En nuestro caso, tuvimos la posibilidad de presenciar una jornada doble del 1° Festival Internacional de Cabaret en la Argentina. Al respecto, debemos decir que fue un lujo y un placer el concurrir al Picadero para ser partícipes de este festival. El mismo está recibiendo a más de noventa y cinco artistas nacionales e internacionales que se están presentando en los nueve días que dura este encuentro. Seis compañías extranjeras y trece compañías argentinas reverdecen los laureles de un género que tiene toda una rica historia detrás.
Es menester decir, al respecto, que el género de teatro denominado “Cabaret” es multidisciplinario por donde se lo mire. Es una exquisita combinación de música, humor, sátira y crítica político-social.
Por otra parte, hay una resignificación con respecto al término. El Cabaret siempre estuvo asociado a «lo masculino» y al placer relacionado con lo prohibido y lo sexual pero en este caso, hay un giro hacia lo femenino, la transgresión y a la crítica social respecto a la coyuntura en la que se vive.
En esta línea, los dos espectáculos del jueves 8 de diciembre estuvieron enalteciendo lo requerido por el género.
En primer lugar, se presentó “Melodía Perversa Kabaret” que tuvo las interpretaciones de Melania Lenoir, Alejandra Perlusky y Diego Bros, siendo el maestro de ceremonias Carlos Kaspar. Todos vestidos con rigurosos trajes en blanco y negro, y con una iluminación acorde a la atmósfera buscada, empiezan a dar cuenta de los cabarets alemanes de la década del 20, de la República de Weimar, en Alemania. El clima de libertad y jolgorio en el que se baila en la cubierta del Titanic mientras el huevo de la serpiente se está incubando. Más que nada porque todo lo que se expresa es aquello que, al día de hoy, los puritanos de siempre dicen combatir pero terminan fomentando, tal como la discriminación y la xenofobia. Ese arte “decadente” que era mucho más que eso, al permitir la creación de sentido que iba más allá de las formas con las que se quedaban esos guardianes de las buenas costumbres. Lo depravado y lo obsceno conviven con el melodrama de situaciones varias que se expresan en las diversas voces.
Las canciones viajan a través del tiempo para ubicarse en un 2016 en el que su poética mantiene una actualidad espeluznante. Una joven cuenta la historia de un amor prohibido por el contexto con un chico judío, rojo de 1.90 mts y un final acorde al mismo. Un tango de Kurt Weill se contrapone al Sex Appeal propuesto por Mischa Spoliansky al tiempo que la misma abre el lente para visibilizar a esa verdad no escrita que dice que “Todos roban”. Vampiresas de la noche que se ocultan en tugurios de oscura libertad mientras que el día levanta las cadenas de la esclavitud laboral donde “La canción de la moneda” brilla con luz propia. Como no podía ser de otra manera, la pluma de Bertolt Brecht tiene su momento preciso con la “Balada de la mujer del soldado” y el final de “La ópera de los tres centavos”.
De más está destacar la prestancia de Carlos Kaspar como “maestro de ceremonia” en la que cumplió su rol de manera precisa amén de la forma en que presentaba cada una de las canciones, con su previa descripción.
Por otra parte, la orquesta compuesta por Santiago Martínez (piano, violín y dirección), Nicolás Porley (saxo alto), Eduardo Castagna (saxo tenor), Enrique Bonetto (flauta, clarinete y saxo alto), Willy Petroni (bajo), Marcos Cioffi (batería) es otro de los puntos altos de la puesta, acompañando con sensibilidad y precisión quirúrgica las voces de Alejandra Perlusky, Melania Lenoir y Diego Bros. Con ricas trayectorias dentro del teatro, cada uno de ellos se luce a nivel personal asi como en formato de trío en las canciones.
“Melodía Perversa Kabaret” es un viaje musical de excelencia, con canciones que permiten tanto el llanto como la risa, al tiempo que dialoga con una actualidad oscura en varias cuestiones que fueron planteadas en las letras.
