Yo, el espejo africano (Teatro)

Campanas de libertad

Texto: Liliana Bodoc. Con Sergio Beron, Néstor Navarría, Pedro Risi, Mariela Sasha Salaverry Vicente y Leticia Torres. Diseño de vestuario y de escenografía: Laura Avila. Diseño de luces: Fernando Raíces. Diseño sonoro: Fernando Cerra. Puesta en escena: Galileo Bodoc. Dirección vocal: Josefina Lamarre. Dirección: Galileo Bodoc, Federico Costa y Juan Manuel Gabarra.
Teatro Hasta Trilce. Maza 177. Domingos, 17 hs.

La vida misma lleva a los individuos por distintos lugares pero con una finitud más que obvia. No ocurre lo mismo con los objetos que pueden atravesar los años de acuerdo a su material y al trato recibido. Tal será el caso de la adaptación de “El espejo africano”, texto de Liliana Bodoc, llevado a las tablas por la compañía Tres Gatos Locos con las propias características de la reconocida autora. En este caso, será el espejo en cuestión –tallado por la mano de un cazador africano- el que viajará a través de años y vidas diversas que se inicia con Atima Imaoma, la hija de aquél que conocerá el continente americano, cortesía de haber sido raptada de su casa, por la esclavitud que imperaba hace un par de siglos. Una vieja canción parece condensar el sentir de Atima. «Ojos estrellados y sonrientes, asi lo recuerdo cuando fuimos atrapados/Mientras nos escuchamos y nos miramos por última vez./Tocamos el dolor de cuyas heridas no pueden ser curadas/Y miramos para que brillen las campanas de la libertad«. Esta historia será la que lleva las riendas de un relato tan atrapante como poderoso en sus palabras.

El camino del espejo incluye los tiempos de la colonia, la epopeya de San Martín y el deseo de un joven por tocar el violín. La forma en que se trabajó el texto es tan dinámica como cautivante. Los escenarios en los que se desarrollan los hechos cambian de manera continua. Sin prisa pero sin pausa, con la utilización precisa de los objetos que entran y salen, para la conformación de los diversos escenarios en los que se despliegan las acciones. El humor y la poética son fundamentales para el desarrollo de temáticas como la libertad de los individuos y de los pueblos, la dignidad y la reivindicación identitaria frente a un contexto absolutamente hostil.Todas las historias, constituidas por una sensibilidad con contenido social, perfectamente comprensible para niños y niñas. Si a esto le sumamos la seriedad y creatividad que son marca de fábrica de los TGL, estamos en presencia de una puesta de calidad.
Párrafo aparte para un elenco que se maneja con precisión quirúrgica en las participaciones y la instalación de los objetos. Pedro Risi es ese espejo que refleja la vida con sus dimes y diretes pero siempre en pos de las buenas acciones; Mariela Sasha Salaverry Vicente es una Atima tan querible como luchadora en pos de sus derechos. Por su parte,  Sergio Beron y Néstor Navarría dan cuenta de su versatilidad para los variados personajes que llevan adelante. Para el final, Leticia Torres crea momentos inolvidables, tal como los diálogos entre Atima y Raquel -en su devenir en el tiempo-.


La puesta es cautivante. Se suceden los hechos y varios pares de ojos se concentran en lo que ocurre sobre tablas. A lo sumo, se escuchará una pregunta en voz baja para luego, volver a sumergirnos en una historia conmovedora. 
“Yo, el espejo africano” es de esas puestas deliciosas en su desarrollo, con muy buenas actuaciones y un texto emocionante sin pasteurizar ni un ápice las problemáticas que aborda. Teatro de lujo, con mucho por decir y reflexionar. 

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