El 2011 continuó con el ritmo de crecimiento en la cantidad de obras de teatro pero como siempre decimos, la cantidad no hace a la calidad.
La temporada empezó fuerte con “Toc Toc” -foto derecha-, un éxito de público y de crítica que se mantiene hoy en día, ya que va a hacer temporada en la costa. Se lo merece pues cuenta con una excelente dirección a cargo de Lia Jelin y un elenco de primer nivel, donde se toma, al mismo tiempo, con humor y seriedad, sin golpes bajos, los trastornos obsesivos compulsivos.
Dentro de lo que es calle Corrientes, también destacaremos a “Lluvia constante” y “Espejos circulares” con dos propuestas bien diferenciadas pero de gran valía. La primera, un policial en el que la ley queda debajo del prisma del cual la ejecuta, digo, lleva a cabo y la segunda, una historia donde a través de la sutileza, se reflejan ciertas conductas que nos atañen a todos pero que explotan a través de una clase de teatro.
Otras obras para destacar fueron “Ofensa” y “La Familia Argentina”, -foto izquerda- ambas abordando aquello que ocurre puertas adentro, lo socialmente inconfesable pero de una cotidianeidad asombrosa. La dirección de Marcelo Velásquez y de Cristina Banegas respectivamente, es fantástica, con elencos sólido, acordes a la seriedad de las propuestas.
Si hablamos de las mejores obras del año y también hacemos referencias a sus respectivos directores, no podemos pasar por alto a Claudio Tolcachir y a Martín Flores Cárdenas. Se realizó una retrospectiva del trabajo de Tolcachir con la excelente “Omisión de la familia Coleman” y “Tercer cuerpo” al tiempo que estrenó su última creación, bajo el nombre de “El viento en un violín”. La familia como centro social donde y lugar donde en nombre de aquella, con la excusa de “la educación” y “las buenas costumbres”, se obtienen situaciones lejanas a dichos objetivos.
Por su parte, Flores Cárdenas estrenó “Mujer armada, hombre dormido” en el que la sucesión de acontecimientos ocurren con la precisión de un reloj suizo y dirigió el gran unipersonal protagonizado por Diego Gentile y escrito por Santiago Loza, de nombre “Matar cansa”, donde la muerte es moneda corriente, el placer le gana la pulseada a la culpa con cierto tinte reivindicatorio.
Hubo grandes obras que se han presentado en marcos que, lamentablemente, no han sido muy difundidos. Tal es el caso de la excelente “Catán” -foto derecha- que refleja con dosis pareja de crueldad, ironía y humor, los devenires del conurbano bonaerense y también, con la lupa puesta en los deberes, derechos y obligaciones familiares.
“Te quiero poco y todo lo demás” también tuvo su gran momento en la cartelera porteña, con la historia de una joven con su psicoalista, respecto de las razones del amor y el engaño, y una muy interesante música en vivo, interpretada por Sonia Kovalivker.
Tampoco olvidamos a “Alemania”, -foto izquierda- que fue la pesadilla hecha humor y drama de un padre vuelto al hogar, luego de abandonarlo en busca de “placeres jóvenes y mundanos”. La forma en que se concibió esta obra la ubica entre las mejores del año. “Hécuba y el gineceo canino”, en el Rojas, de la mano de Emilio García Wehbi y Maricel Alvarez, expandió las fronteras del teatro como experiencia en una puesta frenética y conceptual, de gran contenido e ironía.
Para los amantes del teatro-danza, “La idea fija” fue el “must” de la temporada. La creación de Pablo Rotemberg aborda desde la música, con elementos de teatro, aquello que, como diría Freud, tiene todo el mundo en la cabeza. Visceralidad orgásmica para una puesta que dejaba a los espectadores con la boca abierta más allá de la plasticidad de las coreografías y la música utilizada.
La semana que viene, es el turno de las actrices