A continuación, fue el turno de “Las Miserables”, a cargo de Las Reinas Chulas, la prestigiosa compañía de teatro-cabaret mexicana conformada por Marisol Gasé, Nora Huerta, Ana Francis Mor y Cecilia Sotres. En este caso, el cuarteto encara una historia que surge en la Revolución Francesa en la que cuatro espías se dan cuenta que la voz de la mujer no aparece en la Declaración del Hombre y el Ciudadano.
A partir de esta situación, se desencadena una vorágine de música, humor y corrosividad atrapante mientras plantean situaciones absolutamente disparatadas a través del uso riquísimo del lenguaje. Personajes fácilmente reconocibles que son el puntapié inicial para una creación de sentido arrasadora.
Van y vienen a través del tiempo, con planteos que van más allá de la risa. Hay un planteo fuerte que toma la risa como creación de sentido por medio de la reflexión. La neurona atenta y el corazón abierto. El amor entre las revolucionarias y las relaciones que establecen con su tiempo y sus guiños al siglo XXI son precisos y preciosos. El matrimonio igualitario, el derecho a la libre elección, el colectivo LGBT y el respeto a la mujer son algunos puntos que atraviesan una dramaturgia excelente, que toma por asalto a la platea.
Cuando la pantalla muestra algunas imágenes de lo que sería el humor de consumo masivo pero con notorios toques de machismo y misoginia, aparecerán dos mujeres policías para ver de qué se ríe la gente. Más allá del humor que se condice con la forma en que actúan frente a la risa frente a esos chistes que devuelve la pantalla (instaurando un discurso machista a través de los tiempos), no se cae en la pedagogía ni en la moraleja. Por el contrario, desenmascaran sobre tablas esos prejuicios y crianzas que atraviesan a los hombres.
Estas mujeres cuentan con la ayuda de una entrañable mucama (la excelente Andrea Fiorino) que es la que sabe todo al tiempo que podrá evocar a su madre y al tango como para leer las enseñanzas del Marqués de Sade. El vestuario recargado y exuberante es fundamental en la puesta asi como la música en vivo a cargo de Yurief Nieves.
Por otra parte, la política es fundamental en los guiños que realizan. Irán desde lo que ocurre en México o Donald Trump, pasando por la realidad argentina, desde la alusión al monarca Luis “Mauricio” XVI hasta las preguntas respecto de las características propias de quien se apellida Lopérfido. Los aplausos que despiertan los aplausos en la platea certifican esa ceremonia teatral de intercambio permanente entre lo que ocurre arriba del escenario y el público presente.
Tampoco dejan de lado esa paradoja en la que tanto la derecha y la izquierda no saben qué hacer cuando tienen que hablar de temas relacionados con la mujer y la diversidad en tanto elección por parte del individuo. Una libertad por la que se lucha pero a la que se le teme en tanto ponga en jaque, dogmas de diversa índole.
Como un tsunami de humor y fuerte contenido, Las Reinas Chulas pasaron por el escenario del Picadero impactando en cada uno de los presentes de una manera en la que, hace rato, no ocurría.
La programación del 1° Festival Internacional de Cabaret continúa de esta manera.
– Sábado 10 de Diciembre
20:30 hs. 12 Dioses en Pugna – Las Reinas Chulas (México).
23 hs. Concha del Río Cabaret – Noralih Gago – Pablo Palavecino – Andrea Fiorino – Mariela Acosta – Titi Ricciuto (Argentina) .
– Domingo 11 de Diciembre
14hs. Clac! Una obra de película – Grupo Amichis (Argentina)
16 hs. Cabareteens: ¿Y dónde están los sanguchitos?. Grupo El cardumen. Dirección: Gaby Ferrero (Argentina)
21 hs. Concilio Cabaretero, Sagrado Bacanal con Ana Francis Mor, Nora Huerta, Marisol Gase y Cecilia Sotres – Las Reinas Chulas (México). Andrea Fiorino (Argentina), Noralih Gago (Argentina), Pía Tedesco (España).