Teatro. Lo mejor del 2021

En el consecuente balance anual de la actividad teatral del año, debemos abrir el mismo diciendo que –por motivos más que obvios- no tuvo la cantidad de obras que otros años. No solo para destacar sino por haber concurrido.
Una vez abierto el protocolo para concurrir al teatro, fuimos prudentes en el retorno a las salas de acuerdo a su capacidad. Esto no quitó que hayamos podido ver puestas de gran calidad.

«Precoz», madre e hijo enfrentando la marginalidad

 
Destacaremos en primer lugar a “Aletta Jacobs”, de Cecilia Meijide. En el marco del paulatino retorno del teatro, con todos los protocolos posibles, el realizar una puesta a través del recorrido por un espacio abierto determinado, fue una buena opción. El punto de encuentro era la plaza Houssay y desde allí, viajar a través del tiempo y de países para conocer la vida y obra de Aletta Jacobs.Munidos con auriculares bien desinfectados, al aire libre y respetando el distanciamiento social, una guía de traje blanco y negro, invita a los comensales a seguirla por diversos espacios de la plaza.
Desde el mismo momento en que empieza a sonar la música, se ingresa en la vida de una pionera en todo sentido de la palabra. Octava hija de doce hermanos, Aletta acompañaba a su papá, Abraham Jacobs, un reconocido médico, a las consultas que realizaba. Desde temprana edad, empieza a interesarse en la medicina por lo que papá Abraham le enseña griego, latín, matemáticas e historia para que pueda empezar a estudiar. Es menester recordar que en Holanda no estaba autorizado que la mujer pueda cursar el colegio secundario. Cada palabra que sale de los auriculares juega y construye sentido en la vuelta por la plaza. Desde ese lugar, no es raro ver a alguno de los presentes con los ojos cerrados “viviendo” la experiencia. Quien retoma la voz de la propia Aletta es Cristina Banegas que da cuenta de cómo fue el paso del tiempo en el desarrollo de las mujeres y sus luchas por la igualdad de derechos.
 
En la misma línea, de presentaciones al aire libre, La Runfla es marca registrada. Con el estreno de “Fragmentos de oscuridad”, la maravillosa compañía de teatro callejero encabezada por Héctor Alvarellos festejaba sus 30 años de trabajo ininterrumpido y enorme prestigio. El punto era la forma en que La Runfla toma el espacio público para desarrollar su arte pero atravesado por una pandemia.
 Desde el mismo momento en que se produce la convocatoria en uno de los bordes del Parque Avellaneda, se inicia el mágico ritual del teatro. Aves que guían y un guía que conduce a tres ciegos a través de un bosque. Como si fuera una cebolla de mil capas, se desarrolla una historia que va más allá de ese planteo inicial. Cuando estos tres seres se internan en el parque, pareciera que el mismo Charly García hubiese musicalizado ese momento. “Estamos ciegos de ver/Cansados de tanto andar/Estamos hartos de huir/En la ciudad” con una dramaturgia poética no exenta de vínculos por demás reconocibles. Estos van desde la sociedad en todos sus aspectos (el capitalismo, las relaciones humanas) hasta las vivencias personales de cada uno de los presentes.
Inspirada en “Los ciegos” de Maurice Maeterlinck, “Fragmentos De Oscuridad. Los Caprichosos Objetos del Destino” certifica la creatividad y vigencia de Héctor Alvarellos en el particular y único mundo del teatro callejero.


La muerte y la música atraviesan «La noche oscura».


 Con algunas salas ya habilitadas, retornamos de a poco a nuestras usuales recorridas teatrales. Tal fue el caso de “La noche oscura” de Eugenio Soto. Aquí, un joven de nombre Santiago, cava una tumba, con tamaño justo para depositar allí el féretro que cobijará a Doña Rosa Quiroga, su mamá. Lo dicho es solo la punta del iceberg de una serie de enredos y situaciones que tensionan ese límite de lo posible y lo irreal. La fábula de una madre que no quiere dejar la tierra de los vivos en tanto no haya justicia para su causa.Serán los hermanos Carón, venidos del inframundo de la muerte quienes deben acompañar al difunto de turno -en este caso, Doña Rosa- a su descanso eterno. A partir del poema de San Juan de la Cruz para titularlo, el texto da a luz una historia que combina las tradiciones campestres con un lenguaje de ingeniosas rimas sin caer en la solemnidad. Zambas y vidalas ubicadas en momentos exactos para potenciar la acción al tiempo que le brindan dinamismo a la puesta. Los hechos se desarrollan con precisión, donde todo está en su lugar. 

