se ajusta a lo requerido. La iluminación es precisa al igual que el uso de canciones y coreografías ubicadas en los momentos exactos, enriqueciéndose todo el relato. Párrafo aparte para los títeres, que despiertan sorpresa y ternura, fortaleciendo la creación de sentido desde su inmediata presencia. Como no podía ser de otra manera, es uno de los puntos altos de la puesta.
El elenco cuenta con actuaciones sólidas acorde a los pergaminos de, por citar algunos, Carolina Tejeda, Carolina Guevara y Valentina Bassi. El excepcional trabajo de Mónica Felippa en su doble rol de actríz y manipuladora de la serpiente es, por demás, destacable. En los roles contrapuestos, Carlos Belloso pone toda su sapiencia para dar vida a dos villanos de trazo grueso, bien identificables. Finalmente, Pablo Mariuzzi brilla con un Juan Darien sensible y de buen corazón, que busca vivir su vida sin dejar de ser quien es. Algo que parece simple pero es una empresa por demás difícil. La variedad de matices y su destreza física potencian un trabajo excepcional.
“Salvajada” termina en medio de un aplauso emotivo. No será raro ver a quien se limpia alguna lágrima. Emoción a flor de piel sin quitar una coma a una reflexión seria respecto a lo planteado. Es lo que produce el teatro. Una ceremonia plena que se lleva a cabo en el Teatro Cervantes que vale la pena recomendar y volver a vivir.
La obra me pareció excelente. La adaptación del texto. La dirección, el vestuario y fundamentalmente la escenografía. Disfruté enormemente del espectáculo: grato y conmovedor. Muchísimas sorpresas y una generosa provisión de elementos para reflexionar.
El Cervantes, maravilloso edificio y fantástica sala. Lo disfruto desde mi adolescencia.
Muchas gracias.
Cordiales saludos