«El desarrollo de la civilización venidera» (foto derecha) retoma a «Casa de Muñecas». La violencia latente, la codicia y el menosprecio en las relaciones humanas siguen presentes. Nora sufre a Jorge en una excelente transpolación a un matrimonio de clase media que busca escalar en la pirámide social. Con un guiño a «Escenas de la vida conyugal» de Bergman, -citada por Nora y Jorge en la puesta-, ocultan los daños colaterales bajo la alfombra.
Este combo de situaciones se plasma en personajes absolutamente logrados, todos con fuerte influencia en la puesta. Hablan, sienten pero no desde una épica redentoria sino como simples seres que buscan ser un poco menos infelices con aquellas miserias con las que conviven. Todo en el marco de una sociedad que se dice libre e igualitaria en tanto oportunidades para todos pero que no le da las llaves a cualquiera para abrir la puerta para aprehenderlas. Sociedad que juzga a Nora por su acatamiento a las normas como a Hedda Gabler por su manipulación de aquellos a los que considera dignos de disfrutar sus bondades.
La aparición de un viejo amante (Lovborg, que tiene todo lo que le falta a Tesman pero con vicios nocivos) que compite con Tesman por un puesto en la universidad, -puesto que tenía casi asegurado Tesman- saca todas las dudas del esposo a flote así como la insatisfacción de Hedda. La puesta juega más con los aspectos psicológicos de los personajes, con lo que se dice y se sugiere. Las actuaciones mantienen un equilibrio interpretativo importante brindandole a los personajes las características que ameritan.
Ambas obras dialogan entre si ya que Lovborg dice que su próxima obra será «El desarrollo de la civilización venidera» y lo más importante: las dos se desarrollan en la misma escenografía, logrando que este ítem se convierta en fundamental en la construcción de sentido.