La cabalgata teatral nos llevó a Dumont 4040 a ver “Precoz”. Ariana Harwicz vuelve a poner en palabras el foco en esa etapa de la vida que está siendo revisitada en los últimos tiempos como es la maternidad. Quitar toda aura de santidad y dulzura al «ser mamá» para visibilizar aquello que no se ve o no se quiere ver. Se corre de esa empalagosa bondad de publicidad para ubicarla en un lugar más cercano y oscuro de la realidad. Una madre joven con hijo adolescente que lleva su existencia de la manera que puede. Esa relación filial que también se inscribe en la marginalidad en la que caen, cortesía de sus propios errores. Pero, ¿es realmente así? El diálogo con la actualidad es permanente, más aún a partir de las vivencias que atraviesan los protagonistas tal como la violencia de género, el bullying o el abandono de persona. Al respecto, se destaca el tratamiento de los mismos con seriedad y sentimiento no exento de realismo, cortesía de la muy buena dirección de Lorena Vega.

La «emperatríz del tango» y un homenaje acorde en «La Falcón»

Otro gran momento teatral fue “La Falcón” que toma como eje la carrera de Ada Falcón, “la emperatriz del tango”. Ese camino del héroe/heroína que sabe de obstáculos y sinsabores en pos de una reivindicación que, eventualmente, llega aunque no siempre en tiempo y forma. Dueña de una voz única y un temperamento por demás especial para la época, el texto pergeñado por Augusto Patané pone el acento en la vida de la interprete y su relación con el reconocido compositor Francisco Canaro. La forma en que lleva adelante su crecimiento artístico junto con sus vaivenes amorosos es tan precisa como ilustrativa, gracias a la dirección de Cintia Miraglia. Ada es la heroína que vive y sufre a partir de ese rol predeterminado a una mujer que no puede salir del corset de la coyuntura en la que le tocó vivir, soportando engaños y sufrimientos de variada índole. El dibujo de la época es certero en relación al devenir de los hechos, más aún en tanto la presencia de las mujeres en un ambiente machista como el tango y  el “deber ser” que le correspondía. Tampoco se debe olvidarse la relación con su propia familia, en especial con su hermana –cantante como ella- que ansiaba las mieles del éxito con menos talento pero –quizás- mayor determinación.

Párrafo aparte para la excelente interpretación musical en vivo. Un espectáculo dentro de la puesta. 

En la última curva del año, “Petit Hotel Chernobyl” brilló con luz propia. Cuatro mujeres (sobre) viven en una pieza que podría ser la antesala al infierno, en que el tiempo y la vida quedan en una “pausa” eterna donde pasa de todo mientras no pasa nada. Una joven parafrasea a Charly García con su “yendo de la cama al living” a una terraza o vereda ante la ausencia de aquél. Una maestra evoca un tiempo que no fue hermoso pero le daba una rutina y una «contención» llena de odio y excesos siendo aquella la palabra clave“. Una tercera quiere consagrarse como tenista pero no puede ver una pelota -amén de la carencia de talento-, a pesar de la insistencia de una entrenadora tan motivadora como ciega frente a la situación que va más allá del optimismo. Quizás sea la motivación la excusa para construirse una balsa para irse a naufragar con las cartas ya echadas.
La pluma de Andrés Binetti es precisa y elocuente en la descripción de estos mundos y seres en particular, en sus miserias y su ternura al tiempo que la dirección de Nicolás Manasseri es exacta en la concepción de la puesta. Lo bueno (y sencillo) si breve (y austero), dos veces bueno y lo lleva adelante como un axioma a cumplir a rajatabla.  Atrapante de principio a fín, “Petit Hotel Chernobyl”  impacta desde todos los ángulos, como una perdigonada de realidad, de la que nadie puede -ni debe- salir indemne.
Cuatro mujeres a punto de estallar en «Petit Hotel Chernobyl»


Para el final, dejamos a “Los secretos” de Juan Andrés Romanazzi que retoma las historias de aquellos que son el lado B de la felicidad artificial que se visibiliza en las redes sociales. Ese especial interés que suelen despertar estos relatos, se extiende a una platea es consumidora de plataformas varias en las que las relaciones se basan tanto en el deseo de conocer una persona afín y en las estrategias (y tácticas) de seducción para lograr la satisfacción del mismo. Aquí, un hombre y una mujer se buscan al tiempo que, por sus características, reflejen esa parte de nosotros –inclusivo- que, más de una/o, no lo admitiría nunca. La forma en que se conocen y establecen un vínculo se ancla en esta coyuntura de contactos mediáticos. Ambos cargan cruces de distinto tamaño y peso, que bordean límites varios. Ese hombre que ancla su vida a un pasado no pisado y busca una compañía  que le permita salir de su confinamiento, se relaciona con una mujer de verba constante y amor a los libros.  

¡Ah! No nos olvidamos de «La comedia es peligrosa» en el Cervantes. Otro punto alto de la temporada. 

Esperemos que el próximo 2022 tenga a estas propuestas nuevamente sobre tablas. El público merece ver esta calidad de obras así como éstas continúen su exitoso camino.
 
La próxima entrega tendrá en consideración a las actrices…..

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