Sangre Gringa (Teatro)

Te amo, te odio, dame más.


Con Victorio D´alessandro y Hervé Segata. Diseño de vestuario: Danny Di Luciano. Asistencia De Escenas: Rodrigo Gonzalez Alvarado. Producción ejecutiva: Estanislao Otero Valdez. Dirección: Alejandro Ullua.

Teatro Bombón.  La Casona Iluminada. Corrientes 1979. Domingo, 17 y 18 hs


Dos hombres enfrentados en medio de una situación de dominación que va más allá de la cuestión de clase. Un francés, digno hijo de la clase acomodada y un joven italiano, que busca su destino.


Alejandro Ullua planteo dos mundos en pugna, en conflicto. Donde la desigualdad se compensa con otras cuestiones en un toma y daca sutil. Con un trasfondo de una Argentina de mediados del siglo XX, toca ese tipo de relaciones que van por diferentes caminos –los obvios y los sugeridos- donde la emoción y lo social no pueden dividirse. Al respecto, la conexión foucaultiana se hace apreciable en los diálogos. El acaudalado pedirá respeto o piedad frente a cualquier afrenta. Le dirá “usted me conoce!” pero allí Foucault –retomando a Nietzsche, tirará un “ancho de espadas” diciendo que “el conocimiento es una invención y no tiene origen”. Entre el instinto y el conocimiento hay una relación de lucha, dominación, poder y fuerza. El conocimiento solo puede ser una violación de las cosas a conocer y no percepción, reconocimiento, identificación de o con ellas”. Subirá la apuesta diciendo que “No hay nada que se parezca a la felicidad sino que hay odio” poniendo en la raíz del conocimiento la relación de poder.


Las actuaciones de Victorio D´alessandro y Hervé Segata son exactas a lo requerido.  Los cuerpos de las dos fuerzas en pugna, no exenta de amor –al menos, en una de las partes-, dan cuenta del choque de dos paradigmas que, al día de la fecha, siguen disputándose almas y mentes de las personas. Civilización y barbarie que trasciende la cantidad de libros leídos, el dinero en los bolsillos o las experiencias vividas en carne propia. Vivir solo cuesta vida y el riesgo que esto implica, no muchos están dispuestos a correrlo.

El vestuario es ilustrativo al igual que la precisa ambientación que permite dar cuenta de estos dos modelos en pugna. Se debe comprender que son relaciones de lucha y de poder donde los hombres, luchan y procuran dominarse unos a otros, ejerciendo esas relaciones unos sobre otros.


“Sangre gringa” combina la visceralidad de la acción y la precisión del saber en un diálogo constante con un contexto actual que permite más de una resignificación a varios niveles, con todo lo que esto implica.

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